lunes, 24 de febrero de 2020

I1 - ¿Cómo se expresa "afuera" el significado del ente?

I1 - ¿Cómo se expresa "afuera" el significado del ente?

Comencemos por la finalidad y la suprafinalidad. En los entes, según explicamos, coe­xisten dos términos: la finalidad entelequial y la suprafinalidad de ser-para-el-hombre. La fi­nalidad entelequial es incognoscible racionalmente pues depende del Arquetipo universal que sostiene al ente y evoluciona en el. Pero esta finalidad es sólo la concreción de una entelequia, el cumplimiento de un Plan: su desarrollo no proporciona mas placer al Demiurgo que el ya obtenido al comienzo de la creación. Para soportar el peso de la obra el Demiurgo requiere que ciertos entes autónomos, o pasúes, "descubran" a los entes reales, los reflejen en si y les PON­GAN UN SENTIDO: el permanente descubrimiento de los entes, la admiración, el temor, o cualquier otro afecto por el mundo, es la finalidad del pasú y el objeto de placer del Demiurgo.
Es así como los entes son designados por el Demiurgo con un bija primordial que debe ser descubierto por el pasú y racionalizado en su estructura cultural. Este bija, este designio, este ser-para-el-hombre, es la esencia del ente, lo DADO al conocimiento, la suprafinalidad.
El designio es lo dado al conocimiento racional, lo que es tomado por la razón e inter­pretado como esquema, y lo que es significado por el pensamiento del esquema. Pero en ese DAR EL DESIGNIO, el ente espera RECIBIR EL SENTIDO. Es decir: lo DADO debe ser devuelto, restituido en el ente, pero con un SENTIDO NUEVO, "CULTURAL". Ese "sentido", EXPRESIÓN DEL SIGNIFICADO, es lo que el pasú PONE en el ente en el lugar del designio, transformando al ente en "objeto cultural".
El acuerdo entre finalidad del pasú y suprafinalidad del ente exige, así, un movimiento en dos sentidos: del ente al pasú y del pasú al ente. El tránsito primero ya lo hemos estudiado sobradamente: el ente externo, dado a la esfera sensorial, revela su designio que la razón es­quematiza y estructura y el pensamiento significa. Sobre el segundo movimiento, que va del significado mental del ente de vuelta al ente, habrá que extenderse ahora para comprender como cumple su finalidad el pasú.
Los extremos del primer movimiento son el designio y significado los extremos del segundo son el significado y la EXPRESIÓN. Con la expresión, en efecto, el pasú pone el sentido en los entes, devuelve a éstos, racionaliza­do, el designio que le fue dado; llegamos así al núcleo de la interrogación ¿cómo se EXPRESA afuera el significado del ente? y comprobamos que todo su peso recae en el acto de "expresar". ¿Qué debe entenderse por "expresar"? Respuesta: así como el conocimiento del ente, su descu­brimiento, comienza por la trascendencia con que el designio atraviesa la esfera sensorial, así LA EXPRESIÓN es una manifestación del significado que atraviesa la esfera sensorial en di­rección contraria al tránsito del designio; por la "expresión", el significado del ente retorna al ente y le pone "sentido".
Pero, ocurre que todo aquello que proviene del interior de la esfera sensorial, y trascien­de "hacia afuera", se manifiesta necesariamente como MOVIMIENTO CORPORAL. El cuer­po humano, por su naturaleza orgánica, supone una multiplicidad de movimientos efectuados en todo momento, es decir, continuamente, unos voluntarios (dentro de lo que puede haber de voluntario en la "voluntad instintiva”) y otros automáticos. Por ejemplo, la respiración se compone de dos movimientos rítmicos cuya función es producir el intercambio de oxigeno por anhídrido carbónico: estas fases ATRAVIESAN la esfera sensorial en ambos sentidos. Considérese también los movimientos producto de la necesidad alimentaria, procreativa, etc.; o por motivaciones psicoafectivas de cualquier índole, etc. A la totalidad de movimientos exteriores se la llama CONDUCTA del pasú, parte exterior del comportamiento. El problema consiste en definir cuando un movimiento corporal es "expresión"; mas, tal definición, sólo podrá ser ex­puesta luego de mostrar que los "movimientos interiores" a la esfera sensorial, entre los que se destaca "el pensar", y los "movimientos exteriores", ocurren en planos continuos, paralelos y correlativos. Pero este hecho lo mostraremos paso a paso.
