martes, 25 de febrero de 2020

F - Estudio analógico de la "expresión energética del pensamiento del pasú".

F - Estudio analógico de la "expresión energética del pensamiento del pasú".

Aquí vamos a exponer, y a explicar, varios importantes conceptos valiéndonos, como hasta ahora, de la analogía y la inducción. Entre tales conceptos se encuentran, en primer lugar, la "expresión energética del pensamiento del pasú", de la que convendrá especificar sus alcan­ces para evitar el equívoco de confundirla con una función fisicomatemática, es decir, con una relación entre magnitudes variables de un fenómeno físico a las cuales se puede medir empíri­camente con instrumentos adecuados. Las magnitudes "potencia activa" y "energía psíquica" son ciertamente variables, PERO EL FENÓMENO AL QUE CARACTERIZAN ES PSÍQUI­CO, NO FÍSICO. Sin embargo, aunque el fenómeno que representa sea subjetivo, la estructura matemática de la expresión (4) es perfectamente adecuada para describir sus propiedades evi­dentes:
Primera: la "potencia activa", el "tiempo trascendente" y la "energía psíquica" SON magnitudes variables.
Segunda: la potencia activa y el tiempo trascendente SON causa de la energía psíquica.
Tercera: la energía psíquica varía en forma directamente proporcional a la variación de la potencia activa y del tiempo trascendente. Esta tercera propiedad es suficiente para justificar la formulación matemática pues revela que entre las magnitudes existe una rela­ción funcional. Pero la formula (4) proviene de un lenguaje combinado en el cual la "potencia" (W) y el "tiempo trascendente" (Tt) son CONCEPTOS NO NUMERABLES QUE EXPRE­SAN VARIACIÓN y entre los cuales se halla definida una LEY DE COMPOSICIÓN o FUNCIÓN simbolizada con (.). Tal ley afirma que la variación positiva de cualquiera de am­bas magnitudes determina la variación proporcional, o RACIONAL, de una tercera magnitud "energía psíquica". Así, aún cuando la fórmula (4) que describe un fenómeno psíquico se ase­meja a la (1) que responde a un fenómeno físico, el sentido que ha de darse a (4) es el recien­temente expuesto: relación racional entre conceptos no numerables que expresan variación.
En segundo lugar, vamos a definir un CUADRANTE ANALÓGICO que nos permitirá representar sistemas simples (figura 13) en correspondencia analógica con la "expresión ener­gética del pensamiento" (4). El cuadrante es ciertamente cartesiano y ortogonal, mas sin "numeración coordenada" pues, como en el caso de la expresión (4), lo que se intenta represen­tar son CONCEPTOS NUMERABLES. Vale decir: en el cuadrante analógico no se ha defini­do una correspondencia biunívoca entre los puntos del plano y el conjunto de los números complejos; si así se hiciera el cuadrante seria inadecuado para representar magnitudes psíqui­cas; por el contrario, se ha definido rigurosamente una CORRESPONDENCIA CONCEP­TUAL entre el cuadrante y la estructura cultural de tal modo que lo representado en uno refleja CONCEPTUALMENTE lo fenoménico del otro.
Luego de esta aclaración ya podemos describir el cuadrante en cuestión. Ante todo hay que declarar que se trata del mismo sistema empleado en la figura 16 para mostrar al "concepto" como "tajada de una Relación". Allí se ve que el cuadrante (x, y) es análogo al "plano de signi­ficación" sobre el que ha sido notado el significado de un esquema.
El contexto significativo, del lenguaje facultado, determina que el significado notado sea sólo una tajada del esquema PARALELA AL PLANO DE SIGNIFICACIÓN. En la figura 17 podemos observar que el cuadrante analógico no difiere del que se empleo en la figura 16.
Sin embargo, en la figura 17, hemos establecido correspondencias entre los ejes que no habíamos señalado en la figura 16: al eje (0x) corresponde el concepto de "tiempo trascenden­te" y al eje (0y) corresponde el concepto de "significado". Estas correspondencias responden a la necesidad de que el "contexto significativo" u "horizonte mental en torno del significado" sea un lugar geométrico en el cual el RELIEVE del significado se pueda representar con un símbolo equivalente.
El "tiempo trascendente" (Tt), en cuyo seno según hemos visto permanece sincronizado el microcosmos, AUMENTA a partir de '0' en el sentido 0x. El significado (S), o "relieve so­bre el horizonte de la significación continua", AUMENTA a partir de '0' en el sentido 0y. Con estas convenciones podemos suponer que en todo relieve sobre el eje 0x su AMPLITUD ex­presará el valor del significado, en cada momento, sobre el eje 0y.
Recordemos que el significado es "el fundamento del pensamiento racional"; el "relieve", sobre el horizonte de la significación continua, es vivenciada como "idea" o "concepto" cuando el pensar aprehende al pensamiento de un sistema. Por lo tanto la represen­tación en el cuadrante analógico de un "relieve", o significado de un sistema, adquirirá máxima fidelidad si se refiere a un sistema concreto tal como el de la figura 13. En la figura 18, al solo efecto de brindar la referencia adecuada para señalar el relieve de un significado, se ha alineado el eje (0x) del plano analógico con un "sistema simple" de la estructura cultural del pasú. So­bre esta disposición vamos a destacar dos cosas.
Primero: ha de notarse que el tiempo trascen­dente aumenta en el sentido de la dimensión "extensión". Esto quiere decir que el pensamiento de un sistema siempre insume tiempo trascendente, AUN CUANDO EL PROPIO PENSA­MIENTO SEA VIVENCIADO COMO INTEMPORAL POR CARECER DE TIEM­PO IN­MANENTE.


Ocurre así por la falta de autonomía del microcosmos: todo acto mental, aún los manifiestamente intemporales como, por ejemplo, la imagen de un triángulo, es sólo un mo­vimiento junto a otros que constituyen el proceso evolutivo del pasú.; pero el pasú., en tanto que el microcosmos potencial, permanece en el tiempo trascendente donde tiene lugar la sin­cronización de todos sus movimientos. Aquí ya debe ser claro que el tiempo subjetivo del pen­sar NO ES EL TIEMPO TRASCENDENTE puesto que aquel puede ser experimentado o no mientras que este siempre transcurre. En el pasú. NO EXISTEN PENSAMIENTOS AB­SO­LUTAMENTE INTEMPORALES pues todo acto mental insume tiempo del macrocosmos: la "intemporalidad de un triángulo" es una apreciación subjetiva producto de la reflexión, de "detener" al triángulo en la atención sin advertir la DURACION REAL del pensamiento que mienta al triángulo.
Segundo: para facilitar la interpretación, en la figura 18, se ha desplazado al sistema xx del punto '0' u "origen del tiempo": el rigor de la analogía exige, en cambio, que el primer Principio coincida con el punto '0' QUE SEÑALA EL MOMENTO EN EL CUAL EL PENSAMIENTO EXPLORA AL ESQUEMA EN EXTENSIÓN.
Vamos a suponer ahora que un pensamiento sobre el sistema de la figura 18 produce en el horizonte de la significación continua el relieve que muestra la figura 19. El símbolo trian­gular, que se ha manifestado en el pensamiento, puede ser percibido, quizá, como "universal" e "intemporal", pero lo efectivo es que el pensamiento del símbolo registra una DURACION en el tiempo trascendente: mientras mas DURE el pensamiento sobre el sistema xx tanto más extensa será, analógicamente hablando, su dimensión, pues el sistema SUBSISTE en tanto el microcosmos PERMANECE.


Hemos de dar, ahora, un paso importantísimo en la exposición al recordar la tesis del articulo 'B': "la facultad traductiva es una función de la potencia activa". Estudiamos, en el ci­tado artículo, que la potencia de una Relación está siempre REFERIDA a la esfera de con­ciencia y que tal referencia la faculta para tornar horizontal el plano de significación en el cual ha de ser notado el significado. Esto es, naturalmente, un efecto subjetivo. Pero, si suponemos que el significado cuyo relieve triangular se ha representado en la figura 19, se encuentra nive­lado en un plano de significación HORIZONTAL CON RESPECTO A LA ESFERA DE CONCIENCIA cabe preguntar ¿cuál es el lugar geométrico de la esfera de conciencia en el cuadrante analógico? Respuesta: su lugar esta FUERA DEL PLANO, en dirección perpendicu­lar a la figura 19. Para señalar tal DIRECCION, en la figura 19, tendríamos que agregar un tercer eje, (0z), ortogonal con los otros ejes y perpendicular al plano de significación.
En la figura 20 se ha indicado, en perspectiva, la DIRECCION de la esfera de concien­cia por medio del eje analógico 0z. Comprobamos, así, que la referencia a la esfera de con­ciencia nos conduce a un sistema de tres ejes (x, y, z) que determina una especie de "espacio analógico" compuesto por tres cuadrantes: uno es el ya descripto (yx) o "plano de significación y contexto"; otro, del cual no nos vamos a ocupar, es el (zy); y un tercer cuadrante es (zx), que aparece frontal en la figura 20, y al que denominamos "plano temporal".


