lunes, 16 de marzo de 2020

C - Objetivo del plan de los Siddhas Traidores.

C - Objetivo del plan de los Siddhas Traidores.

En numerosas oportunidades hemos mencionado el objetivo del encadenamiento espiri­tual: los Siddhas Traidores pretendían completar la evolución del animal-hombre o pasú para que éste cumpliese con su finalidad de producir cultura y poner sentido en el mundo. El pasú se hallaba, en ese entonces, evolutivamente estancado, sin conseguir desarrollar la esfera de conciencia. La clave genética apuntaba, pues, hacia tal objetivo.
En el momento del encadenamiento, el pasú había adquirido el nivel evolutivo que muestran las figuras 11 y 11b: la esfera de conciencia era sumamente elemental, aunque cier­tamente existía, al igual que el sujeto consciente que la animaba. Sin embargo esta situación cambio radicalmente, el pasú desarrolló a breve plazo su esfera de conciencia y se transformó en un gran productor de cultura, cuando la clave genética posibilito la aparición del Yo del virya perdido.
Resumiendo, el objetivo del plan de los Siddhas Traidores coincidía TEÓRICAMENTE con el objetivo microcósmico de la finalidad del pasú: desarrollar completamente la esfera de conciencia. Pero, según hemos visto, el desarrollo completo de la esfera de conciencia con­duce a la autonomía óntica; y en esto difería PRÁCTICAMENTE el plan de los Siddhas Trai­dores con el Plan evolutivo del Demiurgo: ELLOS SÓLO IBAN A PERMITIR ALCANZAR LA AUTONOMÍA ÓNTICA, EL MICROCOSMOS ACTUAL, A AQUELLOS QUE SE HUBIESEN INCORPORADO PREVIAMENTE A LA JERARQUÍA OCULTA DE LA HERMANDAD BLANCA. Quienes no cumpliesen esta ultima condición serian destruidos o sumidos perpetuamente en la confusión.
De todas maneras, el animal-hombre de la tierra fue definitivamente transmutado por la acción concreta del Manú-Siddha-Traidor, es decir, por la inclusión hereditaria del Símbolo del Origen en la memoria de la sangre. Como se ha dicho, posteriormente la esfera de concien­cia se desarrolló en gran medida y los viryas fueron capaces de construir grandes civilizacio­nes, muchas de las cuales ya nadie recuerda.



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