domingo, 23 de febrero de 2020

MEMORIA ARQUETÍPICA Y RAZÓN

MEMORIA ARQUETÍPICA Y RAZÓN

Se ha hecho una descripción general de la estructura psíquica del pasú. Para compren­der su funcionamiento, especialmente para saber cómo cumple el pasú con su finalidad de ser "descubridor de entes", "dador de sentido" al orden material del Universo, debemos comenzar por un concepto fundamental: la memoria.

Refiriéndonos al esquema de la figura 11 podemos distinguir tres clases de memoria, cada una de ellas vinculada a una esfera: a la esfera afectiva (4) corresponde una memoria PSICOFISIOLÓGICA o "memoria de hábitos"; a la esfera racional (3) esta ligada la impor­tante memoria ARQUETÍPICA; y a la esfera de preconciencia (2): la memoria REPRESEN­TATIVA. Vamos a comentar cada una de tales memorias[1].

La primera memoria, "psicofisiológica", es básicamente sensible, especializada en retener recuerdos referidos al mundo; es por eso la sede de los patrones del hábito: EN ELLA SE CONSERVA TODO LO NECESARIO PARA ASEGURAR LA SUPERVIVENCIA INDIVIDUAL y, además, lo que contribuya a MEJORAR tal supervivencia, es decir, lo gregario o social. Esta "memoria de hábitos" era quien principalmente determinaba la "voluntad instintiva" del pasú.

La tercera memoria, "representativa", era incipiente en el pasú y sólo después del enca­denamiento del Espíritu, cuando el pasú se transformó en "virya perdido", se desarrolló lo su­ficiente. Quizá cause extrañeza advertir que se considera a la "esfera de conciencia" como una forma de memoria pero a poco que se medite en ello se comprenderá que el recordar, y el re­presentarse lo recordado, es una característica esencial de la conciencia. Esta característica está relacionada estrechamente con el problema de la temporalidad, con la facultad que posee la conciencia de dotar a las representaciones de un "tiempo inmanente", psíquico, en sustitución del tiempo real que pudiere haber correspondido al hecho original que se recuerda y representa. En el inciso "Funcionamiento de la Esfera de Conciencia" se demostrará que la "conciencia" es un "sujeto histórico" y que la "esfera de conciencia" es la "historia del microcosmos", vale de­cir, una especie de memoria.

La segunda memoria, "arquetípica", a la que dejamos deliberadamente para el final, es la que más nos interesa por ahora. Es tan importante el concepto de "memoria arquetípica" que puede afirmarse sin más que su ignorancia, o su ausencia en cualquier sistema filosófico, es suficiente para situar la posición asumida al margen de la Sabiduría Hiperbórea. Recomenda­mos, entonces, no avanzar sin haber comprendido en profundidad el concepto que se expone a continuación.

En la figura 9 se ve un esquema analógico del Universo de El Uno, al que suele lla­marse también: macrocosmos. Esta denominación se adopta cuando se entiende que el hombre es un "minor mundus", un microcosmos que refleja al "maior mundus" o macrocosmos. Tal concepción es sostenida desde muy antiguo y, en lo que hace al pensamiento occidental, se la encuentra en Grecia, en tiempos de los presocráticos con Anaxímedes, Pitágoras, etc.; en Platón y Aristóteles; en los neoplatónicos; gnósticos; místicos cristianos; cabalistas; alquimistas; en la filosofía moderna con Leibniz, etc. Y, desde luego, forma parte de las tradiciones religiosas de China, Japón, Tíbet y la India, especialmente en el budismo esotérico. Sin embargo, a pesar de tan enorme expansión, las principales consecuencias, incluso lógicas, que se desprenden del concepto han permanecido hasta hoy en el terreno esotérico. Nosotros, al afirmar como Prin­cipio de la Sabiduría Hiperbórea la antigua idea del macrocosmos, nos veremos en la necesi­dad de destacar relaciones a veces pueriles pero que, por el carácter esotérico apuntado, no suelen ser para nada evidentes. Pero lo haremos; aún a riesgo de que, como en la conocida anécdota del "huevo de Colon", produzca irritación el que se nos haga notar algo que, LUEGO, creeremos deberíamos haber notado nosotros mismos.

Es lo que ocurre con el tema del "reflejo": de tanto afirmar, sin reflexionar, que "el mi­crocosmos refleja al macrocosmos" ya nadie advierte que TODO REFLEJO ES UNA COPIA "INVERTIDA" DEL ORIGINAL. Esta cualidad, que parece una puerilidad destacar, es cues­tión de la mayor importancia pues su consideración permite comprender fácilmente la función de la RAZÓN y el funcionamiento de la esfera racional. Veamos pues, como debe interpretarse el antiguo concepto.

