sábado, 14 de marzo de 2020

D - Estudio analógico del tiempo inmanente.

D - Estudio analógico del tiempo inmanente.

En el inciso anterior, al describir el "espacio analógico" de la esfera de conciencia, distinguimos tres cuadrantes analógicos: el (yx) o "plano de significación y contexto"; el (zy); y el (zx) "que aparece frontal en la figura 20 y al que denominamos PLANO TEMPORAL". En la figura 21 el plano temporal (Ψ Tt) nos permite apreciar el perfil extenso del símbolo I y su proyección hasta el nivel de estabilización (Ψ1), como I'. Sin embargo, para observar con deta­lle las relaciones temporales analógicas, conviene considerar la figura 24, en la que se ha dibu­jado el plano temporal (Ψ Tt) por separado.
Vamos a destacar los detalles más salientes de dicha figura antes de interpretar el fenó­meno que representa. Observemos, en primer término, el sistema xx que está alineado por su extensión con el eje del tiempo trascendente: en el interior del perfil cilíndrico se ve en líneas de puntos el espesor del concepto xx, es decir, de una TAJADA de la Relación xx notada en un plano de significación perpendicular al dibujo. Recordemos que la dimensión "comprensión" del concepto xx es equivalente al volumen de la tajada; o sea: "la comprensión es función del espe­sor.
Sobre el sistema xx, por otra parte, vemos en color rojo el perfil extenso del símbolo I. El mismo es una REPRESENTACIÓN RACIONAL del concepto xx, producido por su poten­cia activa de acuerdo con la expresión W. Tt = Ep; esto significa que la energía (Ep), en que consiste substancialmente el símbolo I, ha rotado temporalmente. Naturalmente, la rotación de la energía (Ep) se debe a la referencia de sí mismo, tal como fue estudiado en los casos (a), (b) y (c); pero ésa es otra cuestión. La energía (Ep) dirige, así, al símbolo I 
en dirección del um­bral de conciencia Ψ, vale decir, en el sentido del tiempo inmanente. 
Por eso el eje (o Ψ), que en la figura 21 sólo correspondía a los distintos niveles de la energía psíquica de la esfera de conciencia, ahora representa también la variación del tiempo inmanente (Fig. 24).


El tiempo inmanente "brota como corriente de manantial del nivel xx", vale decir, se inicia en el eje analógico (ox). La emergencia de I, pues, que se dirige hacia Ψ guiada por la primera intención, sucede netamente en el tiempo inmanente, se desliza por la corriente del TIEMPO TRANSVERSAL hasta manifestarse con claridad en la esfera de luz. Que el tiempo inmanente es un tiempo transversal, propio del microcosmos, se comprueba en la figura 24, observando la perpendicularidad que guarda su transcurrir con respecto al tiempo trascendente (Tt).
Desde el punto de vista analógico, la forma total del símbolo I'; tal como se ve en la fi­gura 21, denota otras cualidades tales como la imagen o el significado proposicional, cualida­des todas muy importantes pero que no nos interesa considerar en el análisis temporal. En cambio las dimensiones extensión y comprensión, del símbolo I', revisten considerable valor por la significación temporal que pueden revelar al sujeto consciente. Estas dimensiones son, justamente, las que muestran el perfil de I', graficado en el plano temporal de la figura 24: la "extensión del símbolo I', corresponde a la longitud del perfil; y a la "comprensión", "que es función del espesor", es denotada por el espesor geométrico del perfil. Por motivos que pronto quedarán en claro, es conveniente suponer que el símbolo I' es homólogo a su concepto xx de gran comprensión, caso que podemos representar por medio de un perfil de gran espesor. Esta nueva situación se muestra en la figura 25
Vamos a interpretar temporalmente, el fenómeno de la representación consciente I'. Para ello comencemos por recordar que el sujeto consciente integra la esfera de luz y mantiene su atención dirigida hacia el umbral de conciencia Ψ: ÉSTA ES LA ACTITUD "NORMAL" DEL PASÚ, según el grado evolutivo con que lo venimos estudiando. En tal hipótesis, el sím­bolo I' emerge frente al sujeto consciente dirigido hacia sí mismo por la primera intención. En el nivel Ψ1, se estabiliza energéticamente e intenta desplegar su proceso; si el sujeto consciente es volitivamente eficaz, su atención DETENDRÁ al símbolo en el nivel Ψ1, caso que exami­namos aquí. 


