martes, 25 de febrero de 2020

G - El pasú, sujeto consciente.

G - El pasú, sujeto consciente.

En lo que llevamos estudiado sobre el pasú hemos expuesto siempre el desarrollo de su pensamiento en el mismo orden en que se manifiesta el sujeto anímico en el microcosmos, vale decir, en el orden de la "secuencia jerárquica": memoria arquetípica o estructura cerebral, me­moria conceptual o estructura cultural, memoria representativa o esquema de sí mismo. Natu­ralmente, el sujeto sigue tal orden porque las estructuras se constituyen de acuerdo a la se­cuencia jerárquica, pero esa situación de ningún modo se prolonga mas allá de la infancia. El sujeto es la manifestación del alma en las estructuras psíquicas y, por lo tanto, propende a al­canzar la perfección arquetípica, a imitar al Manú, es decir, trata de cumplir la finalidad del pasú. Con este propósito el sujeto se instala permanentemente en las estructuras superiores e intenta controlar desde allí la conducta del microcosmos; el objetivo, desde luego, es el de la finalidad: operar como sujeto consciente en el esquema de sí mismo o esfera de conciencia. Teóricamente un pasú "evolucionado" debería contar con un sujeto consciente capaz de "conocerse" y "conocer", de "saber de sí", "descubrir el designio en los entes" y "poner el senti­do". Por eso en este artículo seguiremos un orden inverso al empleado hasta aquí: partiremos de la hipótesis de que describimos el comportamiento de un pasú ejemplar, tan evolucionado que su esfera de conciencia se ha desarrollado lo suficiente como para permitir la actividad continua del sujeto consciente. Con tal convenio estudiaremos el pensamiento consciente DESDE LA ESFERA DE LUZ, vale decir, DESDE EL "PUNTO DE VISTA" DEL SUJETO CONS­CIENTE.
En el comentario Quinto del artículo anterior se declaró que toda imagen mental puede proceder de la estructura cultural o bien ser "producto de la FANTASIA". Vamos a explicar ahora como produce el sujeto consciente las fantasías que imagina.
Para que la explicación no resulte muy compleja es conveniente comenzar por observar las analogías que existen en la producción de imágenes por parte de ambos sujetos. En efecto, mientras que el sujeto cultural produce en la estructura cultural las representaciones que serán percibidas como imágenes en la esfera de luz, el sujeto consciente, por su parte, también es capaz de producir representaciones EN LA ESFERA DE CONCIENCIA cuyas imágenes son símbolos propios del esquema de sí mismo. Es decir: el sujeto consciente puede generar por sí mismo imágenes en la esfera de conciencia, SIN QUE INTERVENGA PARA ELLO el sujeto cultural y la estructura cultural: tales imágenes se denominan FANTASÍAS.
Así, el sujeto consciente es capaz de percibir imágenes en la esfera de luz, "representaciones conscientes", tal como se explicó en el artículo anterior, y de imaginar fanta­sías. Nos preguntaremos, entonces, que es una fantasía y que diferencia guarda con una repre­sentación consciente.
Para responder a lo primero observemos lo siguiente. Una representación consciente puede emerger por dos causas: 1º - el sujeto racional descubre el designio de un ente externo y lo interpreta racionalmente, PRODUCIENDO un esquema equivalente en la estructura cultu­ral; si tal esquema esta referido a sí mismo, una representación del esquema del ente emergerá inmediatamente hacia la esfera de luz, consistiendo esa emergencia en la noticia, el conoci­miento inmediato, que el sujeto consciente recibirá del ente externo. 2º - el sujeto cultural perci­be a un sistema de la estructura cultural como vivencia: tal sistema es el producto de un descu­brimiento antiguo, vale decir: el ente, cuya verdad se esquematizó, ya no impresiona la sensi­bilidad del sujeto racional; sin embargo, al ser vivenciado por el sujeto cultural, se PRO­DUCE una representación homóloga del esquema, que emerge hacia la esfera de luz.