 La razón de que el eje (0z) esté dirigido hacia la parte inferior de la figura 20 es que en dicho eje se debe representar analógicamente a los distintos niveles de Energía psíquica de los símbolos que emergen hacia la esfera de conciencia: LA ENERGIA DE UN SIMBOLO EN TRANSITO HACIA LA CONCIENCIA, SEGÚN SE VERÁ DISMINUYE CONTINUA­MENTE. En geometría analítica el eje (0z) es "negativo", vale decir, el valor que representa su "ordenada y" disminuye a medida que aumenta la distancia al origen (0); esta cualidad es con­servada en el cuadrante analógico de la figura 20 y por eso se ha indicado (-Ep) en correspon­dencia con la disminución de Energía que ha de experimentar todo símbolo que transite en di­rección (0z) hacia la esfera de conciencia.
 Con el fin de aprovechar al máximo las posibilidades analógicas de la figura 20 vamos a proponer una importante convención: denominaremos "esfera de conciencia" al espacio ana­lógico que se encuentra MAS ALLÁ del plano de significación horizontal. Este plano, que en la figura es (yx), es "horizontal" porque ha sido nivelado con referencia a la "esfera de con­ciencia", tomada como "centro de referencia de sí mismo". De acuerdo con tal convención, la esfera de conciencia es el espacio formado por la suma de los planos PARALELOS a (yx) que se encuentran MAS ALLÁ del plano (yx), en dirección (0z). Ahora bien ¿hasta dónde se ex­tiende el espacio análogo a la esfera de conciencia? Respuesta: ante todo hay que considerar que la esfera de conciencia se compone de dos regiones bien definidas y distintas: la "esfera de sombra" y la "esfera de luz". El espacio (x, y, z) que se extiende "mas allá" del plano horizon­tal corresponde a la "esfera de sombra" y culmina en un plano común al espacio analó­gico de la "esfera de luz", la cual se prolonga hasta la superficie exterior de la esfera de con­ciencia. En la figura 20, en su parte inferior, se presentó un sistema de tres ejes, correspondien­te a la "esfera de luz", REFERIDO HACIA LA ESFERA DE SOMBRA y, "mas acá" de ésta, a la estructura cultural.


El motivo de que ambos sistemas geométricos estén mutuamente referidos se debe a que, en la estructura cultural, el sujeto racional remite el pensamiento hacia la esfera de sí mismo de acuerdo a la referencia a sí mismo que propicia la potencia activa de la Relación pensada y a que, en la esfera de luz, el sujeto consciente "mira" hacia la estructura cultural, ha­cia el plano de significación horizontal que, justamente, esta nivelado con respecto a sí.
Por otra parte, el "plano común" a ambos espacios analógicos se denomina "UMBRAL DE CONCIENCIA" y se lo puede ver representado en la figura 21.
 En resumen, más allá del plano de significación (yx), en dirección (0z), se extiende el espacio analógico que guarda correspondencia conceptual con la esfera de conciencia, la cual se compone de dos regiones: la esfera de sombra y la esfera de luz. La "esfera de sombra", es­pacio inmediato a la estructura cultural, concluye en una capa superior, que se prolonga desde el "umbral de conciencia" hasta la superficie exterior, denominada "esfera de luz".
Consideremos ahora, en el ámbito de tal disposición espacial analógica, el "pensamiento de un sistema" de la estructura cultural del pasú.
De acuerdo con lo visto, el pensamiento puede ser "racional" y, ADEMÁS, "consciente". Especifiquemos ambos conceptos. El pensamiento es "racional", en primer lugar, cuando ocu­rre SOBRE la estructura cultural. En tal caso el sistema pensado solo manifiesta en el pensa­miento el relieve significado. Pero el significado es el fundamento del pensamiento: el relieve, que significa, es un símbolo que la potencia activa del esquema manifiesta en el con­texto de un lenguaje. Tal símbolo puede ser, por ejemplo, el triángulo representado SOBRE el sistema xx de la figura 20 y EN el plano de significación (yx).
Así, la figura 20 expresa analógicamente al "pensamiento racional". Mas, ¿cuándo un pensamiento ADEMÁS de racional es "consciente"? Respuesta: cuando en la POTENCIA de la Relación pensada existe una referencia a sí mismo: ENTONCES EL SÍMBOLO SIGNIFI­CADO ES IMPULSADO A "MOVERSE HACIA" LA ESFERA DE CONCIENCIA O ES­QUEMA DE SÍ MISMO. Observemos que en este "moverse hacia" tenemos presente dos de las notas de la "energía psíquica": el "movimiento" y la "dirección" (hacia). Cuando la potencia impulsa al símbolo hacia la esfera de conciencia se efectúa, en realidad, su ACTIVACION ENERGETICA: la "energía psíquica", o energía con que la potencia ha activado al símbolo, es tanto mayor cuanto mayor sea la referencia a sí mismo de la Relación pensada; más adelante se explicará el origen "conmocionante" de tal referencia. Analógicamente la energía psíquica (Ep) ha de DISMINUÍR en el sentido del eje (0z), con el cual guarda correspondencia conceptual.


