lunes, 9 de marzo de 2020

C - La doble temporalidad del microcosmos potencial.

C - La doble temporalidad del microcosmos potencial.

Hemos aclarado ya que la "autonomía óntica", que caracteriza a un microcosmos actual, es fundamentalmente una autonomía "temporal", producto de un elevado grado de conciencia. Pero "nuestro propósito es mostrar la estructura psíquica del pasú en el momento previo al encadenamiento espiritual", según declaramos en los primeros incisos. En dicho "momento" especifico de su historia el pasú, desde luego, no era "microcosmos actual" sino POTENCIAL, aunque su evolución apuntaba hacia tal entelequia. Y, como "microcosmos potencial", no obstante su manifiesta falta de desarrollo, el pasú había construido una incipiente esfera de conciencia (figura 11b) animada por el correspondiente "sujeto consciente".
En términos temporales la diferencia entre microcosmos actual y potencial es la siguien­te: en el microcosmos actual el sujeto consciente ha sido capaz de pensarse a sí mismo, ha "vivenciado" el esquema de sí mismo, y, por subsistir en un "tiempo propio", se ha tornado ente autónomo; en el microcosmos potencial el sujeto consciente está localizado sobre un esquema incompleto de sí mismo y, por lo tanto, sólo es inmanente a la esfera de conciencia; en otras palabras: el "tiempo propio", que es esencial al sujeto consciente, sólo es inmanente a la esfera de conciencia; fuera de ella el sujeto conciente es incapaz de abarcar otras estructu­ras del microcosmos. Pero, aquello que quede fuera de la conciencia del sujeto, es decir, fuera de la dirección del tiempo propio, será inevitablemente objeto del tiempo trascendente, su existencia sucederá en él. Por eso en el microcosmos potencial, tal como ya fue explicado en otro articulo, "los relojes atómicos, biológicos y psicofisiológicos, del pasú, están sincronizados con los relojes cósmicos que regulan los movimientos de los entes según patrones universales de ra­zón"; en el microcosmos potencial, salvo la esfera de conciencia, toda otra estructura subsiste en el tiempo trascendente.
En el microcosmos potencial, entonces, coexisten dos naturalezas temporales: el tiempo propio, inmanente, en la esfera de conciencia y el tiempo trascendente en las restantes estruc­turas del microcosmos. Naturalmente, estos tiempos coexisten sin interferirse debido a la ani­sotropía del tiempo trascendente, que impide a este transcurrir en la misma dirección del tiem­po inmanente. El microcosmos potencial es así un ente que sucede en el tiempo trascendente pero en cuya entraña, en una hondura insondable, coexiste el tiempo inmanente de la conciencia. La esfera de conciencia, fuente del tiempo inmanente, es un núcleo de efectiva autonomía temporal, pero, por constituir una estructura integrada a la organicidad microcósmica, no podrá alcanzar conjuntamente la efectiva autonomía espacial del ente: por ahora es sólo interioridad del ente, un abismo en la intimidad del microcosmos, una conciencia de entes externos que no consigue conciencializar a sí mismo.
De este microcosmos potencial, dotado de un núcleo de tiempo inmanente pero que participa, en ciertas estructuras, del tiempo trascendente, nos vamos a ocupar exclusivamente a continuación.
Comencemos por destacar una importante consecuencia: si sólo la esfera de conciencia sucede en el tiempo inmanente, entonces las restantes estructuras de la psique subsisten en el tiempo trascendente. Especialmente debemos atender al hecho de que la estructura cultural permanece, y crece, en el tiempo trascendente. Pero la estructura cultural viene a cumplir la función de "limite inferior" de la esfera de conciencia, puesto que hemos definido a ésta como "un espacio analógico que se extiende sobre el sistema vivenciado". En la figura 22 el arco xx representa analógicamente tal "limite inferior", vale decir, el comienzo de la esfera de con­ciencia; recordemos que la esfera de conciencia se compone de "esfera de sombra" y "esfera de luz". Siempre refiriéndonos a la figura 22, es cómodo imaginar al tiempo inmanente como una corriente de manantial cuya fuente se encuentra exactamente en el arco xx: el tiempo surge de xx y corre hacia Ψ, inundando la totalidad de la esfera de conciencia. Analógicamente, bajo esta alegoría, se debe ver la terminación esencialmente sucesiva del sujeto anímico evolutivo, al que, justamente, denominamos "sujeto consciente".