Pero ¿qué significa DETENER al símbolo I' en el nivel Ψ1, desde el punto de vista temporal? Respuesta: Que el sujeto consciente RETIENE al símbolo como objeto de su aten­ción. Si así no ocurriera, si el sujeto consciente no lo retuviese frente a sí, el símbolo desapare­cería de la visión eidética para integrarse al esquema de sí mismo, en algún sitio de la esfera de conciencia.
Esto se hará claro si recordamos que en el articulo "E" del inciso anterior comparamos al sujeto anímico evolutivo con un haz de luz, el cual, al atravesar sucesivos filtros, conforma­ba los sujetos propios de las estructuras psíquicas del microcosmos: el sujeto racional, el suje­to cultural y el sujeto consciente. Bien que se mire esta alegoría, resalta inmediatamente que al comparar el sujeto anímico con un haz de luz estamos otorgando a este un neto carácter fluyen­te y sucesivo. Ahora sabemos que "el tiempo inmanente es la esencia de la conciencia" y que transcurre "en dirección transversal" a la del tiempo trascendente; nos preguntamos ¿concuerdan estas características con aquella alegoría óptica? Respuesta: Sí. Y ello se demues­tra mediante la siguiente interpretación. Al atribuir fluencia al sujeto anímico evolutivo, al su­ponerlo "semejante a un haz de luz", CONSIDERAMOS TÁCITAMENTE QUE LOS TRES SUJETOS QUE CONFORMA JERÁRQUICAMENTE SON SUCESIVOS, ES DECIR, TEMPORALES. Sin embargo, los dos primeros sujetos, racional y cultural, por animar estruc­turas funcionalmente sincronizadas en el tiempo trascendente del macrocosmos, participan del orden macrocósmico al desenvolverse en una sucesión de actos dirigidos en el sentido del tiempo trascendente; esto es: el fluir de los sujetos racional y cultural, luminoso si se quiere, acaece paralelamente con el transcurrir del tiempo trascendente. SIN QUE PUEDA ESTA­BLECERSE UNA DIFERENCIA DE DIRECCIÓN ENTRE AMBOS. Quiere decir que, aún cuando aceptamos que LA ESENCIA DEL SUJETO ANÍMICO EVOLUTIVO "COMPLETO" ES TEMPORAL, no habría manera de establecer diferencia alguna entre la temporalidad inmanente de los sujetos racional y cultural, y la sucesión del tiempo trascenden­te; y a tal indiferencia la denominamos, con razón, INCONSCIENTE; "inconsciente" es el modo en que ocurre la acción de los sujetos racional y cultural. Por eso se afirma sólo que "la esencia de la conciencia es el tiempo", aludiendo al suceder transversal del sujeto consciente, aunque, tal como se desprende de la alegoría del haz de luz, el sujeto anímico completo sea esencialmente temporal.
El segundo filtro que intercepta el haz de luz, amarillo, era análogo a la estructura cultu­ral: la luz que los atravesaba formaba un pequeño haz color verde, equivalente al sujeto cons­ciente. Pues bien, si imaginamos que dicho haz resultante SE DESVÍA DE SU DIRECCIÓN ORIGINAL, INMEDIATAMENTE DESPUÉS DE ATRAVESAR EL FILTRO AMARILLO, YA TENDREMOS LA IMAGEN ALEGÓRICA DE UN SUJETO CONSCIENTE, CONS­TITUÍDO ESENCIALMENTE POR UNA SUBSTANCIA QUE FLUYE EN DIRECCIÓN TRANSVERSAL A LA DEL HAZ ORIGINAL. Esta imagen, que corresponde analógicamen­te con el concepto de tiempo inmanente transversal expuesta anteriormente, puede observarse en la figura 26, en el haz "G" análogo al sujeto consciente.
A pesar de que la alegoría es por demás evidente, cabe destacar que las relaciones ana­lógicas entre el carácter temporal de la conciencia y la naturaleza lumínica del haz "G" llegan tan lejos que hasta coinciden en la extraña propiedad de ser "continuo y discontinuo". El por­que el tiempo trascendente, y todo tiempo, es continuo y discontinuo a la vez se explica en el libro Física Hiperbórea; pero conviene advertir aquí que, en efecto, la luz puede comportarse en forma "continua" como ONDA y en forma "discontinua" como CORPÚSCULO O QUANTO.