Exponer el concepto de "pensamiento consciente", de tal modo que justifique la "expresión energética" requerirá aún de varias definiciones y comentarios. Observemos por el momento la figura 21, adonde se ha representado el caso en que el símbolo de la figura 20 ha dispuesto de suficiente energía como para trasladarse a la esfera de conciencia: el símbolo I, situado SOBRE el sistema pensado, TRANSITÓ POR LA ESFERA DE CONCIENCIA HACIA LA ESFERA DE LUZ Y SE MANIFESTÓ ALLÍ COMO I'. Los siguientes comenta­rios explicarán tal acción.
Primero - En las figuras 20 y 21 la esfera de conciencia se extiende "como espacio ana­lógico de representación" mas allá del plano horizontal (yx). En el nivel de dicho plano se en­cuentra el sistema xx QUE FORMA PARTE DE LA ESTRUCTURA CULTURAL. Pero, se­gún dijimos en otra parte, la estructura cultural es un substrato de las esferas afectiva y racio­nal, EN LAS CUALES SE HALLA INMERSA; dijimos también: "en lo profundo", "cerca de la memoria arquetípica", etc. Razonemos ahora del siguiente modo: si la estructura cultural se halla "en lo profundo" de las esferas afectiva y racional entonces inmediatamente MAS ALLÁ de ella se encuentra la extensión de estas esferas; pero acabamos de saber que MÁS ALLA de la estructura cultural, es decir, más allá del sistema xx, se extiende la esfera de conciencia. Es evidente, entonces, que la esfera de conciencia y las esferas afectiva y racional están COMPE­NETRADAS ENTRE SÍ más allá de cualquier plano de significación. El problema es ¿hasta dónde llega la triple compenetración de las esferas psíquicas? Respuesta: hasta el UMBRAL DE CONCIENCIA. El umbral de conciencia, en efecto, marca el límite de la compenetración: a partir del umbral Ψ está la "esfera de luz" en la cual hay "pura conciencia" pues constituye el asiento del sujeto consciente.
Ahora podemos explicar el origen del nombre "esfera de luz". Analógicamente, convie­ne considerar a la esfera de conciencia como formada por DOS ESFERAS concéntricas y con­secutivas, semejantes a dos capas de una cebolla. La primera es la que va desde el plano hori­zontal (yx), figura 21, hasta el umbral de conciencia Ψ, es decir, la región a la que recientemente atribuimos triple compenetración; a esta región se la denomina: ESFERA DE SOMBRA. La segunda es la que se extiende desde el umbral de conciencia Ψ hasta la superficie exterior de la esfera de conciencia, a la que llamamos "esfera de luz".
En resumen, la esfera de conciencia presenta una región inferior o "esfera de sombra" que es común a las esferas afectiva y racional, y una región superior o “esfera de luz” que es la única en la cual puede haber “pura conciencia”
Segundo –Siendo que la estructura cultural esta INMERSA en las esferas afectivas y racional, por derivación de tal hecho, se suele señalar con acierto que determinado símbolo “EMERGIO A LA CONCIENCIA”. Con el mismo criterio diremos que la traslación de I a I´ es “la EMERGENCIA de I”.
Esta alegoría se hará más patente si suponemos que el “umbral de conciencia” es análogo a una SUPERFICIE LIQUIDA: bajo ella esta la esfera de sombra y, más abajo aún la es­tructura cultural. Así, todo símbolo que se torna consciente debe EMERGER de dicha super­ficie líquida, como esos peces voladores que suelen SURGIR ante nuestra vista azorada para después hundirse nuevamente en la negrura del mar.
Tercero - El esquema del sistema xx es la verdad de un ente. Al ser "pensado" su po­tencia lo faculta para manifestar un relieve sobre un plano de significación horizontal. Tal re­lieve es el significado que fundamenta al pensamiento, el cual, por ser un término psíquico, tiene indudable naturaleza sémica. Por eso empleamos un SIMBOLO (I), en las figuras 19, 20 y 21, para representar el relieve significado por el sistema xx. Ahora bien: cuando el sistema xx es pensado sobre un plano de significación, de la verdad del ente sólo será vivenciado un "concepto", es decir, una tajada del esquema sémico; ver figuras 14, 15 y 16. Por lo tanto el símbolo I de la figura 19 ha sido manifestado por un "concepto" del sistema xx y cabe pregun­tar: ¿qué relación existe entre el símbolo I (relieve significado por el pensamiento) y el concep­to xx del cual procede? Respuesta: el símbolo I es la IMITACIÓN del concepto xx, su RÉ­PLICA.
Esta respuesta, desde luego, plantea nuevos interrogantes. Por ejemplo ¿cómo hay que entender dicha imitación simbólica? El signo I es ¿idéntico? ¿Semejante? o ¿igual? al concepto xx. Vamos a responder por partes a tales interrogantes. Ante todo el signo I, y en general cual­quier relieve significado, es IGUAL al concepto xx, en el sentido que guarda HOMOLOGÍA DEL MODO ESTRUCTURAL: si no existiese igualdad, el símbolo I podría significar algo distinto del concepto xx; pero en ese caso no seria un relieve significado del concepto xx pues este sólo puede significar lo que el concepto significa; el absurdo de esta posibilidad demuestra la necesidad de que todo relieve significado sea igual (homólogo) al concepto que significa.
Por otra parte, es evidente que una cosa es el símbolo I y otra el concepto xx; o sea: aunque sémicamente iguales ambos elementos no son idénticos, guardan algunas diferencias entre si. Las principales son las diferencias de dimensión, que se tornarán claras luego de re­cordar las determinaciones del concepto xx. Comencemos por la Relación xx: ésta posee ex­tensión, comprensión y potencia. El concepto xx tiene igual extensión pero menor comprensión que la Relación xx que traduce; por eso, analógicamente, mientras la Relación xx se representa como un barrote cilíndrico, el concepto es sólo una tajada de dicho cilindro (figura 16). La comprensión de una Relación es análoga al volumen del cilindro, de manera que la menor comprensión del concepto se expresa en el menor volumen de la tajada: siendo iguales en ex­tensión, concepto y Relación, EL MENOR VOLUMEN ES FUNCION DEL ESPESOR DE LA TAJADA. La menor comprensión, hay que tenerlo presente, indica que el concepto sólo puede expresar un aspecto de la verdad del ente. Con otras palabras: la comprensión de una Relación expresa cuán apto es su esquema para contener la verdad del ente, cuán cerca están sus cualidades simbólicas de coincidir con el designio; la menor comprensión del concepto causa que algunas de tales cualidades o notas queden excluidas de su significado, que el con­cepto exprese "un aspecto de la verdad del ente". Sólo yendo a lo profundo del concepto, al núcleo connotativo, es posible percibir la verdad bajo otro aspecto, con nuevas cualidades no comprendidas hasta ese momento: pero para ello es necesario NOTAR EL SIGNIFICADO EN OTRO LENGUAJE, VALE DECIR, EN OTRO PLANO DE SIGNIFICACION.
Consideremos ahora al símbolo I, manifestado por la potencia del concepto xx. Ambos elementos son sémicamente "iguales" aunque difieren en sus dimensiones. Si tenemos en cuenta que el símbolo I, de la figura 19, es efecto del CONCEPTO xx hemos de concluir que tanto la extensión como la comprensión del concepto, están igualmente presentes en el símbolo I: la extensión del concepto, en efecto, es denotada en el símbolo I por la DURACIÓN durante la cual se manifiesta en el pensamiento. La comprensión del concepto es función del espesor de la tajada e igual al volumen de ésta: podemos convenir en que el espesor del símbolo, y su vo­lumen, son iguales a los del concepto-tajada.
La extensión del concepto es igual a la duración del símbolo; la comprensión del con­cepto es igual a la comprensión del símbolo ¿cuáles son, pues, las diferencias de dimensión que impiden a concepto y símbolo ser idénticos? Respuesta: la diferencia radica en las dimen­siones potencia y connotación. La potencia del concepto es CAUSA de la manifestación del símbolo que lo imita; por eso el símbolo I no posee potencia sino ENERGIA, vale decir, mo­vimiento y dirección (hacia la conciencia). Y el símbolo I, o cualquier relieve significado equi­valente, no posee connotación puesto que sólo existe en su plano de significación horizontal.
En síntesis, el símbolo I es SEMEJANTE al concepto xx que lo produjo. No es "idéntico" porque el símbolo I es un relieve que sólo existe en el plano de significación hori­zontal que nivela a su contexto significativo en tanto que el concepto posee un núcleo conno­tativo que es común a muchos otros planos de significación oblicuos. También se diferencia en que, mientras el concepto es parte de un enlace estructural que le impide tener "movimiento", el símbolo I tiene "movimiento" y "dirección, en tanto tal energía le alcance para subsistir en el pensamiento o en las esferas psíquicas. A pesar de estas diferencias el símbolo I es semejante al concepto porque es estructuralmente homólogo a éste; en general, todo símbolo producido por la potencia de un concepto, a imitación suya, es homólogo con él, vale decir, posee el mismo modo estructural.
Cabe destacar que cuando el concepto xx manifiesta un símbolo (I), que lo imita estruc­turalmente, se comporta de manera análoga a un ACIDO NUCLEICO. El ARN o ADN, en efecto, posee un mensaje (o "CONCEPTO") codificado según la distribución de los NU­CLEOTIDOS que unen las cadenas AZUCAR-FOSFATO de la estructura molecular en doble hélice. Análogamente a la producción de (I) por el concepto-tajada xx, el ácido nucleico es también capaz de REPLICAR su mensaje en otra molécula que lo imite estructuralmente.
Cuarto - El símbolo I, y todo símbolo equivalente, se denomina "REPRESENTACION RACIONAL" de un concepto.
El símbolo I', y todo símbolo que emerge en la conciencia, se denomina "REPRESENTACION CONSCIENTE" de un concepto.
Quinto - Hemos de preguntar ahora ¿qué es una IMAGEN MENTAL? Respuesta:  TODA REPRESENTACION QUE EMERJA A LA CONCIENCIA, O SE HALLE EN TRANSITO HACIA ÉSTA, ES PERCIBIDA COMO "IMAGEN". . "imagen" es, también, el producto de la FANTASÍA. En lo que resta de este artículo sólo nos ocuparemos de las imá­genes originadas en la estructura cultural, vale decir, de las representaciones conscientes, tales como el símbolo I' de la figura 21; en el siguiente artículo se explicará el origen de las fanta­sías.
Hay que analizar, pues, la respuesta "1°" para comprender sus alcances. En primer lu­gar nos dice que TODO SÍMBOLO QUE ABANDONE LA ESTRUCTURA CULTURAL, y se dirija hacia la conciencia, ES UNA IMAGEN; pero no nos dice que "TODOS" los símbolos que se manifiestan "SOBRE" la estructura cultural sean emergentes. Y no nos dice esto porque sólo algunas representaciones racionales, y no todas, poseerán suficiente energía como para emerger y tornarse conscientes. ¿Cuáles, de todas las representaciones racionales posibles, transitarán hacia la conciencia y serán percibidas como imágenes? Esta pregunta es equivalente a aquella que hicimos al comienzo: ¿cuándo un pensamiento, ADEMÁS de racional, es "consciente"? y la respuesta es la misma para los dos: Cuando en la potencia de la Relación pensada, existe una referencia a sí mismo, entonces la representación racional es impulsada a moverse hacia la conciencia, siendo percibida como imagen sémica del concepto que significa.
Recordemos de qué depende que los elementos de la estructura cultural estén o no refe­ridos a sÍ mismo: la referencia proviene del descubrimiento de sÍ mismo, hecho que marca el nacimiento de "la conciencia" como sujeto histórico del microcosmos; a partir de este hecho comienza a estructurarse un "esquema de sÍ mismo", o esfera de conciencia, con elementos procedentes de la estructura cultural, vale decir, con representaciones conscientes. Están, pues, referidos a sÍ mismos todos los esquemas de entes, tanto entes internos como externos, que sean "históricos" para el microcosmos. Pero NO están referidos a sí mismo los ESQUEMAS PREHISTORICOS, es decir, los que fueron estructurados antes del descubrimiento de sÍ mismo, y tampoco lo están los ESQUEMAS NO HISTÓRICOS, es decir, los esquemas de Principios. Estos esquemas, así como los Principios, sólo producen "REPRESENTACIONES RACIONALES PURAS", sin referencias a sí mismo y, por lo tanto, no dirigidas a la concien­cia.
Toda representación racional pura posee siempre energía mínima, insuficiente para abandonar la estructura cultural, el plano de significación, y dirigirse a la conciencia como imagen. En cambio las representaciones racionales producidas por esquemas con potencia re­ferida a sí mismo siempre poseen energía suficiente como para intentar la emergencia. Tal diferencia de energía en las representaciones racionales está causada, según se dijo, porque la potencia en unos esquemas está referida a sí mismo y en otros no: EL POR QUÉ LA PO­TENCIA REFERIDA A SÍ MISMO, PRODUCE MÁS ENERGÍA EN LA REPRESENTA­CIÓN QUE UNA POTENCIA PREHISTÓRICA O NO HISTÓRICA HAY QUE BUS­CARLO EN EL "EFECTO CONMOCIONANTE" QUE EL DESCUBRIMIENTO DE SI MISMO, Y TODA ALUSIÓN A ÉL, CAUSA EN EL MICROCOSMOS. En el siguiente co­mentario veremos con detalle la causa de tal "efecto conmocionante".
Sexto - La esfera de conciencia, y la "conciencia", se construyen, en efecto, a partir de un primer sacudimiento del microcosmos, de ese primer contacto con el designio de sí mismo que revela a la intuición la posibilidad de autonomía del microcosmos. La posibilidad que tiene el pasú de llegar a ser un microcosmos autónomo subyace en la potencia de su designio: el descubrimiento del designio de sí mismo permite intuir, en un relámpago que estremece todas las esferas, tal posibilidad potencial de autonomía; a esa intuición eterna se la ha bauti­zado tardíamente con el nombre de LIBERTAD. Esa intuición "despierta", metafóricamente hablando, a la potencia microcósmica: la posibilidad de autonomía, que se encuentra en ger­men, es entonces irreversiblemente incitada a desplegarse y a madurar en sí misma. Surge así un primer símbolo, reflejo primigenio de sí mismo, que se sitúa MAS ALLÁ de la estructura cultural, en una posición jerárquica que determina todas las futuras referencias del conocimien­to. Pero ese símbolo, al, cual se estructuran los posteriores elementos del esquema de sí mismo, ha surgido como producto de una conmoción primordial que no puede ser pasada por alto ni olvidada. El esquema de sí mismo es "memoria representativa" y la primera representa­ción que memoriza corresponde a una experiencia cuya impresión lacerante jamás podrá ser superada por otras experiencias posteriores. Hay, pues, un DOLOR ORIGINAL, subsumido en la esfera de conciencia, que perdura en toda su historia y constituye el fundamento de la CENTRALIDAD referencial de que la hace objeto la razón. Por eso la "voluntad instintiva" que mueve a la razón a funcionar, cuando interpreta los designios descubiertos y los refiere a sí mismo, a un "centro" de sí mismo conmovido permanentemente, introduce una determinación perturbadora en la potencia de los esquemas. Y esta determinación de la potencia es la que hace posible a ciertas representaciones racionales emerger hacia la conciencia.
El descubrimiento de sí mismo, la intuición de la posibilidad de autonomía microcós­mica, el surgimiento de la esfera de conciencia por la representación de esa intuición conmo­cionante, y el despliegue irreversible de la potencia microcósmica que tiende a concretar su autonomía u "objetivo microcósmico de la finalidad", son todos aspectos de una misma causa inevitable. Por esta causa el pasú no "podrá evitar" la conciencia: no es posible generar ningu­na fuerza en el microcosmos capaz de oponerse y "anular" la esfera de conciencia, por el con­trario, toda acción de la voluntad instintiva, toda operación de la razón, hace "crecer" el es­quema de sí mismo, da más complexión a la esfera de conciencia. En suma, NADA HAY MAS OPUESTO A LA CONCIENCIA QUE LA "INDIFERENCIA".
La intuición de la posibilidad de autonomía microcósmica ES EL PRINCIPIO DE UNA "AUTOINDIVIDUACION CONSCIENTE"; su nota principal es la DIFERENCIA, evidente e indudable, entre sí mismo y el mundo, entre micro y macrocosmos. De esta DIFE­RENCIA surge la conciencia y por eso en toda representación consciente NO PUEDE EXIS­TIR LA INDIFERENCIA DE SÍ MISMO. Tal como veremos más adelante, en la IDEA, obje­to del sujeto consciente, hay una PRIMERA INTENCION o DIRECCION hacia sí mismo que consti­tuye la DIFERENCIA REAL con el sujeto.
Tengamos presente que, a medida que la esfera de conciencia "crece", el SUJETO CONSCIENTE radica en ella su pensar e intenta desde allí ejercer el control total de la estruc­tu­ra psíquica. El sujeto "en" la esfera de conciencia es la manifestación mas elevada del alma del pasú, la cual ha intuido la posibilidad de autonomía y procura concretarla situándose en la po­sición mas favorable. Tal sitio, desde donde todo pensamiento apunta y contribuye a la in­divi­duación, puede ser entendido analógicamente como "la capa exterior de la esfera de con­cien­cia", o sea, la esfera de luz mas allá de Ψ en la figura 21. En resumen: mas allá del umbral de conciencia, adonde tienen lugar las representaciones conscientes, está la "esfera de luz", ASIENTO DEL SUJETO CONSCIENTE. Éste es quien aprehende las representaciones conscientes u otra clase de objetos ideales y quien, también y principalmente, es capaz de pro­mover el pensamiento DESDE la esfera de conciencia.
Séptimo - Examinemos ahora el tránsito de I a I', vale decir, la emergencia de I simboli­zada en la figura 21. La potencia activa de la Relación xx ha dotado al relieve significado I de suficiente energía como para emerger en la esfera de luz. Las notas principales de la energía psíquica, según vimos en el articulo "Esquema de sí mismo y energía psíquica", son "el mo­vimiento", "la dirección" y "la intensidad". Al movimiento, en el caso de las representaciones conscientes, lo hemos equiparado analógicamente con la acción de EMERGER. Nos falta, pues, interpretar "la dirección" y "la intensidad" que la potencia activa imprime a la energía de una representación consciente.
Ya sabemos por que la potencia "dirige" la representación de un esquema histórico ha­cia la esfera de conciencia: porque existe, en la potencia, la determinación de una referencia a sí mismo. En base a esto vamos a denominar INTENCIÓN a toda dirección de la energía psí­quica y PRIMERA INTENCIÓN a la dirección hacia la esfera de conciencia. Podemos decir, así, que I "emerge hacia la esfera de luz guiada por su primera intención".
Emergencia e intencionalidad son, entonces, dos notas energéticas de toda representa­ción consciente.
Ahora bien: que una representación intencionada hacia sí mismo "EMERJA" no signi­fica necesariamente que vaya a llegar a la esfera de luz como ocurre con el símbolo I de la figu­ra 21. Por el contrario sólo la INTENSIDAD de la energía asegura tal manifestación: si hay suficiente energía, si la intención es lo bastante intensa, entonces la representación atravesará el umbral de conciencia y se hará consciente; en caso contrario permanecerá en un nivel sub­consciente ¿De qué depende la intensidad de la energía psíquica? Respuesta: de la potencia activa. Según el grado de conmoción que el descubrimiento del designio particular, cuyo es­quema es xx, haya causado CON RESPECTO A SÍ MISMO, tan INTENSA será la energía de su representación, tan certera será la INTENCION y tan veloz será la EMERGENCIA.
Sin embargo, estas notas no alcanzan a explicar por sí solas el fenómeno de la represen­tación consciente en la esfera de luz. En física, el concepto de "energía" está asociado al con­cepto de "RESISTENCIA" o "GASTO", sin el cual aquella seria incomprensible. La "energía" no tendría sentido, en efecto, sin la posibilidad de su consumo. Si recordamos que "el concepto de energía significa la esfera de conciencia" tendremos que admitir que algo semejante a la RESISTENCIA ha de existir en la esfera de conciencia. Y realmente existe una OPOSICIÓN a la emergencia, que consume gran parte de la energía de las representaciones: tal resistencia se denomina "OPACIDAD INTRÍNSECA" de la esfera de sombra.
La opacidad intrínseca tiene su origen en la triple compenetración de las esferas de conciencia, afectiva y racional, en que consiste la esfera de sombra. De allí que la resistencia DISMINUYA UNIFORMEMENTE a medida que la representación se acerca al umbral de conciencia, para ser mínima luego de su manifestación en la esfera de luz. No es que en la esfe­ra de luz no exista también una resistencia; lo que ocurre es que, por estar mutuamente referi­das las esferas de luz y sombra, tal como se muestra en la figura 21, A PARTIR DEL UM­BRAL DE CONCIENCIA LA REPRESENTACIÓN DEBE ENFRENTARSE A UNA "RESISTENCIA INVERSA" A LA OPACIDAD INTRÍNSECA; vale decir: a partir del um­bral de conciencia existe una FACILIDAD para la emergencia de la representación.
Aunque será explicado en otro comentario por qué ello ocurre, hay que notar aquí que, al atravesar el umbral de conciencia, una representación tal como I de la figura 21 pasa de te­ner mínima energía (-Ep) bruscamente a tener máxima energía (+Ep).
También conviene advertir que el "consumo" de energía, que causa la opacidad intrínse­ca de la esfera de sombra en toda representación emergente, NO SIGNIFICA EN MODO AL­GUNO SU PÉRDIDA. En el microcosmos potencial, como en cualquier ente físico, debe cumplirse la ley de conservación de la energía. Con respecto a la energía psíquica la ley ana­lógica seria la siguiente:

