miércoles, 26 de febrero de 2020

J - Símbolo sagrado y Metafísica Hiperbórea.

J - Símbolo sagrado y Metafísica Hiperbórea.

"Metafísica" es la ciencia cuyo objeto de conocimiento es EL SER DEL ENTE. Si re­cordamos que en el inciso Finalidad y Suprafinalidad se expuso que en  todo ente físico, exterior, existe un SER EN SI, o Arquetipo universal, y un SER-PARA-EL-HOMBRE o designio, se comprenderá lo aceptado de la denominación "Metafísica" con que calificamos a esta Primera Parte, puesto que el "designio" constituye su objeto de estudio mas importante. Sin embargo, la Sabiduría Hiperbórea otorga al vocablo "Metafísica" un significado más específico y trascendente que el mero estudio del designio demiúrgico, aunque esta última tarea sea la que efectivamente viene realizando la Metafísica tradicional.
Para evitar confusiones vamos a definir a la METAFÍSICA HIPERBÓREA como AQUELLA CIENCIA CUYO OBJETO DE CONOCIMIENTO SON LOS SÍMBOLOS SA­GRADOS; en consecuencia: TODO SÍMBOLO SAGRADO ES LA REPRESENTACIÓN DE UNA VERDAD METAFÍSICA. Empero la definición no será completa sino señalamos su principal condición: SÓLO SE CONSIDERAN "OBJETOS METAFÍSICOS" LOS SÍMBO­LOS SAGRADOS QUE EMERGEN POR EL UMBRAL DE CONCIENCIA Y SE EN­FRENTAN AL SUJETO CONSCIENTE, caso (a). A poco que se medite sobre esta condición se comprobará que la misma hace de la Metafísica Hiperbórea a UNA CIENCIA PROPIA DE LA ESFERA DE LUZ, es decir, UNA CIENCIA DE LA CONCIENCIA. Pero no hay que confundirse: el que tal ciencia sea "propia" de la esfera de luz no implica que su ámbito de observación sea exclusivamente la esfera de luz; no dijimos ”su objeto de conocimiento es la esfera de luz” sino “su objeto de conocimiento son los sím­bolos sagrados QUE EMERGEN EN LA ESFERA DE LUZ”. ¿Cuál es la diferencia? que, tal como se dijo en el articulo "H", un símbolo sagrado es "no sólo la representación del mito, sino el término de una procesión de formas que arranca en el Arquetipo universal, quien está, según sabemos, sostenida por la Voluntad del Demiurgo". Vale decir: que un símbolo sagrado, por haber sido separado de la estructura del designio, PARTICIPA ACTIVAMENTE DE UN ARQUETIPO UNIVERSAL. La Metafísica Hiperbórea, entonces, es una ciencia "propia de la esfera de luz" pero cuyo objeto de conocimiento, el símbolo sagrado, hace posible la transcen­dencia del microcosmos pues extiende su ámbito de observación al plano arquetípico del ma­crocosmos. Por supuesto, la Metafísica Hiperbórea sólo puede ser practicada por los viryas y Siddhas ya que nada parecido al conocimiento de los Arquetipos universales está permitido al pasú. Si aquí hemos adelantado su definición, antes de estudiar que es un virya y un Siddha, ello se debe a que nos conviene dar la explicación como corolario de los artículos anteriores sobre el mito y el símbolo sagrado. En verdad sólo en la Segunda Parte se expondrá y aplicará la Metafísica Hiperbórea del símbolo sagrado.
Pero, si al pasú le está vedada la posibilidad de trascender los símbolos sagrados ¿qué sentido tiene su aparición? ¿Por qué el Demiurgo ha previsto su emergencia? Respuesta: por un motivo operativo. Es el Demiurgo, a través de los Arquetipos universales, quien se propone OPERAR SOBRE EL PASÚ EN DETERMINADOS MOMENTOS DE SU HISTORIA; y tal operación es posible porque los Arquetipos universales se manifiestan en los símbolos sagra­dos y éstos participan de aquéllos. He aquí las posibilidades operativas: el símbolo sagrado ha emergido como representación de un mito, como efecto de la racionalización de una fantasía; o bien ha sido EN-SEÑADO por un instructor cultural y el pasú lo ha APRENDIDO: lo ha to­mado el sujeto cultural como impresión sensible y lo ha percibido el sujeto consciente como representación consciente, vale decir, como símbolo sagrado emergente en la esfera de luz; o, también, el símbolo sagrado PUEDE HABER SURGIDO DE LA SUPERESTRUCTURA DEL HECHO CULTURAL EXTERIOR Y HABER SIDO CAPTADO COMO "DESCUBRIMIENTO"; etc. En cualquier caso, sin que influya la manera como el símbolo sagrado ha llegado a ser conocido por el pasú, lo efectivo es que, al "aparecer" en la esfera de luz, indefectiblemente participará de un Arquetipo psicoideo que ejercerá su acción sobre el sujeto. Ahora bien, ¿cuáles son esos "momentos determinados" de la historia del pasú en los cuales emergen los símbolos sagrados que permiten la operación de los Arquetipos psicoideos, es decir, durante los cuales la voluntad del sujeto resulta dominado por una voluntad trascendente, por un patrón de conducta colectivo? Respuesta: tales "momentos" propios de la historia del pasú (pero que no son ajenos a la Historia de su comunidad sociocul­tural puesto que existe un cierto paralelismo entre la estructura cultural y las superestructuras de hechos culturales, que se estudiará en la Segunda Parte), SON MOMENTOS DE CRISIS. Los símbolos sagrados tienen por función tender un puente sobre la crisis, RELEVANDO AL SUJETO ANÍMICO EVOLUTIVO, AL ALMA, POR UN INSTANTE O POR UN TIEMPO MÁS PROLONGADO, DEL CONTROL DEL MICROCOSMOS: pero ello ocurre, natural­mente, cuando el sujeto carece de voluntad para imponerse al proceso entelequial del símbolo sagrado; justamente, los "momentos de crisis" son aquellos en los que el sujeto anímico está desfalleciente, quizá desesperado, sintiendo que se hunde irremediablemente en las tinieblas de una situación insuperable.
