martes, 25 de febrero de 2020

I - Comentarios complementarios sobre el mito y el símbolo sagrado. Primero - Comportamiento autónomo del mito.

I - Comentarios complementarios sobre el mito y el símbolo sagrado.
Primero - Comportamiento autónomo del mito.

Cuando la referencia afectiva de un símbolo sagrado es de magnitud muy grande, caso (c), determina a la referencia a sí mismo a desviarse del umbral de conciencia       y a diri­girse a la esfera afectiva. Entonces el símbolo no emerge en la esfera de luz, frente al sujeto consciente, tal como se ha supuesto en el articulo anterior, y pueden ocurrir dos casos: que el símbolo sagrado abandone la esfera de sombra y penetre en la esfera afectiva, o que permanez­ca en la esfera de sombra. Veamos ambos casos.
1er. caso: al penetrar en la esfera afectiva, el símbolo sagrado resulta "orientado" hacia el corazón, adonde se integra al esquema afectivo allí existente; en consecuencia el símbolo pasa a ser dominio del sujeto afectivo, que es absolutamente irracional. El sujeto anímico evolutivo -en cualquiera de sus manifestaciones estructu­rales, "razón","cultural","consciente"- será siempre impotente para operar sobre un símbolo si­tuado en el corazón, y más aún si el sujeto irracional se ha identificado con el. El pasú experi­menta, así, una especie de dependencia irracional HACIA LA ESENCIA del símbolo sagrado, vale decir, hacia lo que este representa y expresa.
Este caso constituye uno de los Principios de la Estrategia Psicosocial y, como tal, ha sido ampliamente explotado por la Sinarquia de todos los tiempos para ejercer un control POR EL CORAZÓN de las masas: las grandes religiones organizadas, por ejemplo, se sirven de este Principio para dominar, mediante símbolos sagrados COR-diales, conCOR-dantes con el objetivo macrocósmico, a sus feligresías; y éstas responden irracionalmente, PERO DE MA­NERA ESTRATÉGICAMENTE PREVISIBLE.
Aparte de la dependencia general a símbolos sagrados políticos, religiosos, etc., el pri­mer caso explica también situaciones particulares importantes. Por ejemplo, el enamoramiento vulgar del pasú, que no debe ser confundido con el A-mort de los Siddhas y viryas, tiene su origen en un símbolo sagrado, el de la mujer arquetípica, el "anima" de C. G. Jung, que se ha instalado en el corazón y se ha vitalizado con energía del sujeto irracional. El "enamoramiento" ocurre cuando el pasú proyecta inconscientemente, sobre cierta mujer, el símbolo del anima y lo reconoce luego, lo introyecta, identificado con la mujer de carne: el pasú cree, así, haber descubierto materializada a la mujer ideal. Sucede entonces un fenómeno clásico: el sujeto anímico evolutivo es eficaz para actuar racionalmente en toda situación salvo aquélla en que intervenga la amada de carne; en este último caso, frente a la mujer amada, se produce la ener­vación volitiva del sujeto anímico evolutivo y la conducta del pasú pasa a estar regida por las determinaciones irracionales del corazón.
2do. caso: Si el símbolo sagrado permanece en la esfera de sombra, es decir, en el in­consciente, COMO REPRESENTANTE AUTÓNOMO DE UN MITO, ello sólo puede ocurrir porque ha sido sostenido por UN SUJETO IRRACIONAL, sea el del corazón o cualquier otro.
El caso debe ser considerado como si el alma, además del sujeto anímico evolutivo, se manifestara EN EL SÍMBOLO SAGRADO y lo animara individualmente. Recordemos que algo similar ocurre con los chakras, que son también complejísimos símbolos donde el alma se manifiesta en una pluralidad de sujetos irracionales: la diferencia radica en que los chakras conforman la estructura astral del microcosmos, vale decir, están ligados, enlazados entre si, y los símbolos sagrados, por el contrario, disponen de relativa autonomía en la esfera de con­ciencia.
Naturalmente, un símbolo sagrado en la esfera de sombra, animado por un sujeto irra­cional, sólo puede ser una fuente de perturbaciones anímicas, volitivas psíquicas, etc.: está más allá del sujeto cultural, que es "ciego" para las imágenes, no posee la facultad de imaginar, pero más acá del sujeto consciente pues permanece oculto en la esfera de sombra como un "mito viviente", como un verdadero demonio interior, aunque sólo se trate de la representación autónoma de un mito. Siempre acechando al sujeto anímico evolutivo, tratará de dominarlo y tomar el control del microcosmos; y no habrá manera de prevenirlo porque su comportamiento será absolutamente irracional: emergerá en sueños o en la vigilia, o bien obsesionará in­conscientemente al sujeto, pero en todos los casos causará algún grado de neurosis. Digamos, por último, que muchos símbolos sagrados animados irracionalmente, como los del 2do caso, suelen ser reducidos por el psicoanálisis.