Energía total de la esfera de sombra (Eps) + Energía total de la esfera de luz (Epl) = Constante (K)

o sea

(5)

Como la "energía psíquica" es una magnitud variable, la expresión analógica anterior nos dice que si uno de los sumandos "disminuye" el otro ha de "aumentar" proporcionalmente para que la suma permanezca constantemente igual a "K". La cantidad de energía constante "K" varía, naturalmente, de un pasú a otro. En un pasú particular, por ejemplo, rara vez puede ser alterado el valor de "K" de manera significativa a lo largo de la vida, pues el mismo depen­de fundamentalmente de factores genéticos hereditarios y en menor grado de la evolución que pueda lograr el sujeto anímico. Solo el virya, tal como veremos en la segunda parte, es capaz de desequilibrar la ley de conservación de la energía psíquica y recibir un aporte ilimitado de energía por medio del Vril.
Un símbolo emergente NO PODRÍA AFECTAR MÁS QUE A UNO POR VEZ A LOS SUMANDOS DE (5) puesto que transita primero por la esfera de sombra y luego por la esfera de luz, en ese orden. Esto quiere decir que la energía que el símbolo "pierde" por causa de la opacidad intrínseca en realidad es absorbida por la esfera de sombra y almacenado en ella. Re­sulta, entonces, que la disminución de energía del símbolo es sólo una "transformación inter­na" de la esfera de sombra que NI SIQUIERA AFECTA AL VALOR DE Eps, es decir, a la energía total de la esfera de sombra.
Octavo -Sabemos que, durante su emergencia, todo símbolo se "dirige" hacia la esfera de luz, La "dirección" es una nota de la energía psíquica a la que llamamos "intención": la "primera intención" de una representación la dirige hacia la esfera de conciencia o, más concre­tamente, hacia la capa superior de la esfera de conciencia, hacia la esfera de luz. ¿Qué determi­na esta "dirección" en la energía del símbolo? La "referencia a sí mismo" de la potencia activa. En este comentario vamos a explicar analógicamente a la "referencia a sí mismo" para demos­trar que la misma, en realidad, se compone de dos "referencias" básicas: una "racional" y otra "emocional". Comenzaremos, pues, por exponer las definiciones analógicas necesarias para fundamentar tal explicación.