Explicamos anteriormente que la significación continua es el horizonte del pensar, la vitalidad inmanente de la estructura cultural, así como el significado es el fundamento del pen­samiento, la vivencia de un sistema. Ahora bien, "el pensar" es la facultad que caracteriza al pasú entre los demás entes, una actividad "interior". Aclaremos esto; la "interioridad" del pen­sar se entiende "dentro de los límites de la esfera sensorial": fuera de ella están los entes del mundo, lo universal. Pero "dentro" de la esfera sensorial el pensar es una actividad continua sobre el horizonte de la significación continua y "fuera" de la esfera sensorial, en el límite entre ella y el mundo, existe una múltiple actividad producto de la participación que el pasú, en tanto que animal-hombre, ejerce necesariamente con el mundo; el límite de la esfera sensorial, "hacia afuera", es una frontera en continuo movimiento; acciones y reacciones se desarrollan sin cesar: los entes presionan la sensibilidad, actúan "hacia adentro", y el cerebro responde controlando e integrando los movimientos de la motricidad, reaccionando "hacia afuera", pro­duciendo una "conducta", un comportamiento exterior. Lo que queremos destacar aquí es que la continuidad interior del pensar es correlativa con la continuidad exterior de la conducta, CON EL MOVIMIENTO TOTAL que el pasú despliega continuamente en el mundo.
Debemos aclarar que esta correlatividad "entre el pensar" y el movimiento exterior no implica conciencia alguna. El pasú aún no posee conciencia; su "pensar" es estrictamente racional, desarrollado SOBRE la estructura cultural: en este "pensar", el cerebro es el soporte fundamental. Pero el cerebro es el centro de operaciones que controla y coordina todos los movimientos, estén o no sujetos a patrones de conducta instintivos. Todo movimiento se refleja en el cerebro y, por correspondencia entre estructuras, en la estructura cultural, la cual esta "vitalizada" por el pensar. Existe así correlación entre el pensar y el movimiento exterior.
El cuerpo material del pasú es un microcosmos situado dentro de un macrocosmos al que refleja en su organicidad estructural. Todo en el se mueve, es proceso fenoménico, mien­tras dura la vida. Y ese continuo movimiento del microcosmos, tanto interior como exterior, es correlativo. Es decir, la significación continua, que constituye el horizonte del pensar, es corre­lativa con el movimiento exterior del pasú, con su conducta. Y aquí viene la pregunta clave. Esta correlatividad entre lo interior y lo exterior, entre lo mental y los movimientos del cuerpo material ¿permite a la significación continua, en que consiste el pensar racional, manifestarse exteriormente EN los continuos movimientos corporales? vale decir ¿hay significación en los movimientos del cuerpo material con los que el pasú se comporta en el mundo? Así planteada la pregunta, la respuesta sólo puede ser afirmativa: si; hay significación en el movimiento ex­terior del pasú. Pero tal respuesta es insatisfactoria si no se aclara que parte del movimiento exterior es la "expresión". Ante todo hay que mostrar que aquí estamos ante una relación de general a particular tal como pensar a pensamiento o significación a significado. Esto es: EL CONTÍNUO MOVIMIENTO EXTERIOR ES LA EXPRESIÓN COMO LA SIGNIFICACIÓN CONTÍNUA ES AL SIGNIFICADO. O, mejor: LA EXPRESIÓN ES UN MOMENTO (SIGNIFICATIVO) DEL CONTÍNUO MOVIMIENTO EXTERIOR.
La significación continua, que se manifiesta en el mundo a través de los continuos mo­vimientos externos, no puede poner "sentido" en los entes particulares porque es solo "horizonte mental", el correlato interior del continuo existir en el mundo. De aquí que, si hay un "sentido" que el continuo movimiento "pone" en el mundo, éste se refiere exclusivamente al ente universal: EL "SENTIDO" QUE, EL CONTÍNUO MOVIMIENTO PONE EN EL ENTE UNIVERSAL, SE DENOMINA "ARMONÍA". Y la "armonía" se define también como una relación general entre los movimientos del microcosmos y el macrocosmos.
Pero, de pronto, sobre el horizonte de la significación continua se levanta un relieve: el pensar aprehende un pensamiento racional. Si el significado de este pensamiento es pensado como concepto y, en ese momento, existe un movimiento exterior correlativo: entonces ese movimiento es una EXPRESIÓN. La expresión es un momento del movimiento exterior duran­te el cual el "sentido" del ente (particular) es puesto en el mundo.
