jueves, 27 de febrero de 2020

B - Descripción temporal del ente autónomo.

B - Descripción temporal del ente autónomo.

Hemos visto que resulta inconcebible un microcosmos entelequial sin que el alma guar­de una perfecta correspondencia formal con el Demiurgo. Así, en el microcosmos, ha de mani­festarse un aspecto conciencia-tiempo, análogo a la Conciencia-Tiempo del macrocosmos: el microcosmos, para ser tal, debe alcanzar una autonomía temporal, debe independizarse del tiempo trascendente del macrocosmos. Mas, ¿cómo un ente, que hasta entonces permanecía en el tiempo trascendente, puede situarse fuera de él y evitar ser arrastrado por su fluencia irresis­tible? Respuesta: Para entenderlo hay que considerar el siguiente principio: EL TIEMPO TRASCENDENTE ES ISÓTROPO PARA TODO ENTE QUE ES PERMANENTE O SU­CESIVO EN ÉL, PERO ES ANISÓTROPO PARA TODO OTRO TIEMPO INMANENTE, EN EL SENTIDO DE SU SUCESIÓN. Lo primero quiere decir que todo ente, permanente o sucesivo, existe con carácter fenoménico EN el tiempo trascendente y está determinado por él: si es permanente, esta determinado por su duración y si es sucesivo por su desarrollo proce­sual. Lo segundo nos dice que el tiempo trascendente, no obstante ser isotrópico para todo ente, es capaz DE COEXISTIR CON OTRO TIEMPO SIN SUPERPONERSE CON EL SENTIDO DE SU TRANSCURRIR; VALE DECIR, EL TIEMPO TRASCENDENTE ES ANISOTRÓPO EN EL SENTIDO SUCESIVO DE TODO TIEMPO COEXISTENTE.
Este principio nos va a permitir responder a la pregunta anterior: Cuando el microcos­mos, que es un ente sucesivo en el tiempo trascendente, es abarcado por la conciencia de su alma, se torna sucesivo en la dirección de un "tiempo propio", es decir, su suceder ocurre en el flujo inmanente de la corriente de conciencia: entonces sobreviene necesariamente la autonomía óntica porque el tiempo trascendente es anisótropo en la dirección del tiempo inmanente. Natu­ralmente, la anisotropía del tiempo trascendente no implica un defecto de la Conciencia del Demiurgo sino que constituye el modo como Él permite la coexistencia del microcosmos actual y la consumación de su finalidad entelequial: al obtener la autonomía óntica, al convertirse en microcosmos actual, el pasú PONE EL MÁXIMO SENTIDO POSIBLE EN LA OBRA DEL DEMIURGO. LA RELACIÓN COEXISTENTE ENTRE MICROCOSMOS Y MACRO­COSMOS SE DENOMINA ARMONÍA: LA CONCIENCIA DE LA ARMONÍA, POR PARTE DEL MICROCOSMOS VIVIENTE, CONSTITUYE EL MAYOR DESCUBRI­MIENTO POSIBLE Y TAMBIÉN EL MAYOR BIEN; EQUIVALE A VIVENCIAR UN "ESQUEMA DE SÍ MISMO" DEL DEMIURGO. Evidentemente, el objetivo último de la fi­nalidad es impresionar con la magnitud colosal de la obra y despertar la admiración del micro­cosmos por su Creador.
Tampoco debe creerse que con la anisotropía del tiempo trascendente, al permitir la coexistencia autónoma del microcosmos actual, el Demiurgo asegura la eternidad de sus criatu­ras. El microcosmos actual, así como otras complexiones dévicas que aquí no estudiaremos, ES INMORTAL PERO NO ETERNO: el pasú puede sobrevivir a la muerte física, vale decir, a la desintegración orgánica del microcosmos, transformando a éste en ente autónomo; pero, aún cuando su cuerpo físico sea inmortal, jamás gozará de la eternidad que el Demiurgo y los Espíritus poseen como carácter esencial ¿Por qué? Respuesta: porque la condición de la eterni­dad es la NO SUCESIÓN y el microcosmos actual fundamenta su autonomía, y su inmortali­dad, en un "tiempo propio" que, en tanto que tiempo, es esencialmente sucesivo. Por el contra­rio, la eternidad no implica sucesión de instantes sino un solo instante siempre presente, que no obstante, abarca y sobrepasa al tiempo sucesivo. Aunque parezca una paradoja increíble, se trata de una tenebrosa verdad: aún cuando el pasú haya conquistado la inmortalidad del cuerpo físico, y se comporte como ente autónomo con respecto al tiempo trascendente, SU MICROCOSMOS TENDRÁ FATAL DISOLUCIÓN SIMULTÁNEAMENTE CON EL PRALAYA MACROCÓSMICO. Y, tras la disolución de todo ente sucesivo, durante la noche de parabrahman, solo El Uno existirá en la eternidad. Los Espíritus Hiperbóreos también son eternos y luego veremos que importancia reviste dicho carácter para el encadenamiento a la materia.