En la figura 22 se han representado las tres esferas energéticas que constituyen la es­truc­tura psíquica del pasú. En la misma se ha destacado la "esfera de sombra" que, según sa­bemos, se conforma por la compenetración de las esferas afectiva y racional; la esfera de som­bra y la esfera de luz componen, a su vez, la esfera de conciencia. También se ha indi­cado el nivel Ψ del umbral de conciencia. 
Vamos a explicar ahora una importante definición, apoyándonos para su explicación en la figura 22. Se trata de la ORIENTACION ENERGETICA DEL CAMPO RACIONAL Y DEL CAMPO AFECTIVO. Ya sabemos que las esferas racional y afectiva deben considerarse como "espacios analógicos"; a partir de aquí vamos a suponer que tales espacios consisten en CAMPOS ORIENTADOS según la dirección de las flechas (3) y (4).
Esto debe entenderse así: TODO SÍMBOLO SITUADO EN LA ESFERA RACIO­NAL, PERO FUERA DE LA ESFERA DE SOMBRA, EXPERIMENTA UNA "FUERZA DE CAMPO" QUE LO IMPULSA EN DIRECCION AL CEREBRO; TODO SÍMBOLO SI­TUADO EN LA ESFERA AFECTIVA, PERO FUERA DE LA ESFERA DE SOMBRA, EXPERIMENTA UNA "FUERZA DE CAMPO" QUE LO IMPULSA EN DIRECCION AL CORAZÓN. ¿Y qué ocurre EN la esfera de sombra? Respuesta: Por ser producto de la compe­netración de las esferas racional y afectiva, cuyos campos tienen orientación inversa, LA ESFE­RA DE SOMBRA PRESENTA UN CAMPO DE ORIENTACIÓN NEUTRA. Con otras pa­labras: las orientaciones de los campos racional y afectivo se neutralizan en el campo mixto de la esfera de sombra.
En resumen, en las esferas de la estructura psíquica, en sus "espacios analógicos", he­mos definido un "campo orientado" que tiene la siguiente propiedad: todo símbolo emergente, por efecto de la "orientación de campo", resulta "orientado" en cada esfera por la cual se des­plaza.
Valiéndonos de la definición del "campo orientado" vamos a explicar analógicamente a la "referencia a si mismo" de la potencia activa.
Consideremos, por ejemplo, al símbolo I de la figura 21, que emerge hacia la esfera de luz. Por causa de la opacidad intrínseca de la esfera de sombra, el símbolo comienza a perder energía desde el primer instante de su movimiento. Pero la esfera de sombra se compone de las esferas racional y afectiva, compenetradas entre sí; la energía cedida ha de repartirse, pues, de manera proporcional entre ambas. ¿Proporcional con respecto a qué? vale decir ¿quién deter­mina el grado de energía que ha de recibir cada esfera? Respuesta: las referencias racional y afectiva QUE CONSTITUYEN LA REFERENCIA A SÍ MISMO.
Resulta así que la referencia a sí mismo ES UNA RELACIÓN ENTRE DOS MAGNI­TUDES VARIABLES, una racional y otra afectiva. Desde luego, lo de "variable" es una cali­ficación general, tomando en cuenta que las referencias racionales y afectivas VARÍAN de un esquema a otro; pero, en UN ESQUEMA PARTICULAR, las referencias son FIJAS, caracte­rísticas de la impresión que el ente haya causado en cada esfera durante la trascendencia de su designio. Diremos entonces que la "referencia a sí mismo" es una FUNCIÓN de las re­ferencias racional y afectiva, tal como, análogamente, decimos: la esfera de sombra es una FUNCIÓN de las esferas racional y afectiva.
La potencia activa del concepto xx, al dotar de energía al símbolo I, lo refiere a sí mismo en función de las referencias racional y afectiva. La magnitud de cada referencia refleja la medida en que el ente afectó a las esferas racional y afectiva y ES EN PROPORCIÓN A TAL MAGNITUD QUE EL SÍMBOLO CEDE ENERGÍA A LA ESFERA DE SOMBRA. Pero la esfera de sombra es un campo de orientación neutra ¿qué ocurre cuando el símbolo I descarga energía en las esferas (3) y (4) que lo constituyen? Respuesta: Se desequilibra la neutralidad del campo mixto y el símbolo I experimenta fuerzas que lo orientan en el sentido del campo (3) y del campo (4); estas fuerzas son también proporcionales a la magnitud de las referencias.
Vamos a distinguir tres casos, (a), (b), y (c), en los que el símbolo I manifiesta diferen­tes magnitudes en las referencias que determinan la dirección de su energía.