Antes de seguir conviene extraer, de lo visto, una importante conclusión. En primer lu­gar hay que destacar que el solo hecho de existir y moverse en el mundo hacen del pasú un "postor de sentido": EL 'ESTAR' DEL PASÚ EN EL MUNDO ES EL HECHO DE LA ARMONÍA. El macrocosmos reflejado en su totalidad por el microcosmos HACE DE ÉSTE UN ENTE PARTICULAR y, por lo tanto, depositario de un designio. Y ese designio, que hace del pasú lo que es, es devuelto al macrocosmos por la significación armónica del continuo movi­miento de su ESTAR. En segundo lugar, digamos que el conocimiento de este hecho es el fun­damento de la antiquísima sabiduría que afirma a la danza, y al arte marcial, como modos de expresión armónica corporal.
Ocupémonos ahora de la expresión, ese momento de la conducta, ese movimiento cor­poral particular que "pone" un sentido en el ente. Entre el pasú y el ente distinguimos un doble movimiento: desde el ente al pasú y desde el pasú al ente. En el primero, el ente revela su de­signio a la razón y esta lo interpreta como el esquema que es significado en el pensamiento: un MOVIMIENTO CORPORAL, es decir, la trascendencia del ente a la esfera sensorial, produce un MOVIMIENTO MENTAL, vale decir, lo significado por el pensamiento. EN el segundo, por el contrario, el significado, pensado como concepto, acaba en un MOVIMIENTO COR­PORAL O EXPRESIÓN. Este segundo tránsito nos plantea, de entrada, dos interrogantes.
Uno es: ¿qué expresa la expresión? No el concepto porque este es una tajada de la Re­lación, es decir, un aspecto del esquema del ente notado en el contexto significativo de un len­guaje; el concepto jamás abandona la estructura cultural: sólo puede ser PENSADO.
El otro interrogante nos lo produce el advertir que entre el ente y el pasú media una cierta "distancia". En efecto, si la expresión postora de sentido es un movimiento corporal di­rigido hacia un ente especialmente distanciado ¿cómo se salva esta distancia; como se "pone" efectivamente el sentido en el ente; merced a que añagaza, lo significado en el pensa­miento, salva las distancias y se clava en el corazón del ente?
Para estos dos interrogantes existe una única respuesta: LA PROYECCIÓN DEL SIGNO. A la pregunta ¿qué expresa la expresión? se responde: el signo proyectado. Y a la pregunta ¿cómo pone, la expresión, el sentido en el ente? se responde: por la proyección del signo. Desde luego, esta única respuesta debe ser convenientemente aclarada.
Describamos, ante todo, el movimiento completo: EL SIGNIFICADO, CONTENIDO EN UN CONCEPTO, ES PROYECTADO "HACIA EL MUNDO", EN DIRECCIÓN A UN ENTE QUE SE ENCUENTRA "MAS ALLÁ DE LA ESFERA SENSORIAL"; LA MANIFESTACIÓN EXTERIOR DEL PROYECTO ES LA EXPRESIÓN DE UN SIGNO; EL SIGNO, EXPRESADO POR UN MOVIMIENTO CORPORAL, ES UNA SEÑAL PUESTA SOBRE EL ENTE DE REFERENCIA; ESTA SEÑAL EN EL ENTE, QUE SEÑALA EL SIGNO, CORRESPONDE A LO SIGNIFICADO POR EL DESIGNIO DEMIÚRGICO DEL ENTE; SOBRE EL DESIGNIO DADO, SE PONE AHORA EL SIGNO.
EL CONOCIMIENTO DEL ENTE ES EL PASO DEL DESIGNIO DEMIÚRGICO AL SIGNIFICADO: POR ESO LA PROYECCIÓN DEL SIGNIFICADO, DE UN SIGNO, SOBRE EL ENTE, ES EL RE-CONOCIMIENTO DEL ENTE; SÓLO AL SER RE-CO­NOCIDO, AL SER SIGNADO, EL ENTE ADQUIERE "SENTIDO". EL DESIGNIO DEMIÚRGICO ES EL SER-PARA-EL-HOMBRE EL OBJETO DE CONOCIMIENTO: SÓLO EL SIGNO HUMANO EN EL ENTE, EL RE-CONOCIMIENTO, LE PONE SENTIDO, LE HACE EXISTIR-PARA-EL-HOMBRE.