Segundo - Estudio energético de la emergencia del símbolo sagrado.
Consideremos ahora el caso en que el símbolo sagrado emerge efectivamente frente al sujeto consciente, de manera semejante al símbolo I' de la figura 21. De manera semejante PERO NO IGUAL, porque todo símbolo sagrado se caracteriza por una cualidad que no poseen los sím­bolos homólogos de conceptos habituales, tales como I'. Y esa cualidad es la siguiente: EL NIVEL DE ESTABILIZACIÓN ENERGÉTICA (Ψ1) DE TODO SÍMBOLO SAGRADO ES EL QUE CORRESPONDE A LA MÁXIMA ENERGÍA (E máx.).
Para esta explicación nos remitimos a lo dicho en el comentario decimotercero del articulo "F". Allí se vio que todo símbolo que atraviesa el umbral de conciencia efectúa una "transición energética" entre un nivel mínimo (E min.) y un nivel máximo (E máx.): en el nivel exacto del umbral de conciencia (Ψ) la energía es cero. Pues bien, el nivel máximo de energía es EL MÁS CERCANO AL UMBRAL DE CONCIENCIA y en ese nivel, levemente por en­cima de (Ψ), SE SITÚA TODO SÍMBOLO SAGRADO. Con el fin de visualizar el fenóme­no, recordemos que el umbral de conciencia es análogo a una superficie liquida, tal como un lago o el mar: la máxima energía con que un símbolo sagrado se manifiesta en la esfera de luz equivale, no a un pez volador que emerge y gana determinada altura para después sumergirse nuevamente, analogía que alcanza a todo símbolo NO SAGRADO o representación conscien­te, sino mas bien A ALGO QUE FLOTA, A UN MADERO, por ejemplo, cuya forma se ha hecho patente de pronto, ante nuestra vista, realzándose nítidamente sobre superficie liquida.
Recordemos que el tránsito de un símbolo se compone de "emergencia", hasta (Ψ1), y " proceso", a partir de Ψ: en (Ψ1) concluye la emergencia y comienza el proceso entelequial. Por tal motivo la figura analógica para el símbolo sagrado, EN EL NIVEL DE ESTABILIDAD ENERGÉTICA (Ψ1), corresponde a "algo que flota", vale decir, a un ejemplo "estático"; en la Segunda Parte veremos que al "Proceso" del símbolo sagrado le corresponde la figura analógi­ca de un globo que se infla, vale decir, un ejemplo dinámico.
Lo importante es comprender que cuando al símbolo sagrado emerge con máxima energía NO POSE POTENCIA ACTIVA, vale decir, ES TODO ACTO, "ACTUS PURUS", COMO UN DIOS. Por eso el irrumpir con gran claridad frente a la visión del sujeto conscien­te, su luz acaba por resultar cegadora e irresistible. Y la perplejidad que tal aparición causa en el sujeto es aprovechada por el mito para iniciar su proceso entelequial; pero esta fase del fenómeno será estudiada en la Segunda Parte.
En el artículo anterior consideramos, como ejemplo, el caso en que un símbolo sagrado emerge ESPONTÁNEAMENTE como efecto de la apercepción de cierta fantasía. Vimos allí que el símbolo se superpone, inicialmente, a la fantasía para luego sustituirla definitivamente en la objetividad del sujeto consciente. Mas ahora sabemos que todo símbolo sagrado se ma­nifiesta en la esfera de luz con máxima energía, apenas emergiendo del umbral de conciencia, y nos preguntamos ¿cómo ocurre dicha superposición si, por ejemplo, el símbolo I' de la fantasía se encuentra en un nivel energético diferente al del símbolo sagrado? Respuesta: la fantasía se desplazó hacia el símbolo sagrado hasta confundirse con él; para ello recibe energía DEL SÍMBOLO SAGRADO, quien se comporta, PARA EL SÍMBOLO, como un efectivo sujeto dominante. Sin embargo el sujeto consciente jamás consigue notar tal desplazamiento por ocu­rrir éste FRENTE A SU HORIZONTE DE VISIÓN. Para explicarlo analógicamente supon­gamos que, mientras observamos a un niño, se descorren las nubes y sale el sol JUSTO POR DETRÁS SUYO, de tal suerte que sólo percibimos un violento resplandor que nos ciega y juego no podemos distinguir ya su figura. Pues bien: inútil será que luego el niño nos jure que, DURANTE EL FENÓMENO, RETROCEDIÓ VARIOS PASOS; no lo habremos notado, CONFUNDIDO COMO ESTABA, el niño con el sol. De manera semejante la fantasía RE­TROCEDE frente la visión eidética del sujeto hasta confundirse con el símbolo sagrado, pro­duciendo la ilusión de que es ella misma quien se tornará súbitamente luminosa y animada.




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