Podemos definir a la crisis como LA IMPOSIBILIDAD DEL SUJETO ANÍMICO EVOLUTIVO PARA REDUCIR RACIONALMENTE UNA SITUACIÓN CONCRETA. Con términos de la analogía estructural, y considerado que tal situación concreta irreductible es equivalente a un ente que impresiona traumáticamente la esfera sensorial, la crisis se produce cuando el designio es esquematizado en un caso (c) extremo, vale decir, cuando la referencia afectiva es de muy grande magnitud. En tal caso, la referencia a sí mismo, con que la potencia activa dirige la representación al ser vivenciado el esquema por el sujeto cultural, será intensamente emocional, irracional, orientada hacia el corazon. Como consecuencia la representación del ente traumático, vale decir, de la situación concreta, EMERGE MUY LEJOS DEL SUJETO CONSCIENTE ( por su inclinación (c) en la esfera de sombra), lo que es percibido por este como POCO CLARO; O NO EMERGE EN ABSOLU­TO Y SE DIRIGE DIRECTAMENTE A LA ESFERA AFECTIVA Y DE ALLÍ AL CORA­ZÓN. Es entonces cuando EL SUJETO CONSCIENTE APELA A SU FACULTAD DE IMAGINAR PARA HALLAR LA RESPUESTA QUE LA RAZÓN LE NIEGA
Pero una cosa es imaginar, sin imposición alguna, y otra SUPLIR CON LA IMAGI­NACIÓN LO INCOMPRENSIBLE, obligado por la circunstancia concreta, por la "presión del ente". Así como de las tinieblas no surge la luz tampoco un sujeto perturbado puede pro­ducir una imagen esclarecedora: lo que ocurre es que, frente al sujeto consciente, emerge una fantasía tan incomprensible como el concepto del ente traumático cuya representación se des­vió hacia el corazón. Y esa fantasía sin sentido al ser apercibida por el sujeto consciente, es decir, al ser racionalizado, es la que desencadena finalmente el fenómeno del mito y el símbolo sagrado que describimos en el articulo "H", poniendo como ejemplo la imagen del pez alado. Claro que si, en lugar de su imaginación, el pasú recurre a un sacerdote y este le dice que medi­ta sobre tal o cual símbolo o le rece a una Deidad, o recurre a cualquier otro procedimiento semejante que tenga por termino "el sujeto consciente frente al símbolo sagrado" el resultado será el mismo: un Arquetipo psicoideo intentara fagocitar al sujeto consciente y tomar el con­trol del microcosmos.
En síntesis, la crisis es el efecto que una situación irrazonable, o directamente irracio­nal, produce en el sujeto consciente; ESTE PERCIBE, ENTONCES, QUE SE QUIEBRA LA CONTINUIDAD DE SU HISTORIA, VALE DECIR, QUE AMENAZA FRACTURARSE EL HILO MISMO DE LA CONCIENCIA, DE LA ESFERA DE LA CONCIENCIA. Pero el esquema de sí mismo, la esfera de conciencia, no se puede romper sin que ello implique la locura o la muerte: en todo caso sucede la disolución de la conciencia, el regreso al estado fetal. Para tender un puente sobre el abismo de la crisis, para unir las orillas de la historia y permitir la continuidad del sujeto histórico, están los símbolos sagrados: ellos participan de los Arquetipos psicoideos y éstos se manifiestan frente al sujeto en crisis; lo fagocitan, lo suplan­tan, y sostienen al microcosmos el tiempo necesario; y a veces, cuando la Historia lo requiere, permanentemente.