Con esta aclaración queremos destacar que toda representación consciente es siempre una PRODUCCIÓN de los sujetos racional o cultural. PERO EL ESQUEMA DE SÍ MISMO, O ESFERA DE CONCIENCIA SE VA CONSTRUYENDO CON REPRESENTACIONES CONSCIENTES A LAS QUE MEMORIZA ESTRUCTURALMENTE PARA QUE CONS­TITUYAN "LA HISTORIA DEL MICROCOSMOS".
Estos elementos estructurales "históricos" del esquema de sí mismo son los que evoca el sujeto consciente cuando se "representa una fantasía". Por eso, en tanto las representaciones conscientes son PRODUCCIONES SÉMICAS realizadas por los sujetos racional y cultural, las fantasías son REPRODUCCIONES CONSCIENTES que el sujeto consciente efectúa VOLITI­VAMENTE sobre el esquema de si mismo.
La capacidad y eficacia que el sujeto consciente demuestra para producir imágenes his­tóricas de sí mismo y percibir las representaciones producidas en otras estructuras se denomina FACULTAD DE IMAGINAR O "IMAGINACION". Del mismo modo como el sujeto racio­nal es capaz de descubrir el designio de los entes porque dispone de una FACULTAD COGNOCITIVA RACIONAL, y el sujeto cultural puede notar la verdad del ente en el contexto significativo de un lenguaje, como “concepto”, merced a que dispone de una FACULTAD TRADUCTIVA, así también el sujeto consciente puede "ver" la imagen del ente, a la vez que lo com­prende racionalmente, porque dispone de la FACULTAD DE IMAGINAR. Pero esta facultad no se reduce sólo a percibir representaciones de entes producidas en la estructura cultural: el sujeto consciente puede imaginar entes conocidos o desconocidos, presentes o pasados, exis­ten­tes o inexistentes, reales o ideales, etc.; los segundos términos expresan las REPRODUC­CIO­NES efectuadas por la fantasía.
Si la "imaginación" es la principal facultad del sujeto consciente, la "fantasía" es su grado superior. Frente a la representación consciente de un ente, por ejemplo, que el sujeto consciente percibe como imagen y significado, la fantasía puede MODIFICAR tal imagen, agregar o quitar cualidades, e inclusive confrontarla con otra imagen puramente ideal. Pero este ejemplo nos permite advertir el carácter esencialmente VOLITIVO de la fantasía. Una repre­sentación consciente, en efecto, "aparece" frente al sujeto consciente ya intencionada hacia sí mismo es producto de otra estructura; en cambio la fantasía requiere la acción directa del sujeto consciente para manifestarse: es producto de su VOLUNTAD "sobre" la esfera de conciencia. Además, cuando la representación se estabiliza en la esfera de luz e inicia su proceso entelequial tenderá a enaje­nar la atención del sujeto consciente a menos que este disponga de voluntad suficiente como para ejercer su control: a esta acción volitiva, necesaria para DETENER el proceso, hay que agregar mas energía, si es que la fantasía pretende MODIFICAR la imagen del ente que repre­senta la representación consciente.
Vayamos ahora a la segunda pregunta ¿qué diferencia existe entre una fantasía y una re­presentación consciente? Aparte de la diferencia ya apuntada, de que la representación es "imaginación productiva" y la fantasía "imaginación reproductiva", conviene comparar los as­pectos energéticos, racional, e inteligible de una fantasía y de una representación consciente. En el comentario "Primero", que sigue, se hará un estudio comparativo entre el aspecto ener­gético de una representación y una fantasía. En el comentario Segundo se explicará el meca­nismo por el cual toda fantasía acaba siendo una imagen racional e inteligible.
Primero - Desde el punto de vista energético una representación consciente "aparece" frente al sujeto consciente cuando se estabiliza, luego de la transición energética. Tiene enton­ces máxima energía, dirigida a germinar y madurar su contenido. En el pensamiento consciente hay, así, una imagen del ente que, por estar referida a sí mismo, por su primera intención, apa­rece como objeto evidente e indudable: un OBJETO IDEAL, representante de un ente real, de su verdad. La voluntad del sujeto puede detener el proceso u, OPONIENDO SUFICIENTE ENERGIA, anular a la imagen AL QUITAR DE ELLA LA ATENCION: la imagen "aparece" frente al sujeto consciente porque está intencionalmente referida a sí mismo; si el sujeto no atiende VOLUNTARIAMENTE a su espectáculo la imagen es impotente para mantenerse en escena y DESAPARECE DEL PRESENTE: queda estructurada en el esquema de sí mismo como recuerdo histórico.