Caso (a): el símbolo I presenta máxima orientación hacia si mismo. En la figura 23 (a) se ha representado analógicamente el caso (a); allí se observa que, en efecto, la "referencia a si mismo" es una función de las referencias racional (3) y afectiva (4). También se ve que la "referencia a si mismo" consiste, correctamente, en una dirección hacia el umbral de conciencia (Ψ). Mas, concretamente ¿cuál es el caso (a)? Respuesta: Aquél en el cual un ente externo afecta de manera equilibrada a las esferas racional y afectiva; en ese caso las referencias con que la potencia activa determina la energía de I son equivalentes PERO OPUESTAS: como re­sultado de su acción la energía tiene siempre una dirección intermedia, a la que denominamos, para abreviar, "referencia a sí mismo".
El hecho de que las referencias (3) y (4) sean OPUESTAS debe interpretarse como que "LO RACIONAL SE OPONE A LO AFECTIVO" o que "LO AFECTIVO SE OPONE A LO RACIONAL" o, en consecuencia, que "LO AFECTIVO ES IRRACIONAL".
La dirección de la energía de I, su primera intención, es, entonces, una "resultante" de las referencias (3) y (4). Sin embargo esto no significa que las referencias se hayan fusionado irreversiblemente en un único movimiento: EN TODA REPRESENTACION CONSCIENTE, EL SUJETO CONSCIENTE DISPONE DE LA FACULTAD DE DESCOMPONER LA PRI­MERA INTENCIÓN EN SUS COMPONENTES, RACIONAL Y AFECTIVO, Y APER­CIBIRLOS POR SEPARADO.
Caso (b): el símbolo I está RACIONALMENTE DESEQUILIBRADO, según se indica en la figura 23 (b). Éste es el caso en el cual la referencia racional es predominante en la de­terminación de la dirección energética: ello implica que la energía será cedida en mayor medida a la esfera racional y, por lo tanto, QUE LA FUERZA DEL CAMPO RACIONAL SERÁ SU­PERIOR A LA DEL CAMPO AFECTIVO. ¿Cuál es su efecto? Respuesta: El símbolo I no se­guirá una trayectoria directa hacia la esfera de luz sino que se INCLINARÁ en dirección de la esfera racional. Si la desviación no es muy grande, el símbolo emergerá finalmente y se hará claro para el sujeto consciente; pero, observando la figura 22, comprobamos que si el símbolo se desvía lo suficiente PUEDE SALIR FUERA DE LOS LIMITES DE LA ESFERA DE SOMBRA. ¿Qué ocurre entonces? Respuesta: En el caso (b) el símbolo I penetra en la esfera racional y, según explicamos, "experimentará una fuerza que lo orientará en dirección al cerebro". Aquí por "cerebro" debe entenderse "el sujeto racional", cuyo asiento en el microcosmos es la me­moria arquetípica o cerebro. En el caso (b) extremo el símbolo I podría abandonar la esfera de sombra e ingresar en la esfera de percepción del sujeto racional, siendo nuevamente esquemati­zado, AHORA COMO ENTE INTERNO.
Caso (c): el símbolo I está AFECTIVAMENTE DESEQUILIBRADO, tal como se ob­serva en la figura 23 (c). Este caso es exactamente inverso que en el (b): la referencia afectiva es mayor que la racional y el símbolo cede más energía a la esfera afectiva; en consecuencia, su dirección se desvía de la esfera de luz y se “inclina” hacia la esfera afectiva. Igual que en (b), el símbolo emergerá si la desviación no es muy grande, pero en caso contrario abandonará la es­fera de sombra y se internará en la esfera emocional. ¿Qué ocurre entonces? Respuesta: "experimentara una fuerza que lo orientara hacia el corazón". Pero aquí por "corazón" debemos entender SUJETO AFECTIVO, vale decir, SUJETO IRRACIONAL: todo símbolo situado en la esfera afectiva se dirige hacia el SUJETO IRRACIONAL, CUYO ASIENTO EN EL MI­CROCOSMOS LO CONSTITUYE EL CHAKRA CORAZON.
Qué cosa es un "sujeto irracional" ya fue prácticamente explicado en el comentario 2º del articulo "E". Allí se demostró que el sujeto anímico es análogo a un haz de luz, un único haz-sujeto que, tras pasar por sucesivos filtros, se manifiesta como "racional", "cultural" y "consciente". El haz "racional" brota por la abertura central de una tapa análoga al microcos­mos, que cubre a un fanal, análogo al alma del pasú; pero, rodeando a tal abertura, hay otras perforaciones menores por las que también brotan haces de luz: ESTOS HACES, "NO RA­CIONALES", REPRESENTAN A LOS SUJETOS IRRACIONALES. Dijimos, allí, que esas aberturas secundarias correspondían a "chakras", o "centros", conectados con primitivos es­quemas impresos en el alma transmigrante.
Hay, así, en el microcosmos, más de un sujeto irracional; pero quien lleva el control del mismo es el sujeto anímico, racional, que se manifiesta en las estructuras de la psique y cuyas facultades y funciones hemos estudiado hasta ahora. El sujeto irracional del corazón, al que vamos a denominar SUJETO AFECTIVO, es el más poderoso de todos los sujetos irracionales porque a él se refiere la orientación energética de la esfera afectiva.
Por último, sin olvidar en ningún momento "qué es función de las referencias racional y afectiva", vamos a continuar atribuyendo a la "referencia a sí mismo de la potencia activa" la dirección energética de toda representación.
Noveno - Si la representación emerge, finalmente, en la esfera de luz, tal como se ve en la figura 21, será aprehendida allí por el sujeto consciente como "IMAGEN". En verdad toda representación consciente puede ser VISTA por el sujeto, es decir, percibida como "imagen", y por eso la esfera de luz debe ser considerada como la región de la IMAGINACIÓN.
Décimo - El contenido más completo de un pensamiento consciente es la IDEA. La IDEA, aparte de mostrar una IMAGEN que representa el relieve significado, revela lo SIG­NIFICADO al entendimiento. Las representaciones conscientes, CUANDO SON APREHENDIDAS POR EL SUJETO, se perciben como "ideas", o sea, imagen y significado: LAS IDEAS PUEDEN SER "VISTAS" Y ENTENDIDAS[1]. Por el contrario, las representa­ciones racionales, que ocurren SOBRE los sistemas de la estructura cultural, NO SON, RI­GUROSAMENTE HABLANDO, "IDEAS", PUES NO PUEDEN SER OBJETO DE UNA "VISIÓN" EIDÉTICA POR PARTE DEL SUJETO CONSCIENTE, SI BIEN SON "ENTENDIDAS" POR EL SUJETO CULTURAL. No obstante, para evitar confusiones, he­mos de denominar "ideas sin imagen" a las representaciones racionales e "ideas con imagen", o simplemente "ideas" a las representaciones conscientes.
Undécimo - La "esfera de sombra" es lo que, últimamente, los psicólogos han denomi­nado INCONSCIENTE. Si queremos equiparar los conceptos aquí expuestos con sus equiva­len­tes de la Psicología Analítica de C. G. Jung, podemos comenzar por asimilar el INCONS­CIENTE COLECTIVO PERSONAL a la MEMORIA ARQUETIPICA del modelo estructu­ral. No­tamos que la "memoria arquetípica" se encuentra en la región mas profunda de la estruc­tura psíquica: si observamos la figura 21 vemos allí a la esfera de luz la más elevada re­gión psíqui­ca donde se manifiesta el sujeto anímico; si "miramos desde allí" hacia la esfera de sombra advertimos que bajo ella está la estructura cultural, con el sistema xx cuyo plano de significa­ción se nivela con respecto a la esfera de luz, y, más abajo aún, recién se encuentra la "memoria arquetípica".
Naturalmente, al decir "debajo del umbral de conciencia" estamos ha­blando en términos energéticos; por ejemplo, "debajo del plano horizontal (xx)" significa "debajo de cero energía", es decir, en la región de la potencia.
Duodécimo - El más elevado asiento del sujeto es la "esfera de luz", a la que hemos identificado en el comentario nueve como "región de la imaginación". Al sujeto consciente le resulta natural, en efecto, percibir representaciones conscientes, es decir imágenes, en la esfera de luz. La nota principal de toda representación consciente es en la CLARIDAD, concepto que va­mos a exponer en detalle por constituir una clave para comprender al pensamiento consciente del pasú.
Comencemos por definir el término. La "claridad" se refiere, ante todo, a una propiedad que permite DISTINGUIR a unos objetos de otros y, en cada uno de ellos, sus cualidades. Sin embargo esta propiedad no pertenece a la esfera de luz como podría pensarse, es decir, no se trata de que "una cierta luz" se derrama sobre los objetos y los torna claros, sino que depende de los objetos mismos: es una propiedad objetiva. Naturalmente, los "objetos" que aparecen "claros" en la esfera de luz son "ideas", vale decir, imágenes que emergen a la conciencia pro­venientes de la estructura cultural. Pero una "imagen", para continuar con el ejemplo de la figu­ra 21, es sólo un símbolo, tal como I', que emerge hacia la esfera de luz. El símbolo I' es la manifestación del concepto xx, sobre el plano horizontal de la significación continua, que emerge por causa de la potencia activa del concepto xx, porque la potencia está referida a sí mismo. Por eso la substancia del símbolo i' consiste solo de energía psíquica (Ep).
Ahora bien, si "la claridad" de la imagen es una propiedad objetiva, y el objeto consiste sólo de energía psíquica, es evidente que la CLARIDAD ES FUNCIÓN DE LA ENERGÍA. Por esta propiedad es que resulta conveniente considerar a la energía psíquica como una espe­cie de LUZ. Entonces: a mayor energía más LUZ en el símbolo, y mayor posibilidad de emer­ger a la conciencia. La resistencia que ofrece la esfera de sombra al paso del símbolo, la opaci­dad intrínseca, consume parte de la energía, y ahora podemos decir: la opacidad intrínseca ABSORBE LA LUZ del símbolo emergente.
Pero, si "la claridad es función de la energía" ¿significa ello que el sujeto consciente ha de percibir a la imagen "aclarándose" a medida que se "acerca" a la esfera de luz? Antes de responder debemos asegurarnos de que se ha comprendido el problema. Pongámoslo en esta forma: si las representaciones racionales, es decir, las que ocurren SOBRE la estructura cultu­ral (I, figura 21), son COMPLETAMENTE OSCURAS, "sin imagen", y las representaciones conscientes (, figura 21) son COMPLETAMENTE CLARAS, "pura imagen" ¿se debe inferir de ello que las IMÁGENES se van "aclarando" a medida que se "acercan" a la esfera de luz? Respuesta: desde luego que NO. Todo el mundo sabe, por ejemplo, que una representación involuntaria, es decir, una que surge imprevistamente en la conciencia, APARECE CON UN CIERTO GRADO DE CLARIDAD CARACTERÍSTICA: NO SE "VA ACLARANDO" A MEDIDA QUE APARECE. Esto significa que "la claridad" es una propiedad objetiva de la imagen que debe ser apreciada por el sujeto consciente EN LA ESFERA DE LUZ. En consecuencia, "claras", en mayor o menor grado, SÓLO PUEDEN SER LAS IMÁGENES QUE ATRAVIESAN EL UMBRAL DE CONCIENCIA.
La esfera de luz es "la región de la imaginación", el ámbito de manifestación de las imágenes conscientes, y, naturalmente, el asiento del sujeto consciente. Este sujeto, en el pasú, no es propenso a recibir percepciones de imágenes que no han alcanzado el umbral de con­ciencia; sólo a un sujeto altamente individualizado, que haya conseguido reducir a la concien­cia el contenido de la esfera de sombra, le será posible percibir el tránsito de la imagen desde la estructura cultural hasta su emergencia en la esfera de luz: los sujetos "normales", que esta­mos estudiando, perciben las imágenes únicamente en la esfera de luz, SALVO LOS CASOS DE PERCEPCIONES ONÍRICAS, HIPNÓTICAS, ETC.