El ente comienza a existir-para-el-hombre cuando es señalado con el signo y adquiere un "sentido". Pero debemos advertir que tal "sentido" sólo puede perdurar si el signo que lo confiere es también empleado por otros pasúes para reconocer y afirmar al ente. El signo, en efecto, debe poder ser entendido por la comunidad, aprendido y enseñado, perpetuado colecti­vamente en el mundo; vale decir: el signo puesto en el ente debe ser expresado culturalmente. Esta condición de la finalidad del pasú determina que el signo se exprese como TERMINO DE UN LENGUAJE, COMO REPRESENTANTE DE UN CONCEPTO.
Una comunidad puede, así, convenir en ciertos signos para comunicarse el conocimiento de los entes y sostener su sentido. Un conjunto de signos tales constituye LA EXPRESIÓN DE UN LENGUAJE, no el lenguaje en sí pues, según hemos visto, todo lenguaje tiene su origen en la estructura cultural: UN LENGUAJE ESTRUCTURAL ES UN ORGANISMO VIVO Y, POR ESO, PUEDE CRECER Y DESARROLLARSE; LOS SIGNOS SÓLO SON PRO­YECTOS, REPRESENTACIONES, DE LOS CONCEPTOS Y DE LOS SISTEMAS DE CONCEPTOS.
No debe ofrecer dudas que "ser postor de sentido" en los entes es el principal objetivo de la finalidad del pasú. La "cultura" es un modo de cumplir con tal finalidad: un modo siste­mático y racional. Por eso los lenguajes, que son la base fundamental de la cultura, no cumplen un fin en sí mismos sino que instrumentan y determinan el "sentido" puesto en los entes. Pero de hecho, se podría expresar un significado y poner "sentido" en un ente sin em­plear ningún lenguaje; claro que en ese caso el ente sólo tendría sentido para una persona: aquélla que lo descubrió. Para perpetuar colectivamente el sentido particular puesto en los en­tes es que el significado se nota en el contexto de un lenguaje y se proyecta como signo concep­tual; un signo que se convierte en consigna cultural. MAS, ESTA SEGUNDA CONDICIÓN DE LA FINALIDAD: "LA PERPETUACIÓN CULTURAL", NO DEBE HACERNOS OL­VIDAR JAMÁS QUE EL PRINCIPAL OBJETIVO DE LA FINALIDAD ES "LA EXPRESIÓN".
Sin olvidar, entonces, el carácter instrumental que presentan los lenguajes racionales como conjuntos de signos convencionales, que representan conceptos y se articulan según ciertos métodos, leyes o reglas operativas, vamos a proseguir estudiando la "expresión" de los signos. Tengamos presente, en primer lugar, tres conclusiones anteriores
Una: Toda expresión es un movimiento corporal.
Dos: Sólo es expresión aquel movimiento cuyo signo representa a un concepto.
Tres, todo signo es el proyecto de un concepto. De acuerdo con estas conclusio­nes, los signos pueden ser expresados de muy distinta forma; veamos algunos pocos ejemplos.
EXPRESIÓN FONÉTICA: los signos constituyen voces de un idioma, fonemas o morfemas, que representan conceptos y pueden ser combinados entre sí para expresar significados mas complejos; la proyección fonética de un concepto es, entonces, la palabra; sin embargo, dentro de la expresión fonética hay que incluir otros signos acústicos NO producidos por la garganta humana sino por cualquier otro medio o instrumento y cuyos tonos expresan un significado convencional; por eso el canto, pero también la música, forman parte de los múltiples modos de la expresión fonética. EXPRESIÓN SIMBÓLICA: se trata de convenir colectivamente en el uso de ciertos ENTES DE SIGNIFICACIÓN, o sea SÍMBOLOS, gráficos o de otro tipo, cuya función es contener el significado para que sea reconocido por todos en todo momento, evi­tando así que el "sentido" se disuelva en el ente universal como ocurre con la expresión fonéti­ca; los ideogramas, letras, símbolos matemáticos o lógicos, señales, etc., forman parte de tales signos. EXPRESIÓN VISUAL: los signos son proyectados visualmente sobre los entes; en combinación con la expresión simbólica permite el reconocimiento visual de los símbolos convencionales y su introyección en la estructura cultural, adonde induce pensamientos de sig­nificados correspondientes. EXPRESIÓN SUGESTIVA: por medio de movimientos corpora­les adecuados se expresan signos convencionales que sugieren o insinúan un significado. ETC.