Ya poseemos una descripción del macrocosmos según el esquema de la figura 9. El microcosmos o cuerpo material del pasú, como reflejo del macrocosmos, debe contener una réplica de todas sus partes. Ello significa: que en el cuerpo material HA DE EXISTIR UN SECTOR QUE REPRODUZCA EL PLANO ARQUETÍPICO; y que en dicho sector HA DE ESTAR LA COPIA DE TODOS LOS ARQUETIPOS UNIVERSALES; y que dichas copias HAN DE SER INVERTIDAS CON RESPECTO AL ORIGINAL.

Tales propiedades del cuerpo material o microcosmos nos permiten elaborar la siguiente definición: EL CONJUNTO DE TODOS LOS ARQUETIPOS UNIVERSALES DEL MI­CROCOSMOS, COPIAS INVERTIDAS DE LOS ARQUETIPOS UNIVERSALES DEL MACROCOSMOS, SE DENOMINA: "MEMORIA ARQUETÍPICA".

La sede de la memoria arquetípica, es decir, de la réplica biológica del "plano arquetí­pico", es la estructura neurofisiológica del cerebro. Groseramente puede afirmarse que "el ce­rebro entero es la memoria arquetípica". Sin embargo, aunque el bisturí penetre hasta las pro­fundidades de la masa encefálica, la biología molecular invente fórmulas de las macromolécu­las celulares, la genética logre descifrar el código de los enlaces azúcar-fosfato de los ácidos nucleicos o los ingenieros en sistemas cibernéticos construyan "modelos" que simulen el fun­cionamiento cerebral, sin embargo decimos, a pesar de estos y otros prodigios científicos, NADIE LOGRÓ NI LOGRARÁ JAMÁS DESCUBRIR EMPÍRICAMENTE A LOS "ARQUETIPOS", que, según hemos dicho, constituyen TODO EL CEREBRO. Y ello no por falta de habilidad científica, o por un error de metodología, sino por la IMPOSIBILIDAD esencial del ser humano, pasú o virya, de percibir los Arquetipos universales "a través de la esfera sensorial". Por cierto que no sólo los Arquetipos de un cerebro sino los que sostienen a cualquier ente, EN TANTO SEAN UNIVERSALES, NO PODRÁN CONOCERSE A TRAVÉS DE LA ESFERA SENSORIAL: DEL ENTE. SÓLO PUEDE SER CONOCIDO SU DESIGNIO, SU TERMINO PARTICULAR.
Esta imposibilidad se comprenderá mejor si previamente definimos que se entiende en la Sabiduría Hiperbórea por RAZÓN. Pero, como aquí estamos estudiando la estructura psí­quica del pasú, la definición que daremos se refiere fundamentalmente a dicho tipo primitivo de hombre. En el virya, debido a la evolución del neocortex, el cerebro permitió luego mayor especialización racional, sin embargo, la imposibilidad apuntada, subsiste aún y su origen continúa siendo el que ahora vamos a exponer.

Para las ciencias biológicas el cerebro es una organización celular especializada. Para la Sabiduría Hiperbórea el cerebro es: memoria arquetípica. El cerebro, o memoria arquetípica, funciona por la voluntad de un "SUJETO" RACIONAL" o "RAZÓN" cuya actividad se puede reducir siempre a dos operaciones básicas, una TRASCENDENTE y otra INMANENTE. La primera operación de la razón es la de COMPARACIÓN TRASCENDENTE y la segunda es la INTERPRETACIÓN INMANENTE. La primera operación tiene por misión DESCUBRIR el designio de los entes y la segunda INTERPRETAR, tal designio, en términos sémicos. Es lo que se explicará paso a paso a continuación.

Primera operación: COMPARACIÓN:

El esquema de la figura 11 nos muestra a la estructura psíquica del pasú rodeada de la "esfera sensorial". En el animal-hombre la esfera sensorial cumple la función de recibir estímu­los del mundo y convertirlos en impulsos nerviosos con destino al cerebro, es decir, es inter­mediaria entre lo interno y lo externo. Pero la esfera sensorial no responde de la misma manera a los distintos estímulos y ella misma varia apreciablemente de un pasú a otro. Es necesario, entonces, referirse a la SENSIBILIDAD; aclaremos el sentido del término: la capacidad que presenta una esfera sensorial determinada para responder con mayor o menor intensidad a un estímulo dado se denomina "sensibilidad". En la figura 11, la circunferencia que limita a la es­fera sensorial es análoga a la sensibilidad.