Los símbolos sagrados ayudan así a cumplir el objetivo de la finalidad del pasú. El ob­jetivo macrocósmico requiere que el pasú desarrolle el sujeto histórico, lo que solo puede ocurrir si, conjuntamente, se desarrolla la esfera de conciencia, la historia del microcosmos que consiste en su racionalización permanente: PERO LA HISTORIA NO PUEDE INTERRUM­PIRSE, DEBE SER "CONTINUA" PORQUE ES UN CORRELATO DE LA "SIGNIFICACIÓN CONTINUA" QUE FUNDAMENTA EL PENSAR RACIONAL. De aquí que toda fisura provocada por la crisis en la continuidad histórica del microcosmos sea atenuada, suavizada, por el símbolo sagrado, es decir, transformada en un mero punto de inflexión. El objetivo macrocósmico, por otra parte, exige la formación de una cultura que preserve el senti­do puesto en los entes; por eso el pasú evoluciona en comunidades socioculturales que se desa­rrollan al hilo de una Historia. La crisis, entonces, puede ser también colectiva: un abismo, un límite fatal, presentido por todos a la vez. Como en la conciencia, aquí tampoco puede produ­cirse una ruptura definitiva sin que ello implique la fragmentación o la disolución social; natu­ralmente, ello sólo puede ocurrir cuando los miembros de la comunidad son volitivamente im­potentes para torcer el rumbo de la Historia y se encaminan colectivamente hacia el desastre. Pero en ese caso, cuando el momento actual parece no presentar continuidad con el hilo histó­rico de un pueblo, cuando ni mirar hacia atrás ni hacia adelante representan orientación alguna y sólo la realidad del abismo que se abre a los pies parece existir, en ese caso sólo la potencia de un Arquetipo psicoideo, de un Mito, podrá construir el puente salvador: un líder, un sacer­dote, un profeta, una religión, una meta colectiva de cualquier tipo, etc, son distintas formas del milagro. Y todas estas formas no son más que manifestaciones del Arquetipo psicoideo: porque el lider, el sacerdote, el profeta, el legislador, el rey, o cualquier meta colectiva, no son más que símbolos sa­grados personificados o codificados en un lenguaje habitual, símbolos sagrados que participan activamente del Mito y que hacen posible que el Mito se posesione colectivamente de la co­munidad, que tome el control y dirija el rumbo de la Historia.
A veces, en los momentos de crisis social, son DOS O MÁS los Arquetipos psicoideos que se presentan como salvadores, generando grupos antagónicos dentro de la misma comuni­dad o entre comunidades culturalmente diferenciadas: así, no es difícil que haya lucha efectiva por el predominio de un líder, una religión, una meta, etc. Pero ello no es anormal dentro de los planos del Demiurgo y, por el contrario, es parte de su juego. Porque, atención con este principio: EN LAS COMUNIDADES PASÚ, LA GUERRA ES EL MODO COMO LOS ARQUETI­POS RESUELVEN SU CONFLICTO. Esta "guerra", desde luego, no tiene nada que ver con la guerra esencial por la liberación del Espíritu que libran viryas y Siddhas contra las huestes sinárquicas del Demiurgo y sus representantes de la "raza elegida”.
Para terminar, vale la pena destacar que los símbolos sagrados JAMÁS DEJAN DE CUMPLIR SU FUNCIÓN OPERATIVA EN LA CONCIENCIA O EN LA HISTORIA SO­CIOCULTURAL DEL PASÚ: el sujeto consciente, si es volitivamente débil, si se encuentra "abismado" por la crisis, SIEMPRE SERÁ FAGOCITADO POR EL SÍMBOLO SAGRADO, es decir, EL PASÚ SIEMPRE SE IDENTIFICARÁ CON EL MITO. Por el contrario, tal como se estudiará en la Segunda Parte, el encadenamiento del Espíritu Hiperbóreo en el pasú viene a alterar ese comportamiento, ocurriendo que el virya, por ejemplo, tenga la posibilidad de evitar el dominio del mito, del Mito, e, inclusive, que invierta el sentido del símbolo y lo emplee como "objeto de conocimiento". Pero ¿qué se puede "conocer" por medio de un símbo­lo sagrado, de la representación de un mito? Respuesta: el plano arquetípico del macrocosmos, el cual constituye, en tanto sea accesible a la indagación del sujeto, EL ORBE METAFÍSICO POR EXCELENCIA.
En efecto, el símbolo sagrado, al que anteriormente definimos como análogo a "algo que flota", es en realidad semejante a un ICEBERG, del cual el sujeto consciente sólo percibe inicialmente un octavo de su volumen, estando los siete octavos restantes sumergidos en la esfera de sombra y, por participación, proyectándose al plano arquetípico, al cielo metafísico. La Metafísica Hiperbórea, que definimos al comienzo de este articulo, es la ciencia que estudia la manera de operar con los símbolos sagrados sin ser fagocitados por ellos. En la Segunda Parte vamos a recurrir frecuentemente a los conceptos de la Metafísica Hiperbórea: será allí cuando quedará en claro que debe entenderse por "verdad metafísica", de la que, dijimos, el símbolo sagrado es su representación




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