Hemos destacado las formas mas características que emplea el pasú para expresar los signos. Con esta exposición prácticamente ha quedado respondida la pregunta ¿cómo se ex­presa afuera el significado del ente? Sin embargo, es conveniente agregar algunos comenta­rios.
Primero - Se comprueba que, para el pasú, el verbo, la palabra, el logos, la vox, es de­cir, la expresión fonética, es quizá la mas importante forma de expresión, pero no la única.
Segundo - Se destaca la importancia de la expresión visual para la proyección de signos y su eventual "lectura" o introyección.
Tercero - Lo que se "conoce" es el ente, su designio. Lo "conocido" es un "objeto cultu­ral", un ente al que se le ha "puesto sentido" proyectando, sobre él, un significado conceptual, un aspecto de la verdad representado por un signo que es consigna cultural.
Cuarto - Por profundo que sea un concepto siempre será una tajada de la Relación: su comprensión será insuficiente para abarcar todas las notas de la verdad o esquema del ente. Por eso los objetos culturales son, invariablemente, verdades incompletas: porque son proyectos de conceptos.
Quinto - De aquí proviene el parámetro del "PROGRESO" SOCIAL O CULTURAL que se mide por la capacidad que una cultura demuestra para comprender la verdad de los en­tes.
Sexto - La finalidad del pasú se cumple en dos movimientos: "descubrir el designio" y "poner el sentido" en los entes. Vale decir: conocer y expresar. El más importante de ambos movimientos es, evidentemente, el primero, puesto que si un ente no es bien conocido, si el esquema, o verdad, del designio es deficiente, ello influirá inevitable en la expresión del signi­ficado y el ente, como objeto cultural, será en muchos aspectos desconocido u oscuro. Pero este primer movimiento según hemos visto, depende de la "sensibilidad", de la memoria arquetípica o cerebro, etc., es decir, de la especialización filogenética del pasú, de su "evolución". En cambio el segundo movimiento depende de la facultad traductiva, vale decir, de la inteligencia puesta en definir el concepto en el contexto significativo del lenguaje, y de la cantidad de len­guajes en los que está habituado para expresar la verdad. El "progreso cultural" depende, pues, de la "evolución" para conocer y de la "inteligencia" para expresar.
Séptimo - Dado un objeto cultural, a medida que una mayor evolución e inteligencia lo permiten, el pasú le pondrá progresivamente mayor sentido, lo acercará cada vez más a su ver­dad. El "progreso" es, así, una DIRECCIÓN que asume la finalidad del pasú: ir de lo imper­fecto a lo perfecto, de lo desconocido a lo conocido, de lo oscuro a lo claro: esta dirección hacia la cual progresa la finalidad del pasú se denomina AMOR.
Octavo - Así, cumplir con la finalidad impuesta por el Demiurgo a la raza terrestre de los pasúes, es el BIEN COMÚN. En la marcha hacia ese Bien la sociedad progresa cultural­mente yendo del conocimiento de los entes a la proyección de objetos culturales cada vez más perfectos, es decir, progresa obrando con AMOR.
Noveno - El amor del pasú por la obra del Demiurgo es su modo de ser, su pauta exis­tencial. El designio del ente es lo dado por la suprafinalidad demiúrgica; la expresión del sig­nificado es lo puesto por la finalidad del pasú, el "sentido" depositado en el ente. PERO ESTE "PONER" ES UN ACTO EFECTUADO CON AMOR: un re-conocimiento del ente que no desdeña su futura perfección. Por eso la cultura, desde el comienzo, es decir, desde la primera expresión de un signo convencional, es un hecho que apunta al Bien, algo bien hecho, un acto de amor.
Décimo - Hasta aquí nos hemos ocupado de estudiar como la razón CONSTRUYE la estructura cultural, y su funcionamiento. Mas, todo lo que en el macro o microcosmos se CONSTRUYE puede ser también DESTRUÍDO: la estructura cultural, extremadamente frágil, no escapa, sin dudas, a este principio. No conviene, pues, dar por terminado el inciso sin decir una palabra sobre la posible destrucción de la estructura cultural.
Observemos, ante todo, que la estructura cultural puede ser destruida, TOTAL O PARCIALMENTE, por tres causas principales: por ACCIDENTE, por PROPIA VOLUN­TAD o por INDUCCIÓN. De estas causas sólo la primera, el ACCIDENTE, es característica del pasú: la destrucción voluntaria o por inducción son casos cuya ocurrencia es posterior al encadenamiento espiritual.