Ahora bien, si observamos la figura 11 comprobamos que lo sensible afecta a las tres esferas de la estructura psíquica; hay así una "sensibilidad afectiva", una "sensibilidad racio­nal" y una "sensibilidad consciente". Y cualquiera de los tres tipos de sensación pueden ser objeto de la INTUICIÓN SENSIBLE. Debe quedar claro que la operación racional que esta­mos describiendo emplea SOLAMENTE aquello que llega a la esfera racional, es decir, el producto de la sensibilidad racional.

El objeto de la sensibilidad es la realidad y, dentro de ésta, los entes externos que la constituyen. EN ESTE, Y EN TODOS LOS COMENTARIOS QUE SIGAN, VAMOS A CONSIDERAR A LA ESFERA SENSORIAL IMPRESIONADA POR UN ENTE EX­TERNO, SALVO EN AQUELLOS CASOS EN LOS QUE SE ACLARE EXPRESAMENTE LO CONTRARIO.

Se puede describir, ya, la primera operación de la razón, que llamamos TRASCEN­DENTE porque se ocupa de COMPARAR los estímulos que ATRAVIESAN la esfera senso­rial y que fueron causados por un ente externo. Esto es: LA OPERACIÓN TRASCENDENTE DE LA RAZÓN CONSISTE EN "COMPARAR", AUTOMÁTICAMENTE, AQUELLA IMPRESIÓN QUE LA SENSIBILIDAD RACIONAL RECOGE DE UN ENTE EXTERNO.
Sabemos ahora, con precisión, que la primera operación de la razón es una COMPARACIÓN. Pero ¿comparación con que? Porque comparar consiste en establecer relaciones entre DOS objetos, que permitan descubrir sus diferencias o semejanzas. Respuesta: el ente se coteja con los Arquetipos de la memoria arquetípica.

Por supuesto, hay que profundizar en esta respuesta hasta tornar comprensible el EFECTO DESCUBRIDOR que la primera operación ejerce sobre el ente.

Según dijimos mas atrás en el ente coexisten dos términos, uno universal y otro particu­lar. El término universal es el Arquetipo -o el conjunto de Arquetipos, si es "compuesto"- que lo sostiene en tanto que ente y hacia el que apunta su evolución como finalidad; el término particular es el designio que el Demiurgo ha fijado en todo ente como suprafinalidad. El primer término hace del ente un ser-en-si; el segundo término dice que el ente es un ser-para-el-hom­bre.

Cuando un ente impresiona la sensibilidad racional la primera operación de la razón consiste en someter la impresión recibida a comparación con la memoria arquetípica. En esta memoria siempre habrá al menos un Arquetipo que sea copia invertida del Arquetipo universal que sostiene al ente y con el se opera la comparación. Es decir que LA RAZÓN COMPARA SÓLO UN TÉRMINO UNIVERSAL DEL ENTE (EL ARQUETIPO UNIVERSAL) CON SU COPIA INVERTIDA: UN ARQUETIPO PARTICULAR DE LA MEMORIA ARQUETÍPICA. Se comprende fácilmente que ello SÓLO puede ocurrir así puesto que en la memoria arquetípica SÓLO existen copias invertidas de los Arquetipos universales, finalidad entele­quial de los entes, y no existe copia o referencia alguna de los designios particulares de cada ente, suprafinalidad del ser-para-el-hombre.

¿Qué surge de la confrontación entre el Arquetipo universal del ente y su copia invertida de la memoria arquetípica? Respuesta: la nada. Es como sumar más (+) con menos (-), una unidad positiva con una unidad negativa: su resultado es cero (0). Esto significa que la razón elimina automáticamente el término universal del ente Y DEJA AL DESCUBIERTO EL TÉRMINO PARTICULAR O DESIGNIO. Recién entonces el ente puede ser CONOCIDO Y NOMBRADO. Pero este nombrar no es posible, como creen algunos, "porque el hombre es logos": el verdadero logos es el Demiurgo que ha designado a los entes; el pasú, después de su descubrimiento, sólo puede repetir aquello que estaba previamente asignado al ente.