Cuando el sujeto consciente REPRODUCE fantasiosamente una imagen, ésta NO DI­FIERE SÉMICAMENTE de una representación consciente y en cambio DIFIERE ENERGÉ­TICAMENTE de la misma. Veamos como es esto. El requerimiento de una imagen original, o la evocación de una conocida, que el sujeto consciente procura concretar en el esquema de si mismo, causa la emergencia de la fantasía. Pero tal "emergencia" es casi instantánea por ser un fenómeno que ocurre exclusivamente en la esfera de conciencia. Ahora bien, la "aparición" actual de la fantasía también se efectúa, como en el caso de las representaciones conscientes, con "máxima energía"; pero, la energía de las representaciones proviene de la potencia activa de las Relaciones ¿quién aporta, pues, la energía de las fantasías? Respuesta: la esfera de luz o "conciencia".
Para entender esta respuesta hay que recordar que la "energía psíquica" es la fuerza que dispone la voluntad para actuar. En la estructura cultural, el sujeto cultural, al animar un sis­tema, es quien produce VOLITIVAMENTE la representación emergente. La "potencia activa" de la Relación es en realidad la DISPOSICIÓN POTENCIAL para actuar que posee el sistema vivo, animado por el alma; con otras palabras: hay una reserva volitiva del alma pronta a ser utilizada por el sujeto conforme a la disposición potencial de tal o cual Relación particular. Recordemos que definimos a las "facultades" como "disposiciones" del sujeto; dijimos, por ejemplo, "el sujeto cultural DISPONE de la facultad traductiva". Pues bien: LAS FACULTA­DES SON "DISPOSICIONES ACTIVAS" DETERMINADAS POR LAS DISPOSICIONES POTENCIALES DE LAS ESTRUCTURAS VIVAS. Podemos explicarlo, también, mediante una alegoría: digamos que, por ejemplo, tenemos la "disposición activa", la voluntad, de traba­jar esta piedra; queremos hacer de ella la representación del Führer y pensamos en esa foto, tomada en uno de los "mágicos Congresos de Nuremberg": en ella se lo ve descender de una gigantesca escalera de mármol, vestido con el uniforme de gala de la S.A. y la capa suavemente desplegada por la brisa; la foto ha podido detener para la Historia uno de los instantes de ma­yor gloria hiperbórea de todo el Kaly Yuga: el enviado de Cristo-Lucifer mostrándonos el ca­mino del honor y la inmortalidad, haciendo posible que el rostro del vil enemigo se descubra frente a nuestra confusión; tenemos pues, la "disposición activa" de tallar esta piedra para retratar esa imagen de gloria tal es nuestra voluntad! pero ¿nos permitirá la "disposición potencial" de la piedra cumplir nuestro propósito?; ¿no es acaso demasiado pequeña?: habrá entonces que hacer una representación a escala; ¿y su grano? ¿Permitirá expresar con claridad el gesto ca­rismático del Führer? ¿Habrá que pensar en ello; y su dureza? ¿Cederá ante nuestros golpes formativos? ¿O nuestras herramientas son inadecuadas para modelar esta piedra? habrá que en­sayar, probar la factibilidad de nuestro proyecto; etc.; vemos así que una cosa es la "disposición activa" para hacer y otra la "disposición potencial" de la materia para recibir el hecho. En general puede afirmarse que la disposición activa de una facultad está determinada por la disposición potencial de la estructura en la cual se aplica; en la alegoría no basta con la voluntad de representar al Führer en ESA piedra: hay que verificar si la piedra ACEPTA la conformación propuesta; si es muy pequeña no se podrá emplear el tamaño natural, si es muy dura no se podrá tallar, si es muy blanda se romperá, etc.; al final la disposición activa, la vo­luntad, se ADAPTARÁ a la disposición potencial de la piedra, estructura material, y surgirá una representación del Führer; pero tal imagen estará inevitablemente determinada por las di­mensiones de la piedra, por la calidad de la materia prima.