 Al estudiar la figura 26, hay que tener en cuenta que la desviación del haz lumínico "G", con respecto a la dirección que llevaban los haces "E" y "F", REPRESENTA analógicamente la dirección propia del tiempo inmanente, la cual es transversal a la del tiempo trascendente. Pero el haz "G", análogo al sujeto consciente, se refleja en el espejo curvo "D", ANÁLOGO A LA SUPERFICIE EXTERIOR DE LA ESFERA DE LUZ ¿qué significado hay que extraer de este hecho? Respuesta: Ante todo, que el sujeto consciente, cuya esencia es absolutamente sucesiva, OBSERVA POR REFLEJO LA ESTRUCTURA CULTURAL ("C"); vale decir, el sujeto consciente "mira hacia la estructura cultural", hecho que ya conocíamos del inciso ante­rior. Sin embargo, la alegoría nos dice más aún. Si el sujeto consciente no se reflejase, en cierto momento de su acaecer, NO HABRÍA POSIBILIDAD DE CONTENIDO CONSCIENTE ALGUNO: el sujeto SE ALEJARÍA TEMPORALMENTE de todo símbolo emergente, de toda representación, de toda imagen, EN DIRECCIÓN OPUESTA A SU APARICIÓN; seria como si el sujeto consciente, entregado extáticamente a su fluir, DIESE LA ESPALDA A LOS SÍMBOLOS REFERENTES AL MUNDO, y éstos pujasen inútilmente por darle alcance.
Debemos sacar de esta alegoría dos conclusiones. La primera es que, aún cuando la esencia de la conciencia sea el fluir temporal, el sujeto consciente ha de oponerse a su propia fluencia para "mirar hacia atrás" y recoger los símbolos emergentes. La segunda es que esta reflexión intencional, que procura aprehender contenidos sémicos, sólo tiene sentido si tales contenidos existen; es decir, que "la conciencia" sólo puede ser "conciencia de algo": sin contenido, el sujeto consciente se desarrolla en una absoluta fluencia temporal que lo lleva hacia el futuro; pero ese tránsito hacia el todo y la nada final sólo puede efectuarse en un éxta­sis hiperconsciente que es, por eso mismo, inconsciente del mundo. Mas cuando existe el sím­bolo emergente, la representación del ente producida por el sujeto cultural o racional, entonces el sujeto consciente se coloca "de espaldas" al sentido de su fluir temporal para "tomar con­ciencia" del mismo: y sólo así hay verdadera "conciencia", pues se trata de la "conciencia de" un contenido sémico. Naturalmente, cuando el sujeto consciente se halla motivado para reque­rir material simbólico del esquema de sí mismo o "memoria representativa" con el fin de for­jarse una fantasía, ocurre el mismo proceso: el sujeto "mira" hacia el umbral de conciencia, es decir, se enfrenta al símbolo emergente "dando la espalda" a su propio acaecer temporal.
Es importante advertir que en esta reflexión que el sujeto consciente efectúa sobre su propio sentido, para enfrentarse a los símbolos emergentes, manifiesta una preeminencia del futuro que condiciona inevitablemente todo acto consciente. El sujeto consciente, en efecto, al RETENER el símbolo frente a sí, en realidad lo ha esperado un instante y por eso lo aprehende DESDE EL FUTURO: aunque ese instante sea infinitesimal, no es posible desconocer que el sujeto consciente, situado en su propio instante de aprehensión, constituye el futuro del símbo­lo, un futuro que al convertirse en presente se denomina "conciencia del símbolo".
Durante la retención el símbolo se encuentra en el presente del sujeto consciente y por eso se denomina "conciencia presente" a su aprehensión. Pero, si bien el sujeto consciente se enfrenta al símbolo "dando la espalda" a su propia fluencia temporal, tal fluencia no deja por eso de existir y de impulsar al símbolo hacia el pasado: el símbolo emergente sucede en el tiempo inmanente y su corriente trata de arrancarlo de la presencia del sujeto consciente. 