La claridad es, entonces, una propiedad de las imágenes que denota su energía interna y que es apreciable para el sujeto desde el momento mismo en que percibe a la imagen, vale de­cir, desde que la representación atraviesa el umbral de conciencia y "aparece" ante el sujeto.
Para completar la noción de claridad hay que tener en cuenta que una idea sólo puede ser clara cuando se cumplen dos condiciones supuestas: la primera es "el contraste con la esfe­ra de sombra
" y la segunda "la diferencia con si mismo". Veamos en que consiste cada condi­ción.
En el articulo "B" del presente inciso se definió a la facultad traductiva del pensar ra­cional como una función de las potencias activas de las Relaciones que torna "horizontal" el plano de significación del pensamiento al referirlo al "centro de referencia" de la esfera de luz. En la figura 20 y 21 se representó, analógicamente, el plano de significación horizontal del concepto xx PARALELO al plano del umbral de conciencia. Dicha "horizontalidad" del pen­samiento significa que el sujeto consciente MIRA HACIA EL PLANO DE SIGNIFICACION en la medida en que tal plano está referido a la esfera de luz. Es decir, el sujeto consciente "mira" siempre hacia la esfera de sombra pues CONTRA ELLA SE CONTRASTAN LAS REPRESENTACIONES EMERGENTES. Toda imagen se le aparece de esta manera, al suje­to, más o menos clara CON RESPECTO A LA NEGRURA DE LA ESFERA DE SOMBRA. Y esta mayor o menor claridad es lo que permite, A POSTERIORI, DISTINGUIR una imagen de otra y, en cada una de ellas, sus cualidades. La claridad de una idea supone así, sin decla­rarlo expresamente, el negro fondo de la esfera de sombra contra el cual se contrasta toda re­presentación consciente.
En cuanto a la DIFERENCIA CON SÍ MISMO, que ya fue adelantada en el comentario Sexto, se establece por efecto de la PRIMERA INTENCIÓN que caracteriza a toda imagen. Según vimos, la primera intención es una de las notas de la energía, equivalente a la DI­RECCIÓN que guía al movimiento o emergencia de la imagen hacia si mismo. La primera in­tención de un símbolo, la dirección hacia sí, es percibida por el sujeto consciente como SU EVIDENCIA OBJETIVA. La percepción de un símbolo en la esfera de luz va siempre acom­pañada de su certidumbre: el sujeto consciente jamás duda de la percepción de un objeto ideal o de cualquier contenido sémico que se hace claro en la conciencia.
El caso es que la DIFERENCIA que es capaz de establecer un sujeto consciente entre una imagen y sí mismo, influye positivamente en la claridad de la idea: a mayor diferencia­ción de la representación por el sujeto mayor calidad objetiva de aquélla y, por lo tanto, mayor claridad de su evidencia. La claridad de una idea supone así, sin declararlo expresamente, que tal idea es un "objeto" más o menos diferenciado del sujeto consciente.
Decimotercero - Vamos a estudiar ahora uno de los fenómenos clave del pensamiento consciente, cuya formulación es la siguiente: TODO SÍMBOLO QUE EMERGE EN LA ES­FERA DE LUZ ACTÚA, FRENTE AL SUJETO, COMO EL REPRESENTANTE DE UN ARQUETIPO, VALE DECIR, EL SÍMBOLO SE DESPLIEGA EN UN PROCESO EVO­LUTIVO QUE TIENDE HACIA UNA PERFECCION FINAL O ENTELEQUIA: DURAN­TE DICHO PROCESO EL SÍMBOLO ENAJENA LA ATENCION DEL SUJETO.
Hay que observar que decimos "como el representante de un Arquetipo" y no "como un Arquetipo"; aclaremos esto. Por "Arquetipo", ante todo, se entiende a aquellos paradigmas que constituyen el "plano arquetípico" y a semejanza de los cuales se conforma en orden del "plano material". Éstos son, según se explicó en el inciso "finalidad y suprafinalidad", los "Arquetipos UNIVERSALES" del macrocosmos. Pero en el microcosmos, o cuerpo material del pasú, existe una réplica invertida del "plano arquetípico": la "memoria arquetípica" o cerebro. La memoria arquetípica está compuesta por "Arquetipos invertidos" que son, cada uno, el reflejo de los Arquetipos universales. Tal como se expuso en el inciso "Memoria arquetípica y razón" los Arquetipos universales no pueden ser conocidos racionalmente, vale decir, a través de la esfera sensorial, y, por lo tanto, son IRREPRESENTABLES para el sujeto consciente. No ocu­rre lo mismo con los Arquetipos invertidos pues las operaciones de la razón los actualizan en la estructura cultural como "Principios" o "símbolos arquetípicos" de una Relación: toda repre­sentación racional de una Relación (por ejemplo I, figura 21) puede emerger como "representación consciente" (I', figura 21) frente al sujeto consciente. Una "representación consciente" conforme a lo ya explicado largamente, es la emergencia en la esfera de luz de la IMITACION sémica de un concepto, es decir, de la verdad del ente notada en un lenguaje; lo que representa la representación es, entonces, la verdad del ente y lo que "vera" el sujeto cons­ciente, su idea, será la imagen del ente, la copia del esquema que la potencia activa de la Rela­ción manifestó como relieve en el horizonte de la significación continua. Pero el esquema del ente, al cual imita la representación, es un símbolo complejo, compuesto de símbolos arquetí­picos que representan, a su vez, a los Arquetipos invertidos de la memoria arquetípica. Quiere decir que una representación consciente, la imagen de un ente vista idealmente por el sujeto, representa en verdad al conjunto de símbolos arquetípicos que integran la subestructura del esquema. No resulta ahora difícil entender que toda representación consciente, o el símbolo en que ésta consiste, REPRESENTA EN REALIDAD A UNO O VARIOS ARQUETIPOS.
Mas tal representación de Arquetipos no es consciente, es decir, no será notada por el sujeto consciente, porque SÓLO EL ESQUEMA EN SU INTEGRIDAD ESTRUCTURAL HA SIDO INTENCIONADO POR LA POTENCIA ACTIVA y no así los símbolos arquetípi­cos que lo componen. Los símbolos arquetípicos, aunque fundamentan y conforman toda ima­gen, permanecen subsumidos en ella, integrados en la forma total sin destacarse; por ejemplo, la imagen de la rueda se compone de muchos símbolos arquetípicos: el circulo, el eje polar, el "rayo" o radio recto, el color, el movimiento, etc., que no son notados a menos que se efectúe una REFLEXIÓN a posteriori. Sin embargo la imagen de la rueda puede "rodar" frente al suje­to y éste sólo podrá detenerla haciendo uso de la voluntad, oponiendo energía volitiva a la energía intencionada de la imagen en movimiento. La imagen de una rueda, que rueda INVO­LUNTARIAMENTE en la imaginación, es un buen ejemplo del carácter arquetípico de tal re­presentación: su rodar, su movimiento, es la apreciación subjetiva del PROCESO ENTELE­QUIAL OBJETIVO, con que la imagen, símbolo arquetípico o conjunto de ellos, se despliega frente al sujeto consciente.
Pero no es necesario que la imagen esté en movimiento para demostrar que constituye un PROCESO; basta sólo con que permanezca en la esfera de luz, con que registre duración en el tiempo trascendente, para que el proceso se desarrolle: la persistencia de la imagen en la imaginación implica por ese solo acto la existencia de un proceso.  
Hasta aquí tratamos de mostrar el hecho de que toda representación consciente es un fenómeno activo, dueño de una dinámica propia que compite en fuerza con el sujeto conscien­te. Examinemos ahora la causa de tal hecho valiéndonos de la figura 21.
Vemos en ella parte del desarrollo analógico de un pensamiento consciente (el desarro­llo completo se estudiará en el próximo artículo). En un primer momento el pensamiento ocu­rre SOBRE la estructura cultural. El sujeto cultural vivencia la Relación xx y nota el significa­do en el contexto significativo de un lenguaje. Entiende así la verdad del ente como concepto xx, el cual se representa racionalmente en el plano de significación horizontal (xx). El símbolo I es la representación racional que imita al concepto xx, es decir, que es homólogo a éste. Pero I es una manifestación energética de la potencia activa y sus notas son: la emergencia (movi­mien­to), la primera intención (dirección hacia la esfera de luz) y la intensidad.
Si la energía es suficiente toda representación racional puede emerger hacia la esfera de luz. En la figura 21, se advierte, proyectada con líneas de puntos, la emergencia de I. Hay que notar, en este momento, que durante el tránsito por la esfera de sombra (o Ψ )la energía de I va disminuyendo debido a la resistencia que le opone la opacidad intrínseca. EL MÍNIMO valor de una energía (- Ep min.) es alcanzado en el nivel Ψ del umbral de conciencia al cual, sin em­bargo, atraviesa: toda la energía con que la potencia activa había dotado a I, energía referida intencionalmente a sí mismo, se consumió en el trayecto (o Ψ), es decir, fue cedida a la esfera de sombra de acuerdo con la ley de conservación de la energía estudiada en el comentario Sép­timo.
Llegamos así al momento en que ocurre la TRANSICIÓN ENERGÉTICA de toda re­presentación consciente: el instante en que el símbolo cruza el umbral de conciencia. El fenó­meno es el siguiente: antes del umbral de conciencia, en el último espacio de la esfera de som­bra adyacente a Ψ, el símbolo I posee mínima energía (-Ep min.) y máxima inercia emergente; después del umbral de conciencia, en el primer espacio de la esfera de luz adyacente a Ψ, el símbolo I' posee máxima energía (+Ep máx.). Al atravesar el nivel Ψ del umbral de conciencia ocurrió, pues, una importante "transición energética" en el símbolo I.
Para comprender este fenómeno debemos recordar la "expresión energética del pensa­miento del pasú": W. Tt = Ep. Esta expresión nos dice, en primer lugar, que "la energía (Ep) es función de la potencia (W)", y, en segundo lugar, que "LA POTENCIA SE PUEDE CON­VERTIR EN ENERGÍA Y LA ENERGÍA EN POTENCIA". Aplicada a un símbolo, tal como I, la expresión energética afirma que TODA DISMINUCIÓN DE LA ENERGÍA DURANTE LA EMERGENCIA DEBE REPUTARSE COMO UN AUMENTO DE SU "POTENCIA" PARA RECIBIR ENERGIA EQUIVALENTE.
Un símbolo emergente posee, pues, "potencia activa", aunque en forma INVERSA a una Relación. La potencia activa de la Relación es POSITIVA, capaz de dotar por sí misma al símbolo de la energía suficiente para emerger: la energía del símbolo proviene de una manifes­tación actual de la potencia activa. En cambio la potencia activa del símbolo emergente es NE­GATIVA, producto de la disminución de energía que ha cedido a la esfera de sombra durante el tránsito hasta Ψ: la potencia activa negativa de un símbolo predispone a éste para TOMAR la energía faltante. Y es esa potencia, replegada en el símbolo emergente, la que lo impulsa a desarrollar un proceso entelequial y la que causa la transición energética de (-Ep min.) a (+Ep máx.).
Cuando el símbolo I se encuentra en el nivel exacto de Ψ, es decir, en el plano del um­bral de conciencia, SU ENERGIA ES: CERO, Y SU POTENCIA: MÁXIMA. Al concluir la esfera de sombra desaparece la opacidad intrínseca y el símbolo deja de perder energía; al pe­netrar en la esfera de luz su potencia lo predispone para TOMAR energía. ¿De donde la TOMA? Respuesta: de la esfera de luz, vale decir, de la conciencia. Pero tal restitución de energía no se efectúa progresivamente, de manera análoga a la paulatina pérdida de energía experimentada en la esfera de sombra; por el contrario, al atravesar el umbral de conciencia, el símbolo TOMA DE UNA SOLA VEZ TODA LA ENERGÍA QUE LE DEMANDA SU POTENCIA NEGATIVA: por eso toda representación consciente "APARECE" CON "CLARIDAD" ANTE EL SUJETO. Pero en esta "aparición" el símbolo dispone ahora de energía propia e intenta desplegar frente al sujeto aquello que lleva en germen tras la forma simbólica.
