martes, 25 de febrero de 2020

A - El objetivo microcósmico de la finalidad.

A - El objetivo microcósmico de la finalidad.


Para cumplir el objetivo macrocósmico, para construir culturas en permanente evolu­ción, es necesario una evolución conjunta del microcosmos, un aumento en la capacidad indi­vidual de descubrir los entes. La tesis que aquí exponemos es que, concluida en la filogenia, la evolución del pasú continuaba en el desarrollo de un sujeto histórico microcósmico, al que se denomina SUJETO CONSCIENTE O CONCIENCIA. Tal sujeto "anima" la esfera de con­cien­cia que, según se verá, es también una estructura. La evolución de este sujeto es la que fra­casó e impidió a la humanidad pasú cumplir con el objetivo microcósmico de la finalidad.
Debe quedar claro que la conciencia es un "sujeto histórico" y; para demostrarlo, vamos a recurrir a la analogía. Ya vimos como, al poner sentido en los entes, los pasúes van constru­yendo superestructuras externas: la "forma", determinada por tales superestructuras, se deno­mina "cultura". Con el correr del tiempo las superestructuras crecen o se modifican y causan la variación de las culturas. Es por la influencia superlativa del tiempo que se considera a la "Historia" como la más importante dimensión de una cultura. Pero ¿cuándo comienza la His­toria de una cultura? Respuesta: en el momento en que los miembros de tal cultura caen en la cuenta que un hecho cultural pasado posee mas "sentido" que cualquier otro que nadie pudiese recordar. Esta respuesta merece cuatro comentarios. Primero: el hecho pasado, que da comien­zo a la Historia, es el que tiene más "sentido" cultural y, por lo tanto, su recuerdo es el más in­tenso y no el más antiguo; pueden existir recuerdos de hechos anteriores, pero la Historia co­mienza en AQUEL hecho cuyo suceso es determinante del futuro de la cultura: el nacimiento de un héroe legendario, sus hazañas, una batalla, la fusión de dos naciones, la venida de un Dios o de sus "enviados", la redacción de un código, etc. Segundo: un hecho cultural pasado, cuyo "sentido" es mayor que otros, es un hecho histórico. Tercero: aunque dos o más hechos históricos no estén relacionados causalmente lo están históricamente al quedar unidos por una "línea" subjetiva mediante la cual los miembros de una cultura se remontan hacia el pasado. Cuarto: la Historia es, entonces, una línea temporal de significación.
Tracemos ahora un paralelo entre la superestructura y la estructura cultural. En primer lugar ambas se van construyendo, van creciendo a medida que transcurre el tiempo. Pero la Historia de una superestructura, o cultura, comienza cuando sus miembros advierten que ya tie­nen historia, que hubo hechos pasados que fueron más importantes que otros e inclusive que hubo AQUEL hecho cuya importancia no puede ser superada por ninguno. ¿Qué es equivalente a AQUEL hecho, origen de la Historia, en la estructura cultural del microcosmos o pasú? Res­puesta: el descubrimiento de si mismo, ente entre entes. Vale decir: el pasú cumple su finalidad de descubrir los entes desde que nace; nadie le enseña como hacerlo porque el raciocinio es una facultad hereditaria; así, va construyendo la estructura cultural casi sin notarlo, designio por designio, esquema por esquema, Relación por Relación, concepto por concepto, un día, sin embargo, descubre un ente, situado entre los entes del mundo, cuyo designio lo conmociona; es decir, se propone a sí mismo como objeto de conocimiento y se descubre, y ese descubrimiento es el de mayor significado posible; la estructura cultural, desde luego, ya existía antes de este acontecimiento, pero nada puede equiparársele y nada puede ser igual después del mismo.
El descubrimiento de sí mismo es el hecho que señala el nacimiento de la esfera de conciencia, ANÁLOGAMENTE A  'AQUEL' hecho histórico que marcaba el origen de la Historia de una cultura. Ambos son hechos de la mayor significación y su acontecimiento viene a producir un "caer en la cuenta" de la propia identidad; en un caso: "individual", en el otro: "colectiva" o cultural. La esfera de conciencia se inicia, entonces, en un "momento" de la exis­tencia de la estructura cultural: comienza a partir del descubrimiento de sí mismo y se extiende temporalmente como asiento del sujeto histórico del microcosmos. La creación de la esfera de conciencia ha de interpretarse de modo análogo a la construcción de la estructura cultural por parte del sujeto racional o "razón"; a posteriori del enlace entre Principios y Relaciones, la estructura cultural resulta "animada" por el pensar, vale decir, por un SUJETO CULTURAL. Del mismo modo, a posteriori de la esfera de conciencia, aparece un SUJETO CONSCIENTE que la anima. Naturalmente, tales "sujetos" son sólo aspectos de un único sujeto anímico o "alma" del pasú, según se demostrará en el articulo 'E', a cuyo acto lo denominamos genérica­mente "pensar".
Hemos visto que el objetivo microcósmico de la finalidad procura mejorar la capacidad individual del pasú como descubridor de entes. Esta capacidad se aumenta efectivamente desde el momento en que el descubridor de entes se descubre a si mismo, SE SABE INDIVIDUO DIFERENTE DE LOS DEMÁS ENTES, es decir, ADQUIERE CONCIENCIA DE SI. (Pero la "conciencia" del pasú no es aún el Yo; éste sólo aparece después del encadenamiento de los Espíritus, según se verá más adelante).
Sabemos ya cuando se inicia la conciencia pero lo que más nos interesa es conocer que modificación introduce su presencia en el pensar racional; vale decir ¿qué dimensión o carac­terística del pensar nos demuestra inequívocamente que se trata de una "conciencia" y no de ningún otro acto psíquico? Respuesta: la intención temporal del pensamiento. Pondremos en claro esta respuesta mediante una explicación estructural.
En el inciso anterior estudiamos como se construye una estructura cultural y con que elementos: Principios y Relaciones. Las Relaciones son esquemas sémicos de entes que se caracterizan por tres dimensiones: extensión, comprensión, y POTENCIA. La definición de esta ultima dimensión, la "potencia", había quedado pendiente para el presente inciso: ahora veremos que la potencia de una Relación guarda una proporción, una "ratio", con la intensi­dad que la intuición de "si mismo" haya impresionado a la sensibilidad del sujeto racional.
Comencemos por pasar revista a los pasos del conocimiento racional.
Cuando un ente dado impresiona la sensibilidad, la razón lo remite y aplica contra la memoria arquetípica; con la primera operación elimina el Arquetipo universal y descubre el designio demiúrgico o suprafinalidad; con la segunda operación configura un esquema del ente en base a los Arquetipos de la memoria arquetípica; la aplicación del designio contra la me­moria arquetípica implica una dirección de la voluntad instintiva del pasú, es decir, una INTENCIÓN; tal contacto intencional con los Arquetipos produce su actualización en el "plano de realización" de la psique, "en un substrato de las esferas afectivas y racional"; los Arqueti­pos se actualizan en la psique como Principios cada vez que la primera operación elimina un Arquetipo universal y una sola vez cada uno; y también como Relaciones, para configurar el esquema del ente, todas las veces que la segunda operación lo requiere; esta actualización de los Arquetipos se manifiesta como representaciones sémicas permanentes o elementos de la estruc­tura cultural: los Principios son símbolos simples, las Relaciones son símbolos complejos. Pero los símbolos simples de los principios, que son únicos en tanto que Principios, pueden estar repetidos incontables veces en las subestructuras de las Relaciones: la diferencia entre ellos, dijimos en 'B' del inciso anterior, radica en la "potencia"; los Principios son "potencias pasivas" y las Relaciones: "potencias activas".
No hay manera de influir voluntariamente en la secuencia operativa de la razón: siempre que el conocimiento SEA RACIONAL la primera operación eliminará el Arquetipo universal del ente y actualizará AUTOMÁTICAMENTE, el Arquetipo invertido en la estructura cultu­ral. La intensidad intencional puesta en juego para producir la actualización de un Principio es, así, mínima y es por tal carencia que la potencia del mismo sea "pasiva". Pero las Relaciones, por el contrario, son construidas con las actualizaciones de Arquetipos localizados intencio­nalmente por la segunda operación, siendo la potencia "activa" y proporcional a la intensidad intencional con que se efectuó el descubrimiento. Aquí nos ocuparemos especialmente de las potencias activas que subyacen en las Relaciones.
¿De qué depende la "intensidad intencional" con que se efectúa la operación racional de esquematizar un ente? Respuesta: de la referencia a si mismo con que dicho ente sea tomado por la razón. Naturalmente, si estamos hablando de "referencia a si mismo" estamos admitien­do un conocimiento previo de si, es decir, la existencia de una "conciencia". En tal hipótesis resulta que no todos los entes son iguales para sí mismo; no todos son conocidos con la misma intensidad intencional: no es lo mismo una piedra que un fruto; la intensidad intencional puesta en esquematizar la piedra ES diferente a la empleada con el fruto; EN EL PASÚ, PARA SÍ MISMO, EL FRUTO ES MÁS IMPORTANTE QUE LA PIEDRA. POR ESO LOS ES­QUEMAS O RELACIONES DE AMBOS ENTES ESTÁN REFERIDOS DE DIFERENTE MANERA CON RESPECTO A SÍ MISMO. Y ESAS DIFERENTES "REFERENCIAS" SE MANIFIESTAN EN LA DIFERENCIA DE POTENCIA DE LAS RELACIONES.
La dimensión "potencia" de cada Relación está referida de particular manera a sí mismo. Pero el "pensar una Relación" es el "pensamiento" racional ¿qué determinación intro­duce en el pensamiento la referencia a sí mismo de la potencia? Respuesta: una intención tem­poral. Es la misma respuesta anterior, que se irá tornando más comprensible a la luz del análi­sis estructural.
El pensamiento de una Relación puede adquirir, por la referencia a sí mismo de su di­mensión potencia, una "intención temporal" determinada; y eso lo convierte en "consciente", según explicamos anteriormente. El esquema de un ente, aunque permanezca integrado en la estructura cultural, está potencialmente referido a sí mismo, al microcosmos: el pensamiento de una Relación ocasiona la actualización de esa dirección en potencia que es la referencia a sí mismo, siendo así (el pensamiento) dirigido a su vez, impulsado, por una intencionalidad tem­poral. Dirigido ¿hacia donde? Respuesta: tal como la potencia refiere a la Relación a sí mismo, el pensamiento consciente, temporalmente intencionado, se dirige a la "esfera de conciencia" (o de preconciencia en el pasú primitivo, figura 11). Esta respuesta debe entenderse así: la refe­rencia a sí mismo de la razón. no apunta a un "centro" de individualidad porque nada parecido a eso existe en el pasú; la estructura psíquica o plano de realización donde se actualizan los Arquetipos es el asiento natural de sí mismo y hacia esas esferas brumosas se orienta la refe­rencia de la razón., quedando plasmada en la potencia de la Relación según la intensidad con que se actualizaron los Arquetipos; la referencia potencial a sí mismo es la que se despliega en el pensamiento de la Relación y lo torna "consciente", impulsándolo más allá del substrato psí­quico donde existen la estructura cultural, hacia la "esfera de conciencia". Pero esta "actualización" que la referencia potencial produce en el pensamiento no es de Arquetipos sino de símbolos: son los símbolos del esquema los que se despliegan en el pensamiento y se tornan "conscientes" por estar referidos, dirigidos a sí mismo. Un esquema cuya potencia sea muy grande refiere el pensamiento a sí mismo con tanta fuerza que este se "'dispara" hacia la esfera de conciencia, como "pensamiento consciente" o "conciencia de una Relación". Y esos pensa­mientos conscientes, más actuales que otros, delinean el hilo de unión de la conciencia, análo­gamente a como los "hechos históricos", hechos culturales con más "sentidos" que otros, deli­nean el hilo de la Historia de una cultura. Tal línea subjetiva demuestra que la conciencia es el sujeto histórico del microcosmos.
De acuerdo a lo expuesto en este artículo, la conciencia es un sujeto histórico que regis­tra un "momento" de aparición, a partir del cual todas las Relaciones que se formen estarán, en mayor o menor medida, potencialmente referidas a sí mismo, es decir, al microcosmos, consi­derado o intuido como ente individual. Los pensamientos de Relaciones, o sistemas, son de­terminados por tales referencias potenciales e impulsados hacia la esfera de conciencia, vale decir, hacia las capas superiores de las esferas afectiva y racional para emerger "más allá de ellas". La esfera de conciencia vendría a ser, así, el estadio superior del pensar: CREARLA ES EL OBJETIVO MICROCÓSMICO DE LA FINALIDAD. Como ya dijimos, esta esfera no se desarrolló lo suficiente en el pasú y ello motivó su estancamiento cultural. ¿De qué de­pende el desarrollo de la esfera de conciencia? De una facultad del pensar que dimana de las potencias activas de las Relaciones y dirige los pensamientos hacia ella, tomándola como CENTRO DE REFERENCIA INTENCIONAL-TEMPORAL. En el siguiente artículo se es­tudiará esta facultad.



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