El el arco xx de la figura 22 corresponde al nivel del símbolo I de la figura 21, el cual se encuentra sobre el plano de significación horizontal del concepto xx: a partir de xx "comienza la esfera de conciencia". Ahora bien, el tiempo inmanente corre de xx a Ψ1, según dijimos: pero esta es la "dirección que siguen las representaciones emergentes hacia la esfera de luz, tales como I'. Es evidente, pues, que toda emergencia de un símbolo en la esfera de conciencia sucede en el sentido del tiempo inmanente. Las notas principales de la energía psíquica, en que consiste todo símbolo emergente, son: movimiento, intensidad y dirección; al movimiento lo hemos llamado "emergencia" y a la dirección "intención". Sin embargo, por se­guir el sentido del tiempo inmanente, de xx a Ψ1, a la dirección de todo símbolo emergente se la denomina: INTENCIÓN TEMPORAL. Este concepto ya había sido adelantado en el articu­lo 'A' del inciso anterior. Allí, en efecto, se dijo: "Sabemos ya cuando se inicia la conciencia pero lo que más nos interesa es conocer que modificaciones introduce su presencia en el pensar racional; vale decir ¿qué dimensión o característica del pensar nos demuestra inequívocamente que se trata de una "conciencia" y no de ningún acto psíquico? Respuesta: la intención tempo­ral del pensamiento". Y, más adelante: "El pensamiento de una Relación puede adquirir, por la referencia a sí mismo de su dimensión potencia, caso (c), una "intención temporal" determina­da; y eso lo convierte en "consciente". Estos comentarios, y otros por el estilo, que se hicieron en artículos anteriores han de quedar ahora completamente aclarados al conocerse la naturaleza del tiempo inmanente.
Consideremos nuevamente la "expresión energética del pensamiento del pasú": W. Tt = Ep; esto es: la potencia activa del concepto xx (W) por el tiempo trascendente o "duración de la vivencia sistemática" (Tt) es equivalente a la energía psíquica (Ep) del símbolo I.
Sabemos que la Relación xx subsiste en el tiempo trascendente y que, al ser vivenciada por el sujeto cultural, el substrato de su potencia activa causa la energía del símbolo I que imita al concepto xx; si la potencia activa esta referida a sí mismo entonces el símbolo I emer­gerá dirigido hacia Ψ1, es decir, su energía tendrá el carácter de "primera intención": ahora sa­bemos, también, que la primera intención apunta en la dirección del tiempo inmanente. De acuerdo a la definición dada, es evidente que el pensamiento de todo símbolo emergente, su aprehensión por el sujeto, ha de constituir una "conciencia de", ya que ello no puede ocurrir mas que en la esfera de conciencia, tal como se había adelantado.
Una interpretación temporal de la "expresión energética" nos va a permitir responder a un difícil interrogante. En efecto, si la conciencia transcurre en un tiempo propio, al cual no interfiere el tiempo trascendente debido a su anisotropía esencial ¿cómo es que el sujeto cons­ciente toma conciencia de la temporalidad trascendente de los entes externos? La respuesta hay que buscarla en la "expresión energética", en la determinación intencional que la potencia activa introduce a la energía de todo símbolo emergente que procede de la estructura cultural: mientras la potencia activa (W), que se encuentra en el primer miembro de la expresión, TIENE LA DIRECCIÓN DEL TIEMPO TRASCENDENTE (Tt), por el cual está multiplica­do, por el contrario la energía equivalente (Ep) demuestra una DIRECCIÓN TRANSVERSAL a la de (Tt); tal "dirección transversal" es la que indica la primer intención, casos (a), (b) o (c). Si considerásemos, sólo a título analógico, a los términos de la expresión energética como magnitudes vectoriales, diríamos que el vector energía (Ep) "ROTÓ" de la dirección del tiem­po trascendente a la del tiempo inmanente.
Resulta así que, aunque los tiempos trascendente e inmanente coexistan sin interferirse, existen ciertos ENTES INTERNOS, o "SÍMBOLOS PSÍQUICOS", capaces de PERMANE­CER en la dirección del tiempo trascendente o rotar temporalmente y SUCEDER a la dirección del tiempo inmanente: los símbolos que permanecen en el tiempo trascendente son, desde luego, los Principios y Relaciones, vale decir, los sistemas de la estructura cultural; los símbo­los que suceden en el tiempo inmanente, POR CAUSA DE LA POTENCIA ACTIVA DE LAS RELACIONES, son las representaciones de conceptos, tales como I' (figura 21), que emergen con primera intención hacia el umbral de conciencia Ψ. La expresión energética des­cribe la relación de causa y efecto que vincula al símbolo homólogo I' y al concepto xx. Una primera aproximación a la respuesta buscada es, entonces, que: todo símbolo emergente, cuya substancia es la energía psíquica (Ep), contiene un dato que revela al sujeto consciente la existencia del tiempo trascendente. Es fundamental destacar la siguiente propiedad: dicho dato permanece invariante durante la rotación temporal de la energía (Ep) y se mantiene en la suce­sión inmanente de la emergencia.
Hay que aclarar que "el tiempo trascendente" revelado al sujeto consciente por tal dato del símbolo emergente corresponde siempre a una DURACIÓN ORIGINARIA del ente exter­no, duración que ha sido interpretada por la razón como propiedad sémica del esquema. Esto quiere decir que, cuando el esquema es vivenciado por el sujeto cultural, y su potencia produce una representación consciente, la duración originaria se ha de transferir invariablemente al símbolo emergente como un dato pronto a ser notado por el sujeto consciente.