Dejando para más adelante el problema del conocimiento, se puede entender ahora, luego de descifrar la primera operación de la razón, porque afirmábamos que "existe imposibi­lidad para el ser humano, pasú o virya, de percibir los Arquetipos universales a través de la es­fera sensorial": la imposibilidad existe siempre que la aprehensión sea racional y el ente aprehendido sea un ente exterior. Pero también hay que entender, y de una vez para siempre, que LA RAZÓN ES UNA FUNCIÓN DE LA MEMORIA ARQUETÍPICA; ES DECIR, DEL CEREBRO, Y QUE LA OPERACIÓN RACIONAL PRIMERA CONSISTE INVARIA­BLEMENTE EN LA ELIMINACIÓN DEL ARQUETIPO UNIVERSAL, TÉRMINO UNI­VERSAL DEL ENTE, POR COMPARACIÓN CON SU COPIA INVERTIDA. Esto ocurre así y no puede alterarse porque la memoria arquetípica es una ESTRUCTURA, es decir, un todo cuyas partes están sólidamente enlazadas mientras que la razón es una función que con­siste en vincular entre si ciertos elementos de esa estructura PERO SIN MODIFICAR a la es­tructura misma. En el cerebro, según la ciencia oficial, las "operaciones racionales" consisten en ciertas interconexiones bioeléctricas o "sinapsis" que se efectúan entre racimos de células especializadas; sin embargo, por mucho que uno piense, y por múltiples que sean las redes de interconexión neuronales que produzca tal pensar, jamás resulta modificada permanentemente la propia estructura celular del cerebro. Así como no es posible que la actividad neuronal mo­difique la estructura del cerebro tampoco la función racional modifica la estructura arquetípica; y esta equivalencia es exacta porque el cerebro y la memoria arquetípica son una y la misma cosa, sólo que la explicación neurofisiológica pertenece a la ciencia oficial de Occidente y la explicación estructural a la Sabiduría Hiperbórea.

La imposibilidad de percibir los Arquetipos universales que sostienen a los entes exter­nos se denomina también IRREPRESENTABILIDAD. Con esta palabra se quiere significar que no es posible la "representación", es decir, la visión mental, de los Arquetipos universales, lo que de ningún modo implica que no puedan ser CONOCIDOS. Pero el conocimiento ha de provenir de un enfrentamiento efectuado en un nivel suprarracional, en otra esfera: el pasú en la esfera (2) de preconciencia; el virya en la esfera (2) de conciencia.

Segunda operación: RELACIONAR.

La segunda operación de la razón se denomina INMANENTE porque consiste en esta­blecer relaciones entre objetos exclusivamente interiores de la estructura psíquica: cuando el ente ha sido descubierto, por la primera operación, establece relaciones entre su "designio par­ticular" INTERIORIZADO y los Arquetipos de la memoria arquetípica, y con los Arquetipos entre si. Pero, para explicar esta operación, es necesario describir previamente la ESTRUC­TURA CULTURAL, cosa que se hará en el próximo inciso.

Como conclusión de esta breve exposición de la memoria arquetípica cabe destacar que la razón, su función, en la primera operación TOMA AL ENTE EXTERNO Y, LUEGO DE ELIMINAR EL TERMINO UNIVERSAL, DESCUBRE LO PARTICULAR QUE HAY EN ÉL; ESTE IR DE LO UNIVERSAL A LO PARTICULAR ES LA ESPECIE MAS GENE­RAL DE "DEDUCCIÓN". LA ESENCIA DE LO DEDUCTIVO: TODA DEDUCCIÓN ES SIEMPRE A POSTERIORI DE ESTA PRIMERA OPERACIÓN, PERO, EN SU FORMA, DERIVABLE DE ELLA.

La primera operación es a priori de cualquier otro razonamiento sobre el ente porque es imprescindible para descubrir al ente y ponerlo bajo observación. Mas, al tomar al ente ex­terno, perdido en lo universal, y situarlo en lo interno como particular designio, se esta efec­tuando una DEDUCCIÓN TRASCENDENTAL.

Contrariamente, la segunda operación tomará al ente descubierto en su designio particu­lar y lo RELACIONARÁ con los Arquetipos de la memoria arquetípica, es decir, con LO UNIVERSAL DEL MICROCOSMOS; ESTE IR DE LO PARTICULAR A LO UNIVER­SAL ES LA ESPECIE MAS GENERAL DE INDUCCIÓN, LA ESENCIA DE LO INDUC­TIVO: TODA INDUCCIÓN SE DERIVA DE LA SEGUNDA OPERACIÓN. Mas, al tomar al ente internamente descubierto, y relacionarlo con Arquetipos del microcosmos, se está efec­tuando una INDUCCIÓN INMANENTE, es decir, circunscripta en el interior del ser-animal-hombre o pasú.


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