domingo, 23 de febrero de 2020

LA FALSA "INFERIORIDAD" DEL HOMBRE FRENTE AL UNIVERSO

LA FALSA "INFERIORIDAD" DEL HOMBRE FRENTE AL UNIVERSO

Vamos a advertir aquí sobre un prejuicio cultural sólidamente establecido en nuestra época, cuya formulación tiene toda la apariencia de estar fundamentada en "la ciencia", pero que en verdad se asienta en el realismo ingenuo, en el racionalismo y en el temor. Nos referi­mos a la objeción que suele hacerse, contra cualquier intento de vincular teleológicamente al hombre y al Universo, de que "el universo es demasiado grande" frente a la "pequeñez del hombre"; un hombre reducido al ámbito terrestre, es decir, a un planeta entre varios del sistema solar; un sistema solar entre millones que conforman la galaxia "vía láctea"; una galaxia entre billones que pueblan el Universo; un Universo inconmensurable, que se expande y que se equilibra, tal vez, frente a otros Universos de antimateria. Frente a semejante macrovisión teó­rica el hombre sencillo se detiene desconcertado y, posteriormente, adopta las actitudes clásicas de quien se encuentra bajo la presión de un mito: humillación, sumisión, devoción, resigna­ción, etc. La forma mas corriente de este mito es la oposición "Universo enorme frente a la insignificancia humana"; mito que ha ayudado a actualizar el anteojo de Galileo, los radiote­lescopios, los cohetes a propergol; los satélites artificiales, los modelos estelares fisicomate­máticos computarizados, etc., pero que no deja de ser un mito puesto que el hombre -el 99,9% de la humanidad- no está hoy día con respecto al Universo en situación muy diferente a la del habitante de Roma, Grecia, Egipto o Babilonia antigua. La realidad del hombre está, hoy más que nunca, circunscripta a la estructura del sistema solar y, fundamentalmente, de la Tierra, de la cual, bueno es recordarlo: NADIE ENTRA NI SALE COMO NO SEA AL NACER O MORIR (con la excepción, claro está, de algunos astronautas zombies). Ésta es la realidad concreta de miles de millones de hombres y todo lo demás es teoría cientificista elaborada por elites urbanas, por seres desarraigados de la naturaleza que flotan en el mar del nominalismo, en un mundo de jergas y signos vanos. El habitual daltonismo gnoseológico del "científico" occidental es en el caso de la evaluación cósmica simple miopía, a pesar de la extensión del espectro sensorial que supone la "instrumentación", porque NADA PUEDE CONOCERSE AFUERA, NADA QUE NO HAYA SIDO PREVIAMENTE CONOCIDO ADENTRO. Ya la información sensorial NATURAL del hombre era insuficiente y equívoca para aprehender un fenómeno: pero INTERCALAR entre el fenómeno desconocido y los sentidos un fenómeno conocido, que eso es un "instrumento", y pretender que de esa triple implicación puede obte­nerse verdadero conocimiento es pura necedad. Lo que se obtiene son "teorías científicas", es decir, una especie de veneno cuya toxicidad aumenta en proporción directa a la complejidad estructural del objeto fáctico que intenta explicar. Por supuesto, cuando el objeto de la teoría es "el universo", el "tamaño" de la teoría, y su toxicidad, es tremendamente "Grande", "como un Dios". Que no se diga que exageramos: vaya cualquiera a un tranquilo valle, o a una aldea de campaña, o inclusive a los suburbios de alguna urbe moderna, es decir, a los lugares adonde habita la mayoría de la gente del mundo, quienes jamás han visto, ni verán, en el cielo otra cosa que puntos brillantes, y escuche a esas personas hablar de los anillos de saturno o de los black hole, siéntalas decir que "el universo esta en expansión", AFIRMAR QUE TODO ESTO ES CIERTO, QUE ELLOS LO CONOCEN PORQUE ES "CIENTÍFICO" Y PORQUE "TODO EL MUNDO LO SABE"; oiga estas cosas con paciencia y luego dedíquese a observar la MUGRE, la MISERIA, el HAMBRE, el VICIO, o cualquier otra lacra de las que rodea y cubre a esas personas pero que ellas NO VEN, AUNQUE CREEN SABER QUE ES UN BLACK HOLE, y reflexione luego si esas buenas gentes no han sido intoxicadas con veneno cultural, si no se les ha inoculado en la mente elementos nocivos y paralizantes.
Solamente en un marco histórico tenebroso como el Kaly Yuga, y bajo el impulso co­rruptor de la Sinarquía, podría haberse dado semejante tipo humano nihilista, que halla certi­dumbre en conceptos tan improbables como absurdos y cuyos contenidos aluden a realidades insólitamente alejadas de su vida cotidiana, a la que niega con su actitud y de la que, induda­blemente, pretende huir.
Por eso quien suponga que el Universo es una construcción demasiado "grande", en la cual el hombre no puede tener ninguna importancia, está obligado a desintoxicarse previa­mente pues de lo contrario no podrá comprender lo que aquí explicamos. La Sabiduría Hiper­bórea asegura, contra toda afirmación cultural opuesta, que el Demiurgo creó el Universo con criterio antropocéntrico y que el hombre -no sólo el terrestre sino cualquier clase de animal-hombre- es fundamental porque otorga "sentido" a la creación. Hecha la advertencia, vamos a explicar esta finalidad que debe cumplir el animal-hombre o pasú dentro del Universo.

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