El por qué de un ente autónomo, es decir, independiente del tiempo trascendente, ha de finalizar su existencia en el momento que concluye el tiempo trascendente, no podrá ser com­prendido sin una adecuada descripción de dicho tiempo del macrocosmos. Sin embargo, una descripción tal sólo se ha efectuado en el libro "Física Hiperbórea", el cual se va a editar sepa­rado de los "Fundamentos...". Aquí, pues, solo podemos mencionar algunas características, ya que una explicación rigurosa requiere el empleo del QUANTUM ARQUETÍPICO DE ENER­GÍA definido en la "Física". Por ejemplo, conviene destacar que el tiempo trascendente no sólo presenta la extraña cualidad, ya señalada, de ser isotrópico para los entes permanentes y suce­sivos y anisotrópico para otros tiempos sucesivos, sino que también es continuo y discontinuo a la vez. Ello se debe a que el espacio real se compone esencialmente de quantos arquetípicos, los cuales poseen, cada uno, un "punto indiscernible". Resulta así, que en cualquier porción del espacio, por pequeña que sea, existe siempre una región coordenable, propiamente espacial, que constituye el principio de la extensión continua, y un "punto indiscernible", no acotable, propiamente temporal, que es el mismo punto que podría localizarse en cualquier lugar del Universo: este punto indiscernible constituye el principio y el fin del tiempo trascendente. Todo ente situado en el espacio existe en el tiempo trascendente porque sucede en él, pero no existe en el punto indiscernible que posee en su seno porque tal punto es común a todos los entes existentes en cualquier región del espacio: el punto indiscernible es denominado; tam­bién, EL OJO DE ABRAXAS. De esta manera, todo ente sucesivo, por ejemplo, ES Y NO ES en cada momento de su acontecer: pero su ser es sucesivo y su no ser es permanente. El fin de todo ente, del ente particular y del ente universal, está presente en cada instante del tiempo trascendente: y de esta finalidad no escapan ni siquiera los entes autónomos o inmortales como el microcosmos actual del pasú. Por eso se dice que la sola percepción del aspecto sucesivo o fenoménico de los entes constituye una ILUSIÓN, ya que su fin, la nada que alcanzará al con­cluir el tiempo sucesivo, que es igual a la nada inicial, anterior al tiempo sucesivo, se encuen­tra siempre presente en los entes, expuesta a la mirada aguda.
Según vemos, LA ESENCIA DE LA CONCIENCIA ES EL TIEMPO: el tiempo tras­cendente manifiesta la macro Conciencia de El Uno; el tiempo inmanente expresa la concien­cia del microcosmos. Si existe el tiempo inmanente, si el pasú ha desarrollado un sujeto cons­ciente en la esfera de conciencia, entonces el tiempo trascendente será anisótropo en esa direc­ción y el microcosmos podrá convertirse en ente autónomo. El tiempo inmanente será, así, un "tiempo propio" del microcosmos, el cual, necesariamente, tendrá carácter INTERNO, dado que fuera del microcosmos transcurre el tiempo trascendente.
El microcosmos actual subsiste en su propio tiempo inmanente, cuyo fluir brota del sujeto consciente en una sucesión de instantes que se pierde en la interioridad del ente, en una dirección no surcada por el tiempo trascendente. Debido a esta autonomía DESDE EL INTE­RIOR DEL ENTE, que alcanza el microcosmos actual con respecto al tiempo trascendente, TAMBIÉN SE INDEPENDIZA DEL ESPACIO, adquiriendo la libertad de ubicarse en cual­quier sitio sin ser condicionado por el tiempo trascendente. En resumen; la entelequia del pasú, el microcosmos actual, todo conciencia, todo tiempo inmanente, es independiente del tiempo y del espacio del macrocosmos: tal el grado de libertad que implica la AUTONOMÍA ÓNTICA. Cabe destacar que, en un ente autónomo, el tiempo inmanente ha de progresar indefinidamente en la interioridad del microcosmos, en la dirección de su transcurrir, sin que ello guarde relación con el tiempo trascendente, exterior, del macrocosmos. Por eso, CUANDO EL MICROCOS­MOS ACTUAL ACTÚA VOLUNTARIAMENTE SOBRE EL MACROCOSMOS, ES EL MOMENTO EN QUE EL MACROCOSMOS ADQUIERE MÁXIMO SENTIDO, cumpliendo así el obje­tivo de su finalidad. Este es el caso, por ejemplo, de los Maestros de Sabiduría de la Jerar­quía Blanca, quienes periódicamente suelen actuar en el mundo con sus cuerpos entelequiales en lo que denominan: "misiones para favorecer el desarrollo de los Planes cósmicos".



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