El pasú, en efecto, representa en el macrocosmos un "momento" del ciclo evolutivo de la mónada; su manifestación física, como microcosmos potencial, obedece formalmente al despliegue de un Arquetipo Manú, EL CUAL DETERMINA TODAS LAS ESTRUCTURAS DE ACUERDO CON LA FINALIDAD. De este hecho hay que inferir que el pasú evoluciona CONFORME con su destino, sin que tenga jamás motivo para provocar una destrucción VO­LUNTARIA de su estructura cultural; esta propenso, en cambio, a la destrucción ACCIDEN­TAL, la cual puede ocurrir, por ejemplo, por causa de la ingestión de elementos tóxicos o nar­cóticos.
En resumen, el pasú es incapaz de generar ideas autodestructivas o suicidas pues las mismas son totalmente ajenas a los fines y propósitos de la finalidad humana, al destino que el Demiurgo planificó para el hombre y que se encuentra "escrito" en el Arquetipo Manú. Según se verá mas adelante, ni aun la crisis más intensa, el abismo mas profundo, podrían hacer su­cumbir al pasú ya que el Demiurgo ha previsto un sistema de recuperación basado en la activa participación metafísica de los "símbolos sagrados": cuando la crisis amenaza con fracturar su conciencia, con fisurar el hilo de su historia, la acción de ciertos símbolos permite al sujeto anímico, al alma individual, transferir el control del microcosmos a una entidad colectiva, a un arquetipo psicoideo, evitando el colapso.
Por el contrario, la idea del suicidio o autodestrucción microcósmica, como método para salvar la crisis o evitar una situación insostenible, es característica del virya perdido. Como variantes del tal motivación suicida, y habitual causa de la destrucción de la estructura cultural, cabe mencionar a la intoxicación producida por la ingestión sistemática de alcohol o drogas. Se trata aquí de una destrucción VOLUNTARIA, practicada con la intención nihilista de huir de circunstancias insoportables. Pero, contrariamente a lo que afirma la psiquiatría o el psi­coanálisis freudiano, las tendencias suicidas y hasta el stress no constituyen síntomas de en­fermedad mental sino de pureza de sangre: sólo quien posee herencia hiperbórea activa es ca­paz de intuir o comprender la maldad intrínseca de la sociedad judaizada de nuestros tiempos. Si quien advierte el mal en el mundo, quien se siente claramente arrinconado o directamente incapaz de continuar viviendo, opta por una vía suicida de escape, ello representa ciertamente un error; pero tal error no invalida el echo primero, positivo, de haber encontrado el mundo judaico del Demiurgo maligno e insoportable; Y DE HABERSE SENTIDO AJENO A EL. Comparado con el valor absoluto de esta intuición gnóstica el error cometido por el virya perdido es mínimo, producto de una INSUFICIENTE pureza de sangre QUE LE IMPIDE ACTUAR CON HONOR: de allí la vía suicida elegida; pero, aunque insuficiente, la pureza de sangre existe... y ello representa un valor en si mismo.
Como se estudiará en la Segunda Parte, el virya despierto dispone de una "voluntad graciosa luciférica" que le permite reaccionar de muy distinta manera frente a las situaciones criticas, SUSPENDIENDO LA TENSIÓN DRAMÁTICA y poniendo en descubierto el enga­ño demiúrgico subyacente: actúa, así, con honor, evitando el caer, como el virya perdido, en la tentación suicida.