En consecuencia, la conciencia de la duración originaria del ente externo procede de un dato del símbolo emergente, es decir, de una propiedad objetiva a posteriori, y no de una in­tuición a priori del tiempo como pretende Kant.
El microcosmos potencial participa del tiempo trascendente del macrocosmos y posee un tiempo propio, inmanente a la esfera de conciencia; ambos tiempos coexisten sin interfe­rirse Y SON REALES; ambos pueden ser conocidos como sucesión pura, sin referencia a ente alguno, por el sujeto consciente: el tiempo inmanente por AUTOSCOPÍA de su propia esencia, y el tiempo trascendente, tal como se demostrará más adelante, por intuición de la extensión irrelevante de la significación continua. Pero el hecho de que efectivamente pueda ocurrir la intuición pura del tiempo no implica que ésta deba constituir el fundamento a priori de la tem­poralidad de los entes; por el contrario, la conciencia de la duración de un ente en el tiempo trascendente procede de una propiedad objetiva de su representación, propiedad que refleja aquella duración originaria, vale decir, es un dato a posteriori.
Como primera aproximación obtuvimos que el sujeto consciente conoce el tiempo tras­cendente indirectamente, por un dato propio de la representación consciente. Para completar la respuesta debemos indagar, pues, sobre la naturaleza de tal dato.
El dato temporal el sujeto consciente lo recoge del símbolo emergente; mas ¿qué es un símbolo emergente? Respuesta: una estructura cuya substancia consiste en energía psíquica (Ep). Pero toda estructura determina una forma: el símbolo emergente es, también, una forma substancialmente energética. Esto se comprueba analógicamente en la figura 19, adonde el símbolo I, homólogo al concepto xx, se ha representado arbitrariamente como una forma trian­gular. Considerando esta definición podemos afirmar que el dato buscado, por cuyo interme­dio el sujeto consciente conoce el tiempo trascendente, es la EXTENSIÓN FORMAL de todo símbolo emergente. Con el fin de aclarar la cuestión vamos a remitirnos al estudio analógico del articulo "F" del inciso anterior.
Ante todo, recordemos que "el tiempo trascendente aumenta en el sentido de la dimen­sión extensión (ver figura 18)". La extensión" del concepto xx, en efecto, constituye una medi­da del tiempo trascendente que, además, SE CONSERVA INVARIANTE en el símbolo ho­mo­logo I', aún cuando su energía (Ep) haya rotado temporalmente: LA INVARIANCIA DE LA DIMENSIÓN EXTENSIÓN ES EL DATO QUE REVELA AL SUJETO CONSCIENTE UNA "DURACIÓN" ORIGINARIA EN EL TIEMPO TRASCENDENTE. Esto ya lo había­mos adelantado en el comentario tercero de citado articulo: "Consideremos ahora el símbolo I, manifestado por la potencia del Concepto xx. Ambos elementos son sémicamente homólogos aunque difieren en sus dimensiones. Si tenemos en cuenta que el símbolo I, de la figura 19, es efecto del concepto xx hemos de concluir que TANTO LA EXTENSIÓN COMO LA COM­PRENSIÓN DEL CONCEPTO ESTÁN IGUALMENTE EN EL SÍMBOLO I: la extensión del concepto, en efecto, es denotada en el símbolo I POR LA DURACIÓN durante la cual se manifiesta en el pensamiento; la comprensión del concepto es función del espesor de la tajada e igual al volumen de ésta: podemos convenir en que el espesor del símbolo, y su volumen, son iguales a los del concepto tajada". "LA EXTENSIÓN DEL CONCEPTO ES IGUAL A LA EXTENSIÓN DEL SÍMBOLO Y LA COMPRENSIÓN DEL CONCEPTO ES IGUAL A LA COMPRENSIÓN DEL SÍMBOLO".
La extensión del símbolo revela al sujeto consciente, según hemos visto, la duración originaria del ente externo, vale decir, revela sólo aquella cantidad de tiempo trascendente que corresponde a la percepción sensible del ente externo o a la rememoración de su esquema; entonces, cabe preguntar ¿cómo podría percibir el sujeto consciente la sucesión pura del tiem­po trascendente, desligada de toda referencia óntica? Con otras palabras ¿puede experi­men­tarse la conciencia de una intuición pura del tiempo trascendente, a pesar de su anisotro­pía? Respuesta: El sujeto consciente, en ausencia de toda representación, puede intuir la su­cesión del tiempo trascendente debido a su paralelismo con la significación continua que fun­damenta el pensar racional. En la figura 21 se advierte que el Plano de significación (STt) del lenguaje habitual es horizontal y paralelo al umbral de conciencia Ψ hacia donde el sujeto consciente tiene centrada su atención; pero, además, el plano de significación (STt) es extenso en direc­ción (o Tt), es decir, en el sentido del tiempo trascendente: todo esto nos indica que, aunque en el contexto del lenguaje habitual no sea notado ningún concepto ("concepto vacío"), la percep­ción de la significación continúa como pura extensión sistemática, su duración sin relie­ve, equivale a la intuición consciente del tiempo trascendente.



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