Del mismo modo la disposición activa del sujeto cultural, su voluntad, determinada por la disposición potencial de la Relación animada, su potencia activa, produce una representa­ción de la verdad del ente que depende inevitablemente de las dimensiones del esquema. Y de manera semejante el sujeto racional aplica su disposición activa, su voluntad, en la memoria arquetípica para actualizar los Arquetipos invertidos y construir la estructura cultural: pero tal disposición activa estará siempre determinada por una "disposición potencial" de los Arqueti­pos para interpretar con mayor o menor fidelidad el designio del ente.
Considerando estas aclaraciones la respuesta anterior no debe ofrecer dudas. La dispo­sición activa de su facultad de imaginar permite al sujeto representar una fantasía: pero tal imagen estará inevitablemente determinada por una "disposición potencial" de la esfera de con­ciencia, o esquema de sí mismo, es decir, "estructura de sí mismo", que es quien en definitiva aporta la energía. De aquí que la energía de la fantasía provenga "de la esfera de luz o 'con­ciencia'". Pero se puede completar esta respuesta destacando que, si bien la energía de la fan­tasía es aportada por la esfera de luz, ello ocurre POR REQUERIMIENTO DEL SUJETO CONSCIENTE, POR DISPOSICION DE SU FACULTAD DE IMAGINAR. Mas esto ya lo sabíamos ¿en qué forma completa la respuesta anterior?: advirtiendo que las fantasías son imágenes esencialmente sostenidas por el sujeto consciente, producidas volitivamente por sí y para sí; y al estar constituidas, como todo término psíquico, por símbolos arquetípicos, pueden llegar a desplegarse en procesos entelequiales que tienen, como ningún otro fenómeno psíqui­co, la posibilidad de enajenar la atención del sujeto consciente y enervar su voluntad; esta po­sibilidad se expondrá en el articulo "H".
Continuemos ahora con el estudio energético de las fantasías. Dos imágenes, una repre­sentación consciente y una fantasía, pueden ser sémicamente homólogas y poseer, ambas, ener­gía máxima. Sin embargo DIFERIRÁN ESENCIALMENTE EN UNA NOTA DE LA ENERGÍA. Y esto debe ser así porque sino el sujeto consciente no sabría distinguir la imagen de un ente real de una fantasía ideal, no sabría diferenciar el plano de los entes reales del plano de los objetos imaginarios. La diferencia radica, según se dijo, en una nota de la energía: en la "primera intención" o dirección hacia sí mismo que posee la energía de toda representación consciente. Las fantasías, en efecto, NO POSEEN LA PRIMERA INTENCIÓN puesto que no han sido referidas hacia sí mismo sino que, por el contrario, se encontraban estructuradas en el esquema de sí mismo y de allí emergieron en la esfera de luz, requeridas por el sujeto conscien­te.
El sujeto ha puesto a la fantasía en la esfera de luz y la ha referido a un objeto ideal, a una idea. Por ser energética la fantasía debe tener una intencionalidad, pero la misma apunta no a sí mismo sino a una idea del sujeto: la fantasía REVISTE a tal idea, la conforma imagi­nariamente y se sostiene en ella. El sujeto consciente viene a ser, así, el soporte esencial de las fantasías pues se desdobla voluntariamente para reproducirlas. Este desdoblamiento voluntario del sujeto EN la fantasía, esta presencia intima del sujeto en el objeto imaginario, hace que en todo momento exista conciencia del carácter puramente ideal de la imagen percibida.
Algo muy diferente ocurre cuando la imagen es una representación consciente: esta emerge frente al sujeto provista de una primera intención que la evidencia como representante de un ente y como objeto PARA el sujeto consciente. Pero tal objetividad óntica es A POS­TERIORI del conocimiento racional pues la comprensión del esquema ha sido obtenida pre­viamente, A PRIORI, por el sujeto cultural.