Finalmente, hay que considerar la destrucción de la estructura cultural causada por INDUCCIÓN externa. Para comprender este caso hay que tomar en cuenta que todo virya, esté o no consciente de ello, se halla involucrado permanentemente en una guerra total: cualquiera sea el puesto que ocupe en el campo de batalla, en esa palestra que es el mundo del Demiurgo, no podrá evitar jamás la influencia de las Estrategias en juego. Por una parte la Estrategia 'O' de los Siddhas Leales INDUCIRÁ un mensaje carismático conocido como "Canción de A-mort" con objeto de impulsar al virya a procurar la liberación espiritual; por otra parte la Es­tra­tegia sinárquica de los Siddhas Traidores aplicará toda su presión para INDUCIR al virya a permanecer sujeto a las leyes kármicas del Gran Engaño: es esta última influencia la que des­truirá la estructura cultural no bien se presenten indicios de una posible reorientación estra­tégica del virya; métodos clásicos, que ilustran la destrucción por inducción de origen sinár­quico, lo constituyen las técnicas de "lavado de cerebro" que emplean servicios de inteligencia tales como la K.G.B., la C.I.A., el Shin Beth, etc.; o los "mensajes guiados", camuflados en campañas publicitarias mundiales, cuyo objetivo secreto apunta a ciertas zonas "blanco" de la estructura cultural; o la distribución masiva y secreta de ciertas drogas que permiten el "hipnotismo a distancia" e inhiben o destruyen zonas de la estructura cultural, etc.; y, entre és­tos y otros terribles métodos sinárquicos que podríamos mencionar, no conviene despreciar la ardua tarea destructiva que desarrollan a diario en los países mas avanzados del mundo los psicoanalistas freudianos, quienes (junto a los marxistas, sionistas, masones y curas liberales, en todo el mundo) conforman un ejército de agentes hábilmente entrenados para lavar el cere­bro y corromper el honor de los viryas perdidos.
Ahora bien, cualquiera sea la causa, accidental, voluntaria o inducida, lo concreto es que la estructura cultural puede resultar total o parcialmente dañada. La destrucción total im­pide la producción de representaciones racionales y de representaciones conscientes, hecho que convierte al virya en un perfecto imbécil. Sin embargo lo más común es la destrucción parcial de la estructura cultural; hay que distinguir aquí dos casos: que la destrucción se efectúe en la estructura real o en la estructura habitual.
Mas ¿en qué consiste tal "destrucción"? Respuesta: en la ruptura de los enlaces entre nudos, vale decir, de las Relaciones; los Principios, desde luego, no pueden ser afectados de ninguna manera. Por eso en el primer caso de la destrucción parcial lo que ocurre es la desinte­gración sémica de ciertas Relaciones de la estructura real. Esto significa la desaparición sin rastros de algunos esquemas o su impotencia para actuar estructuralmente, aun cuando el suje­to cultural rastree toda la estructura cultural para vivenciarlos. Como ejemplos de este caso podemos mencionar el concepto de PATRIA, que todos los marxistas tienen destruido por causa del lavado de cerebro a que los somete el partido, o la destrucción del concepto de ES­POSA o CÓNYUGE, que puede haberse producido en la estructura cultural de un marido traicionado; en estos dos ejemplos, uno de "destrucción inducida" y otro de "destrucción volun­taria", lo común es que la destrucción COMIENZA por el concepto pero puede extenderse a todo el esquema o Relación: justamente las técnicas de control psicosocial de la Sinarquía emplean ese principio para causar la destrucción selectiva de ciertos esquemas culturales in­convenientes a sus fines. El "concepto blanco", es decir, el "objetivo" hacia el que apunta la Estrategia psicosocial, puede ser destruido; si ello se consigue, entonces ocurre la siguiente secuencia: "la destrucción del concepto produce la destrucción del esquema del ente"; "la des­trucción del esquema del ente causa la negación del ente". Existen, por supuesto, algunas va­riantes intermedias, como ser el caso que el concepto esté seriamente dañado pero sin que alcance a provocar la destrucción de la Relación: entonces, el esquema podrá ser notado en otro contexto oblicuo, distinto del plano de significación del concepto afectado; es el caso, paradójico, de quienes disponen del concepto de un esquema en un lenguaje NO habitual, científico por ejemplo, pero carecen de concepto del mismo esquema en otros lenguajes habi­tuales, incluso el idiomático corriente. Esta contradicción por ejemplo, se observa en aquéllos que han sido víctimas del "tipo sacralizante" del virya perdido, es decir, del dogmatismo de sa­cerdotes o fanáticos de cualquier especie: niegan o desconocen cosas en un lenguaje pero las aceptan o afirman en otro; niegan la mentira pero mienten, niegan la evolución del alma pero aceptan la evolución de las especies animales, niegan el nacionalismo pero imponen fronteras nacionales, carecen de honor pero afirman la "ética profesional", etc.