En la retención ocurre, pues, una puja dialéctica entre la atención del sujeto consciente,
puesta en retener presente al símbolo, operando "desde el futuro", y la corriente del tiempo inmanente que lo arrastra hacia el pasado. Que el presente es una neutralidad subjetiva producto de una confrontación dialéctica es algo que se comprueba en el hecho de que, al quitar la atención, es decir, la oposición puesta en el símbolo, ésta se pierde inmediatamente en el pasado. Y tal confrontación sólo es posible porque el sujeto consciente, para retener al símbolo, ha debido reflexionar sobre su propio transcurrir situándose "de espal­das", como lo muestra analógicamente en la figura 26 la reflexión de "G" en el espejo "D": el sujeto consciente, vuelto al revés del tiempo inmanente, no puede menos que oponerse a un símbolo que avanza en la dirección de su atención. Así, la retención es el producto sintético de un acto de oposición que ABRE, subjetivamente, una brecha en la serie de instantes del tiempo inmanente: la conciencia PRESENTE del símbolo.
El carácter dialéctico de la retención puede también inferirse de la figura 24, observan­do que la dirección del tiempo inmanente va desde el eje xx hacia la esfera de luz, es decir, en dirección inversa al "mirar" del sujeto consciente, quien centra su atención en el umbral de conciencia Ψ. Es evidente allí que el símbolo I' se enfrenta al sujeto consciente. Pero el senti­do de la flecha Ti indica el futuro del sujeto consciente, futuro al que este "vuelve la espalda" para aprehender a I'. Y, por el contrario, la dirección de Ti indica el pasado de I', la región a la que irá el símbolo cuando el sujeto quite su atención y éste desaparezca del presente. Resulta claro, entonces, que la retención de I' en un "presente" es producto de la oposición que el suje­to consciente efectúa desde el futuro inmanente para detenerlo; I', por su parte, sucede en el tiempo inmanente y ese transcurrir lo impulsa hacia el futuro inmanente que resulta así, por su oposición, el pasado subjetivo del sujeto consciente.
En resumen, al "mirar" hacia el umbral de conciencia, en dirección opuesta a su fluencia esencial, el sujete consciente considera al pasado inmanente como si fuese una especie de futuro, toda vez que "espera" percibir sucesos procedentes de esa dirección. Pero en esa dirección, que es una especie de futuro subjetivo, sólo esta el mundo intermediario de la estructura cultural y, más allá, el mundo exterior, el macrocosmos y el tiempo trascendente. De aquí que al percibir los símbolos emergentes, el sujeto consciente cometa el error gnoseológico de tomar el dato de la duración originaria del ente en el tiempo trascendente, es decir, la extensión, por una aprehensión efectiva del tiempo. En consecuencia, aunque la anisotropía del tiempo trascendente permite la fluencia inmanente de la conciencia, ocurre el absurdo hecho de que el sujeto consciente se identifica con el tiempo trascendente a partir de la dimensión extensión del símbolo emergente. Pero esto lo explicaremos paso a paso valiéndonos de la figura 25.
Para comenzar, observemos que todo sujeto consciente dispone de la curiosa posibili­dad DE VIVENCIAR EL PRESENTE DESDE DOS PERSPECTIVAS DIFERENTES. Se­gún se explicará enseguida, se trata de dos actitudes que el sujeto consciente puede adoptar frente A UN MISMO símbolo emergente durante su retención.
Es posible, en efecto, que el sujeto consciente perciba el símbolo I', como objeto en el tiempo, DESDE LA PERSPECTIVA DE SU EXTENSIÓN O DESDE LA PERSPECTIVA DE SU COMPRENSIÓN. En el primer caso la extensión del símbolo I' reflejará la duración original del ente en el tiempo trascendente: la conciencia presente de I' será entonces EX­TENSIVA y por eso en la figura 25 hemos señalado con las iniciales S.P.E. el lugar geométri­co analógico del S-ujeto en P-resente E-xtensivo. En el segundo caso la comprensión del sím­bolo I' permitirá la aprehensión de tiempo inmanente, tiempo en el que verdaderamente sucede la emergencia de I': la conciencia presente de I' es, entonces, COMPRENSIVA y por eso he­mos señalado con iniciales S.P.C. el lugar geométrico analógico del S-ujeto en P-resente C-omprensivo. Vamos a explicar ambos casos para exponer la conciencia del tiempo trascendente y la conciencia del tiempo inmanente, y mostrar que sólo la ultima constituye un conocimiento cierto sobre la naturaleza del tiempo, sobre el carácter dialéctico del presente subjetivo.

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