La primera intención de la imagen, contenida en el pensamiento del sujeto consciente, DICE INDUDABLEMENTE QUE SE TRATA DEL ESQUEMA DE UN ENTE; la vivencia del esquema experimentada previamente por el sujeto cultural DICE A PRIORI DE QUE ENTE SE TRATA.
Supongamos ahora que el sujeto consciente distingue con claridad la imagen de un ente y SABE, por la primera intención, que se trata de un objeto ideal de conocimiento ¿qué ocurre si el sujeto desea SABER COMO SABE EL OBJETO? En ese caso el sujeto debe REFLE­XIONAR SOBRE el objeto, vale decir, debe REFLEJARSE EN el objeto, situarse momentá­neamente en él y, desde él, APERCIBIR al sujeto como objeto. En esta inversión de la relación sujeto-objeto el sujeto consciente puede verse a sí mismo viendo, conocerse conociendo, puede "saber como sabe" el sujeto del objeto. Pero tal invasión del objeto por parte del sujeto cons­ciente introduce irreversiblemente una alteración en su composición energética: se superpone a la primera intención una "segunda intención" dirigida hacia el sujeto.
Mas, las imágenes de entes con segunda intención, ya no son tan claramente objetivas: se tornan cada vez mas subjetivas y terminan por provocar la desconfianza del sujeto. Lo que sucede es que UNA PROLONGADA REFLEXION DEL SUJETO, SOBRE UN MISMO OBJETO CONDUCE A SU SUBJETIVACION, A LA IMPOSIBILIDAD DE DISTINGUIR CON CLARIDAD LO QUE REALMENTE PERTENECE AL ENTE Y LO QUE HA SIDO PUESTO EN EL OBJETO POR LA IMAGINACION: CUANDO ELLO OCURRE EL SU­JETO, IMPOTENTE PARA CONFIRMAR LA REALIDAD DEL ENTE, DESCONFÍA Y DUDA DE TODO EL MACROCOSMOS.
Para que la reflexión del sujeto consciente no ocasione la subjetivación del objeto, el hombre debe cultivar el ejercicio de la fantasía. Sus imágenes, en efecto, no poseen primera intención pues no proceden directamente del mundo y, además, el sujeto sabe desde el princi­pio que se trata de objetos imaginarios. La reflexión sobre un objeto de la fantasía, por un su­je­to que no pierde de vista en ningún momento el mundo de los entes reales, es la manera más segura de conocer el microcosmos y de afirmar el macrocosmos, evitando la confusión entre ambos o la negación de uno de ellos.
Naturalmente, esta opción de reflexionar solo sobre objetos ideales producto de la fan­tasía entraña una condición: no es apto para sujetos volitivamente débiles. Existe aquí, como en todas las vías del conocimiento superior -en el sentido en que "superior" es el conocimiento consciente con respecto al racional- un peligro: el peligro de que la energía intima del objeto ideal supere a la voluntad del sujeto y despliegue SOBRE ÉL (y no FRENTE A ÉL como las representaciones conscientes) su proceso entelequial. Esta posibilidad, como ya se adelantó, será expuesta en el artículo "H".
Segundo - Sabemos ya que las representaciones conscientes son racionales a priori, por percepción del sujeto racional, e inteligibles a priori, por percepción del sujeto cultural. La percepción de la imagen que obtiene el sujeto consciente es, pues, a posteriori de la percep­ción, racional e inteligible, de la verdad del ente que representa. Pero las fantasías no parecen estar en el mismo caso pues son reproducciones que el sujeto consciente realiza en la esfera de luz sin intervención de las restantes estructuras psíquicas. La cuestión es ¿las fantasías no son racio­na­les e inteligibles como las representaciones conscientes? Respuesta: las fantasías no son ra­cionales e inteligibles a priori; sin embargo, en el momento mismo que el sujeto consciente reflexiona sobre ellas, las toma por "objetos ideales" y las dota de "segundas intenciones", se tornan racionales e inteligibles. ¿Cómo puede ocurrir esto? Es lo que explicaremos a conti­nuación, paso a paso.