Sea por la causa que fuere, la destrucción de la estructura real es siempre sistemática; esto significa que, como un extraño cáncer, la destrucción iniciada en un concepto puede ex­tenderse a su esquema y, por contigüidad, asociación, homología, o cualquier otra ley estructu­ral, abarcar partes considerables de los sistemas culturales: todo un "sistema de conceptos" asociados podrían resultar desintegrados como efecto del lavado de cerebro inducido o la into­xicación voluntaria. Y lo que esta destrucción puede ocasionar a la estructura superior de la psique, es decir, a la esfera de conciencia, es algo que recién se irá comprendiendo luego de estudiar los próximos incisos. Sólo cabe agregar que, en virtud de los Principios permanecen inalterables aunque las Relaciones que los unían hayan desaparecido, el sujeto cultural suele dirigirse hacia los sistemas destruidos sin conseguir vivenciar los conceptos correspondientes: se experimenta, entonces, una "laguna cultural", un vacío del conocimiento que "antes estaba" pero que ahora parece haberse borrado para siempre. Pero, tal como ya explicamos, si el daño de la Relación no es total puede ocurrir que el esquema connote su significado en el contexto de otro lenguaje oblicuo.
El segundo caso, citado precedentemente, es aquél en que la destrucción parcial ocurre en la estructura habitual. Tal estructura se compone de Principios y Relaciones, y estas últimas consisten en esquemas de entes internos. Los sistemas de la estructura habitual se denominan "virtuales" porque con ellos se construyen los lenguajes: la aplicación y la expansión de la es­tructura habitual SOBRE la estructura real, en un plano de significación característico, es la causa de los sistemas de concepto ligados entre si de un modo formal o lógico. ¿Qué efecto produce la destrucción de algunos sistemas de la estructura habitual? Respuesta: la imposibili­dad de anotar ciertos esquemas en el contexto del lenguaje afectado. Alegóricamente, podemos imaginar que nos resulta imposible hallar sentido a un determinado relieve geográfico debido a la niebla o tiniebla que lo rodea por doquier: sin disponer de un claro contexto, con el cual se integre pero del cual se destaque, el relieve no significa nada. Análogamente, la destrucción de los sistemas de la estructura habitual equivale a una vaguedad o tiniebla contextual que impide anotar conceptualmente el esquema vivenciado. Sin embargo, si la destrucción sólo afecta a UN lenguaje habitual, siempre existe la posibilidad de anotar el esquema en algún otro lengua­je. El lavado de cerebro, el SURMENAJE, el SHOCK, la intoxicación alcohólica, la droga­dicción, etc., por ejemplo, pueden inhibir parcial o totalmente un lenguaje habitual, tal como el lenguaje matemático o el musical, y dejar intacto el lenguaje idiomático corriente, o viceversa.
Dijimos al comienzo que "todo cuanto en el macro o microcosmos se construye puede ser también destruido", incluida la estructura cultural. Pero, en algunos casos no irreversible, "lo que es destruido puede ser reconstruido". ¿Tiene validez este principio en el caso de la es­tructura cultural? Respuesta: siendo tal estructura una construcción esencialmente energética siempre existe la posibilidad de su reconstrucción EN TANTO LA DESTRUCCIÓN NO HAYA AFECTADO AL SISTEMA NERVIOSO O AL CEREBRO: recordemos que la es­tructura cultural se erige SOBRE la estructura neurológica del cerebro o memoria arquetípica y que todos sus sistemas son construidos por el sujeto racional o razón que funciona en ella; para reconstruir cualquier esquema o sistema es condición imprescindible que el cerebro se encuen­tre en perfecto estado.
No obstante la posibilidad apuntada, de poder reconstruir la estructura cultural, o de construir la misma con pulcra perfección, la Sabiduría Hiperbórea no otorga a la misma ningu­na importancia pues sus vías secretas de liberación espiritual permiten a todo virya acceder al conocimiento en forma gnóstica. La gnosis hiperbórea, en efecto, brinda un conocimiento ilimi­tado, que no requiere intervención de la razón o de la estructura cultural porque se obtiene fuera de la estructura psíquica, en una esfera llamada Ehre que hay que crear con la voluntad graciosa luciférica. En la Segunda Parte se expondrá la forma en que el virya perdido debe ac­tuar para crear tal esfera superior.
En resumen, lo que importa para profundizar la Sabiduría Hiperbórea y conocer el Misterio del encadenamiento espiritual, paso previo de la gnosis hiperbórea, es la pureza de sangre, la presencia viva del linaje hiperbóreo, el recuerdo primordial, la Minne, la Voz de la sangre, el Símbolo del Origen, es decir, UNA HERENCIA ESPIRITUAL que nada tiene que ver con la estructura cultural o las funciones del cerebro.



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