De la potencia con que un símbolo atraviese el umbral de conciencia depende la región de la esfera de luz en la que haya de manifestarse. El símbolo I', por ejemplo, se estabiliza frente al sujeto consciente en el nivel Ψ1 (ver figura 21). El nivel de estabilización de toda re­pre­sentación consciente se alcanza en un solo movimiento que comienza en la estructura cultu­ral; en la figura 21, esto significa que el símbolo I emerge desde el plano de significación hasta el nivel Ψ1 EN UN SOLO MOVIMIENTO, progresivo hasta Ψ y brusco hasta Ψ1: EN EL NIVEL DE ESTABILIZACION ACABA LA EMERGENCIA Y COMIENZA EL PROCESO.
La estabilidad de una representación es vivenciada por el sujeto como la "aparición" de la imagen, como un símbolo que de pronto emerge y se hace claro en la conciencia. Pero tal estabilidad no indica quietud sino que señala sólo un cambio en la actividad del símbolo: a partir de allí comienza un proceso entelequial que puede enajenar completamente la atención del sujeto a menos de que éste disponga de suficiente energía, o sea: voluntad, como para con­trarrestarlo.
En la segunda parte de estos "Fundamentos......", al estudiar la Ética Hiperbórea, será considerado de importancia capital, y en base a ello se desarrollará toda una tipología humana, el momento de la estabilización del símbolo en la conciencia. Por eso conviene anticipar ahora que al "aparecer" el símbolo frente al sujeto se establece entre ambos una TENSIÓN DRAMÁTICA; en ese caso el pasú solo atina a reaccionar de una manera que le es caracterís­tica. Sin embargo, tras el encadenamiento de los Espíritus Hiperbóreos, existen tres clases de hombres sobre la Tierra: el pasú, el virya y el Siddha. Particularmente el virya, que puede ser "perdido" o "despierto", exhibe reacciones distintas a la del pasú. Una tipología basada en la actitud del sujeto consciente frente a un SÍMBOLO SAGRADO, que más adelante se definirá, es altamente reveladora sobre el grado de confusión estratégica que presentan los hombres, en particular quienes procuran liberarse del Gran Engaño. Y ese dato es imprescindible de cono­cer antes de elegir una vía hiperbórea de liberación. Esta necesidad justifica ampliamente el largo estudio analógico que hemos empleado para tornar inteligible el funcionamiento de la estructura psíquica del pasú.
Decimocuarto- El fenómeno psíquico que hemos simbolizado en la figura 21 puede interpretarse también desde el punto de vista psicológico. En ese caso hay que considerar que el sujeto cultural ha "pensado" el sistema xx: CUANDO EL SUJETO CULTURAL MIENTA EL SISTEMA XX EL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO SE DENOMINA "JUICIO SINTETICO A PRIORI". Pero el mentar un sistema equivale, según ya vimos, a notar EL CONCEPTO DE UNA RELACION ENTRE PRINCIPIOS; vale decir: la facultad traductiva permite al sujeto cultural NOTAR LA RELACIÓN, COMO "CONCEPTO", EN EL CON­TEXTO SIGNIFICATIVO DE UN LENGUAJE. Y el significado que fundamenta el pensa­miento es un "relieve en el horizonte de la significación continua" o, sinónimamente, "un sím­bolo manifestado en el plano de significación horizontal"; esto último corresponde a la repre­sentación racional I de la figura 21. Pues bien: el símbolo I, que es homólogo al concepto xx, lo DENOTA en todo momento, aún cuando emerge a la conciencia, PERO EN LOS TÉRMI­NOS DEL LENGUAJE CONTEXTUAL. Es así que el símbolo I ES SIEMPRE UNA EX­PRESIÓN CONCEPTUAL, A POSTERIORI, DEL JUICIO SINTÉTICO A PRIORI EN QUE CONSISTE EL PENSAMIENTO DEL SISTEMA XX.
Todo símbolo o representación que emerge a la conciencia es significativo en un lengua­je contextual. Con otras palabras: todo símbolo, tal como I, denota un concepto, tal como xx, aún aquellos símbolos que representan a un MITO y cuyos lenguajes contextuales, según se verá mas adelante, son completamente desconocidos para el sujeto.
En resumen: un "juicio sintético a priori", mentado por el sujeto cultural, se transforma en un símbolo conceptual representativo, o PROPOSICIÓN, para el sujeto consciente. Desde el punto de vista del sujeto consciente, el símbolo , además de representar una imagen, denota el significado del concepto xx en el lenguaje contextual del plano horizontal (yx).
En el símbolo , entonces, hay una PROPOSICIÓN IMPLÍCITA EN EL SIGNIFICA­DO DENOTADO. El sujeto consciente, por causa de la barrera energética del umbral de con­ciencia, "ve" con claridad sólo la imagen , y percibe su significado en forma proposicional, ig­norando en principio la forma original del juicio sintético. Naturalmente, la forma proposicional del significado es adecuada para la expresión sociocultural que exige el objetivo macrocósmico de la finalidad: COMUNICAR el significado a los miembros de la comunidad cultural y PO­NER el sentido en los entes. Pero la ventaja que la forma proposicional implica para el objetivo macrocósmico, se transforma en desventaja, desde el punto de vista gnoseológico, para el ob­jetivo microcósmico de la finalidad. Esto se hará patente en cuanto advirtamos que LA FORMA PROPOSICIONAL DEL SIGNIFICADO DE TODA REPRESENTACIÓN ES UNA DESCRIPCIÓN ANALÍTICA A POSTERIORI DEL JUICIO SINTÉTICO A PRIORI.
Toda proposición, en efecto, DESCRIBE, en los términos de un lenguaje al juicio sin­tético mentado, vale decir, AL ESQUEMA DEL ENTE. Recordemos que la constitución del esquema en ningún momento fue analítica sino, por el contrario, puramente sintética: el desig­nio revelado a la razón SE APLICÓ SOBRE LA MEMORIA ARQUETÍPICA Y, de tal con­frontación, surgió la actualización de un ESQUEMA ESTRUCTURAL SINTÉTICAMENTE INTEGRADO, NO DESCOMPUESTO EN NINGUN MOMENTO. Sólo la limitación evo­lutiva del sujeto cultural causa que, a posteriori, el esquema sea notado en UN lenguaje y que, la "vivencia" del esquema, el juicio sintético a priori, sea DESCRIPTO CONCEPTUAL­MENTE: recién entonces se produce la descomposición analítica del esquema del ente, su "forma proposicional ". Ya sabíamos, digamos "extáticamente" que, todo concepto es una parte del esquema, o sea, un SÍMBOLO INCOMPLETO; ahora vemos, "dinámicamente", que toda representación supone un significado proposicional del concepto que significa y que, por eso, es también un "símbolo incompleto". De aquí la desventaja apuntada: al ignorar el juicio sintético a priori, al racionalizar su intuición, el sujeto consciente sólo dispone de una mera descripción conceptual como fundamento significativo de la representación consciente, lo que constituye una grave variedad de daltonismo gnoseológico.
Para mostrar de manera clara la imprecisión que la forma proposicional del significado introduce en el pensamiento consideremos el sistema xx ya estudiado. El mismo consiste de un par de Principios opuestos y de una Relación o esquema del ente; en el esquema existe, "como símbolo arquetípico", una réplica de los Principios Relacionados. Cuando el sujeto cultural "vivencia" el sistema xx ocurre el juicio sintético a priori pero, inmediatamente, tal vivencia es racionalizada por la facultad traductiva y del sistema xx sólo es notado el concepto xx en un lenguaje contextual: más el concepto xx ES PARTE DE LA RELACIÓN y no incluye, por su potencia pasiva, a los Principios. La representación del concepto xx, bajo su forma proposi­cional, sólo denotará al sujeto consciente UNA PARTE DE LA RELACIÓN, o esquema del ente, CON EXCLUSIÓN ABSOLUTA DE LOS PRINCIPIOS QUE ENLAZABAN Y SOS­TENÍAN AL ESQUEMA EN LA ESTRUCTURA CULTURAL. Pero al abstraer el esquema de sus soportes principales la Relación pierde su carácter de enlace y es intuida individualmen­te, no como el esquema del ente sino como el ente mismo: de allí que la descripción lingüística que supone el concepto consista en un análisis semiótico, es decir: un análisis semiótico del concepto xx TOMADO COMO EL TODO DEL ENTE. Queda claro, pues que una descom­posición semiótica del concepto con vistas a su descripción ha de ser incompatible con su COMPRENSIÓN, es decir, con la captación de su volumen analógico, de su complexión sé­mica. El efecto de esto es la DESUBSTANCIALIZACIÓN de la Relación por la extrema abs­tracción de que la ha hecho objeto la facultad traductiva: el sujeto cultural no percibe a la "Relación entre Principios" sino al "concepto" de la verdad del ente, al que representa proposicionalmente. Y el sujeto consciente percibe a la forma proposicional del significado como una descripción del ente consistente en un conjunto de símbolos, o propiedades, relacionados entre sí de acuerdo con la modalidad lógica del lenguaje. Pero estas "relaciones" de la proposición son insubstanciales pues la energía de la representación SE CONCENTRA EN LOS SIMBO­LOS QUE LA COMPONEN, símbolos que corresponden a primitivas propiedades del esque­ma: TODA PROPOSICIÓN, ENTENDIDA ÉSTA COMO LA DESCRIPCIÓN LINGÜÍSTI­CA DEL CONCEPTO DE UN ESQUEMA, TIENE UNA LEY ENERGÉTICA INVERSA A LA DEL SISTEMA QUE REPRESENTA Y DESCRIBE.
Esto es: mientras que en un sistema los Principios tienen potencia pasiva, y no son no­tados, y su Relación tiene potencia activa y es notada, en una proposición los términos tienen potencia activa y la relación potencia pasiva. Así, los términos, que suelen consistir en sujetos y predicados, tienen un evidente peso, una mayor substancia, que las relaciones que los ligan.
He allí la desventaja de percibir el significado como una descripción lingüística: la re­presentación consciente, como imagen del ente, puede aparecer ante el sujeto consciente muy nítida, clara, vívida, etc., pero su significado puede estar, a la vez, descompuesto analíti­camen­te en una descripción de los símbolos que constituyen la imagen SIN QUE RESULTE PARA NADA CLARA LA VALIDEZ DE LAS RELACIONES LINGÜÍSTICAS QUE LOS UNEN. La visión eidética del sujeto consciente, por ejemplo, podría recibir la imagen del ente y abs­traer sus propiedades con toda claridad EN TANTO OPERE CON LA FANTASIA SO­BRE LA COMPOSICION SÉMICA DE LA IMAGEN; mas si reparase en la proposición, que des­cribe lingüísticamente aquella imagen, no le aparecería tan clara la forma en que los términos, o propiedades, se relacionan.
Como conclusión hay que tener presente que un concepto, directamente mentado en la estructura cultural, SOBRE la Relación, ha de diferir notablemente de su descripción proposi­cional. Por eso no se debe confundir jamás a un concepto estructural CON SU DEFINICIÓN LINGÜISTICA: el concepto, aún cuando sólo corresponde a un aspecto del esquema sémico, es siempre vivenciado sintéticamente como subestructura; su representación, por el contrario, lo describe analíticamente en forma proposicional, LO "DEFINE" EN TÉRMINOS DE UN LENGUAJE. La forma proposicional, sin embargo, es perfectamente eficaz a los fines del ob­jetivo macrocósmico. Mas no debemos olvidarlo: LA PROPOSICIÓN, COMO EXPRESIÓN DESCRIPTIVA DE LA VERDAD DEL ENTE, ES TAMBIÉN UN "SÍMBOLO INCOM­PLETO".




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