Comencemos por recordar que el sujeto anímico actúa simultáneamente en las tres es­tructuras mnémicas ya estudiadas: en la memoria arquetípica como sujeto racional o razón, en la estructura cultural como sujeto cultural y en la esfera de conciencia como sujeto consciente. Normalmente, el sujeto consciente se halla ligado sólidamente al sujeto cultural y a la razón, actuando cada uno en su estructura.
Entonces, sin olvidar que el sujeto anímico constituye una unidad, aún cuando se mani­fiesta simultáneamente en tres estructuras distintas, vamos a explicar la relación causal que liga a esa triple manifestación. En principio notemos que, de acuerdo al estudio analógico del pensamiento consciente, el contenido simbólico de toda representación ha de proceder de la estructura cultural. Las fantasías, por otra parte, emplean como "materia prima" elementos sémicos que, si bien proceden del esquema de sí mismo, no son mas que símbolos arquetípicos que alguna vez emergieron y se estructuraron en la esfera de conciencia. Pero esta composición sémica no basta para que la fantasía sea racional e inteligible a priori: para ser "racional" la fantasía debe someterse a la segunda operación de la razón; y para ser "inteligible" la fantasía, como contenido del pensamiento consciente, ha de tener el fundamento de un "significado". El problema es: si las fantasías son objetos ideales reproducidos exclusivamente en la esfera de conciencia ¿qué relación causal entre el sujeto consciente y los sujetos cultural y racional efec­túa que la fantasía se torne racional e inteligible a posteriori de su aparición? Respuesta: Ante todo hay que destacar que es LA DISPOSICIÓN QUE asume el sujeto consciente al pensar lo que LLAMA a la razón y motiva su RESPUESTA, la que siempre acaba por determinar la FORMA del pensamiento, tornando RACIONAL cualquier idea. Esto ocurre así porque LA RAZÓN RESPONDE A LA INTERROGACIÓN. Pero con "interrogación" no nos referimos a ninguna cuestión lógica pues "la lógica" es la modalidad estructural del lenguaje que elige la facultad traductiva del sujeto cultural para notar la verdad del ente en un contexto significativo, vale decir, la lógica es una propiedad del pensar racional que interviene a posteriori del acto de la razón. La interrogación a que aludimos es simplemente UN MOVIMIENTO DEL SUJETO CONSCIENTE: AQUELLA FLEXION QUE EL SUJETO CONSCIENTE REALIZA VO­LUNTARIAMENTE PARA DIRIGIRSE HACIA UN OBJETO IDEAL.
En el estado mental del pasú, o virya perdido, la razón responde a casi todos los mo­vimientos realizados por el sujeto consciente con operaciones de interpretación esquemática; vale decir: la razón interpreta operativamente la impresión que el objeto ideal causa en el suje­to consciente y construye un esquema equivalente, racionalizando la fantasía; dicho esquema, vivenciado por el sujeto cultural produce una representación que emerge y SE SUPERPONE A LA FANTASÍA, tornándola, a posteriori, racional e inteligible.
En resumen, cuando el sujeto consciente se enfrenta a un objeto ideal con segunda inten­ción, ocurre el siguiente fenómeno. El sujeto consciente genera un MOVIMIENTO COG­NOSCITIVO referido al objeto ideal; dicho movimiento es interpretado como una interroga­ción formal por la razón la cual establece instantáneamente una interconexión bioeléctrica en la estructura celular del cerebro (o, lo que es lo mismo, establece relaciones en la memoria arquetípica y actualiza un esquema en la estructura cultural) como respuesta solidaria; tal in­terconexión particular, por la correspondencia biunívoca entre estructuras, se transfiere a la estructura cultural adonde se plasma topológicamente sobre sus elementos, es decir, se "iluminan" las Relaciones involucradas; queda así formalizada una ruta lógica que, recorrida por el sujeto cultural, constituye la inteligencia misma del objeto considerado; de esa actividad del sujeto cultural, de ese "pensar SOBRE los sistemas de la estructura cultural" surge la re­presentación racional que luego emerge hacia la esfera de luz y se SUPERPONE a la imagen del objeto ideal, transformando a la fantasía en una completa representación consciente.
