viernes, 10 de abril de 2020

B - Estructura psíquica del virya despierto.

B - Estructura psíquica del virya despierto.

Con la incorporación de la esfera de voluntad egoica Ehre al esquema psíquico básico del pasú, tal como se ve en la figura 31, ha quedado completo el esquema psíquico del virya. Recordemos que el esquema psíquico del pasú representado en las figuras 11 y 11b respondía a una sistemática de círculos excéntricos, en la cual la esfera (2) de conciencia cumplía un papel central. En la figura 31 comprobamos que la esfera (2) continúa siendo central mientras que las esferas afectiva (4), racional (3) y Ehre (1) son excéntricas y; además, que todas ellas determinan ciertos recintos al intersectarse entre sí. Mas, de acuerdo con lo visto en el inciso Sistemática de círculos excéntricos: "Si los círculos excéntricos son sostén de conceptos sim­ples, una combinatoria de círculos formará RECINTOS conteniendo conceptos complejos o sea específicos". Con el fin de poner a los círculos y recintos de la figura 31 en relación de correspondencia con los conceptos estudiados, lo que nos permitirá resumir sistemáticamente todo lo visto hasta aquí, hemos desarrollado en la figura 32 un esquema de la estructura psí­quica del virya.


En este artículo nos vamos a ocupar de describir conceptualmente la figura 32 a partir del siguiente parámetro de analogía: LA VOLUNTAD. Comencemos, pues, por el primer círculo excéntrico (1) que representa a la esfera de voluntad egoica Ehre. Se halla abierto por arriba para señalar el punto absoluto (0) adonde lo divino hace contacto con lo hu­mano, adonde la Gracia del Paráclito se transforma en voluntad graciosa. Sobre el punto (0) una lengua de fuego o cresta indica la presencia del Paráclito.
El circulo (2) corresponde a la esfera de conciencia, en la cual actúa el sujeto conscien­te; por tal razón se ha señalado a la "voluntad consciente" como a la fuerza que permite actuar a este sujeto.
La intersección de los círculos (1) y (2) determina el recinto (9), en el que están conte­nidos el arco AB del Símbolo del Origen y, sobre él, el Yo perdido. Esto significa que, aún cuando el Yo perdido es una hipóstasis, confundida con el sujeto consciente de la esfera de luz, también requiere para SU PROPIA ACTIVIDAD el aporte de la voluntad egoica. Se com­prende, observando la figura 32, que si la voluntad egoica disminuye, si se reduce el circulo (1), también se enervará la actividad del Yo perdido pues el recinto (9) será cada vez menor. Así, "a menor voluntad egoica menor capacidad del Yo para actuar"; tal consecuencia es cla­ramente nietzscheana.
Los recintos (5), (6), (7) y (8) conforman, según sabemos, la esfera de sombra (ver figu­ra 22). Analicemos el concepto que corresponde a cada uno. Los círculos (3) y (4) se intersec­tan entre sí sobre el área del círculo central (2), conformando el recinto triangular (5). Tal re­cinto, el único de triple implicación, representa al espacio que contiene a la estructura cultural: con "xx", junto al lado inferior, se ha señalado la presencia horizontal de un sistema xx. En el recinto (5), en el nivel estructural xx, tiene término el sujeto cultural y, por eso, se indica con "voluntad cultural" a la fuerza que emplea dicho sujeto para actuar.
El recinto (7), formado por los círculos (2) y (3), es análogo a la región de la esfera de sombra donde tienen lugar los casos (b), es decir, aquéllos símbolos emergentes con inclina­ción hacia la esfera racional (ver figura 23).
El recinto (8), formado por los círculos (2) y (4), es análogo a la región de la esfera de sombra donde tienen lugar los casos (c), es decir, aquellos símbolos emergentes con inclina­ción hacia la esfera afectiva (ver figura 23).  
Es evidente que, salvo el recinto (6), todos los restantes sectores se encuentran incluidos en el área de la esfera de conciencia. Con otras palabras: los recintos (9), (5), (7) y (8) corres­ponden a alguna forma de conciencia puesto que la involucran en sus regiones. Por el contra­rio, la combinación de las esferas afectiva (4) y racional (3) produce algo, en el recinto (6), QUE NO ES CONCIENCIA EN ABSOLUTO, pero que ROZA A LA CONCIENCIA POR UN LADO (xx). Esto es: la "voluntad instintiva" del sujeto racional o razón. Para mayor clari­dad conviene recordar que la estructura cultural se encuentra en correspondencia biunívoca con la memoria arquetípica o cerebro; es decir que, bajo el nivel del sistema xx (recinto 5), se en­cuentra el cerebro (recinto 6).
En efecto, el lado xx que separa los recintos (5) y (6) es análogo a la frontera que separa la estructura cultural (5) y la memoria arquetípica (6). Entonces, en el recinto (6), tiene su término el sujeto racional o razón, el cual actúa por medio de la voluntad instintiva. Esta vo­luntad, apuntada hacia lo orgánico, hacia la vida, hacia el mundo, es la fuerza que emplea la razón para interpretar los designios de los entes y actualizar sus esquemas en el recinto (5).
Resumiendo, como el recinto (6) está substancialmente formado por las esferas afectiva (4) y racional (3), ocurre que la voluntad instintiva será hallada, cuando menos, RAZONABLE o AMABLE, aunque en todos los casos CIEGA de conciencia.

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