Pero tal "representación" no sólo es racional e inteligible, según se vio, sino que además ha sido sémicamente reconstruida a imitación de las Relaciones vivenciadas por el sujeto cul­tural, se decir, en función de las aserciones lógicas del lenguaje: por eso el conocimiento que el sujeto obtenga de una fantasía a posteriori será siempre invariablemente conceptual. De esto hay que extraer la conclusión de que una fantasía, aún la más sublime, aún aquélla que más distanciada parece estar de los entes del macrocosmos, SÓLO SERÁ VISTA SINTÉTICA­MENTE EN UN PRIMER MOMENTO por el sujeto consciente: luego, a posteriori de esa primera visión en la cual la fantasía se evidencia como objeto puramente ideal, la reflexión del sujeto consciente causará la racionalización e inteligibilización que conduce finalmente a su confusión con una representación consciente equivalente. 
Lo expuesto en el comentario Trece del articulo 'F' nos permitirá observar este fenóme­no con mas precisión. Digamos, pues, que en un primer momento el sujeto consciente PERCI­BE la fantasía. Al reflexionar sobre ella el sujeto se flexiona, se mueve, se dirige a la fantasía, causando la reacción de la razón. La razón "responde" a la "interrogación" del sujeto conscien­te interpretando arquetípicamente a la fantasía y transfiriendo su esquema a la estructura cultu­ral; allí el sujeto cultural anima un concepto estructural de tal esquema y produce su represen­tación consciente. Por "animar un concepto" hay que entender "pensar un juicio sintético a priori"; es decir: el sujeto cultural dispone un "juicio" sobre la fantasía y produce su represen­tación en la conciencia. Pero la representación de un concepto implica su definición en los términos de un lenguaje, su descripción proposicional. Cuando la representación emerge a la conciencia, casi instantáneamente luego de la PERCEPCIÓN de la fantasía, se superpone a su imagen, la ENMASCARA conceptualmente. Entonces la fantasía se torna súbitamente signifi­cativa para la APERCEPCIÓN del sujeto consciente.
La APERCEPCIÓN de la fantasía no sólo evidencia la relación sujeto objeto para el sujeto conscien­te, sino que la encuentra fundada sobre un significado claramente conceptual, sobre una des­crip­ción semiótica, sobre una definición proposicional. Tal es la apercepción, a posteriori, de la fantasía: el sujeto la encuentra "significativa", la "entiende", porque la ve, a posteriori, a tra­vés del velo de su descripción analítica. No hace falta insistir demasiado en que la compren­sión "racional" de una fantasía constituye, en realidad, su ocultamiento tras una máscara cultu­ral: cuando el pasú "entiende" conceptualmente una fantasía ello significa que la misma está cubierta con un símbolo que la representa, e interpreta analíticamente, frente a la apercepción del sujeto consciente. Y dicho símbolo o descripción no sólo enmascara y deforma la imagen de la fantasía sino que mutila y altera definitivamente sus propiedades e introduce toda suerte de desviaciones gnoseológicas.
PARA EL PASU no existe, pues, mas vía superior de conocimiento que LA QUIETUD DEL SUJETO CONSCIENTE. Sólo un sujeto inflexible, en efecto, podrá evitar la reacción de la razón ante la fantasía y conseguirá PERCIBIRLA como tal: POR ESO TODAS LAS ES­CUELAS ESOTÉRICAS Y RELIGIOSAS DE LA SINARQUÍA PROPONEN A "LA CON­TEMPLACION PASIVA" COMO MÉTODO DE CONOCIMIENTO METAFÍSICO. El virya, es decir, aquél que es expresión del espíritu encadenado, por el contrario, no desdeñará jamás la acción anímica; y ello no le impedirá percibir las fantasías en toda su luz; ¿cómo?: primero adoptando una ACTITUD GRACIOSA LUCIFÉRICA, que será explicada en la Se­gunda Parte, y luego descubriendo en sí mismo al Yo Infinito.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario