sábado, 14 de marzo de 2020

E - El sujeto consciente en presente extensivo S.P.E.

E - El sujeto consciente en presente extensivo S.P.E.

Aún cuando el pasú haya desarrollado el sujeto consciente, existe una fase primitiva de la evolución en la que los contenidos conscientes se refieren exclusivamente a entes externos: en tal caso se dice que "la conciencia del pasú está orientada hacia el mundo". Naturalmente, el sujeto consciente no puede realmente exteriorizarse en el mundo, asomarse directamente al macrocosmos, debido a la anisotropía del tiempo trascendente que le impide suceder en el. Para una esencia crónicamente transversal el acceso al mundo exterior sólo es posible indirec­tamente por medio de representaciones de los entes externos. Esa es, justamente, la función que cumple EL MUNDO INTERMEDIARIO DE LA ESTRUCTURA CULTURAL, que se en­cuentra entre la esfera de conciencia y la esfera sensorial: por su intermedio sólo podrán conver­tirse en objetos conscientes aquellos entes que previamente hayan sido racionalizados y es­quematizados. Mas, no obstante esa intermediación racional que mantiene al sujeto consciente perpetuamente aislado de la presencia fáctica de los entes, que los conforma culturalmente y que propone el significado como "verdad del ente" en los términos de un lenguaje, es decir, no obstante recibir sólo un aspecto del designio del ente, el sujeto consciente del pasú concentra su atención exclusivamente en el mundo exterior. En pocas palabras: la conducta constituye la motivación principal de sus actos conscientes. A esta fase primitiva de la evolución correspon­de PERMANENTEMENTE un "sujeto consciente en presente extensivo" (S.P.E.). Cualquier pasú, por supuesto, no importa cual sea su grado evolutivo, si posee sujeto consciente estará en condiciones de experimentar ALTERNATIVAMENTE el presente extensivo; sin embargo, aquí ponemos la condición de que ello ocurra "permanentemente" porque nos ocupamos del caso típico del pasú previo el encadenamiento espiritual.
Un pasú con S.P.E. conoce hasta cierto punto la verdad de los entes y puede conducirse racionalmente en el mundo, en concordancia con el objetivo de su finalidad. Sin embargo, en cuanto al tiempo trascendente del macrocosmos, el S.P.E. comete un grave error gnoseológico. Veamos. La extensión de I ocurre, según se ve en la figura 18 y siguientes, PARALELA­MENTE con el transcurso del tiempo trascendente. Es aquí que la extensión guarda una razón, una RATIO, es decir, una proporción, con el tiempo trascendente: tal razón se denomina DU­RACIÓN y corresponde a la duración originaria real del ente esquematizado; recordemos que I puede representar al esquema de cualquier ente y no sólo a una forma triangular. La extensión del símbolo I, según explicamos, sólo REFLEJA mediante un RATIO aquella duración origi­naria, vale decir, es un dato indirecto de la temporalidad del ente. Pues bien: el error del S.P.E. consiste en CONFUNDIR la conciencia de la extensión con la aprehensión real y afectiva de la duración trascendente. En la figura 25 se ve que el símbolo I' se encuentra frente al S.P.E. en el aspecto analógico de la esfera de conciencia, vale decir, donde sólo existe el tiempo inma­nente: la percepción de la extensión sólo puede brindar una representación de la duración ori­ginaria pero jamás un acceso directo al tiempo trascendente.
¿Qué consecuencias provoca esta confusión del S.P.E.? Respuesta: Que el sujeto cons­ciente creerá percibir directamente el tiempo trascendente cuando en realidad sólo cuenta con datos extensivos de los entes; esta creencia conducirá a la suposición absurda de que el tiempo trascendente es esencialmente análogo a la extensión, es decir, que es continuo, lineal, etc.: por eso se le descompondrá en instantes ANÁLOGOS a los puntos del espacio extensivo, o se identificará estos instantes con dichos puntos. El tiempo trascendente seria, así, una sucesión de instantes, todos iguales entre si, que se corresponden biunívocamente con los puntos del espacio: la "duración" de un ente espacial consistiría en una especie de "extensión temporal" que surge de la aplicación del espacio puntual del ente sobre el tiempo instantáneo DURANTE un lapso determinado de su existencia. Desde luego, nada de esto es cierto pues, como se de­muestra en el libro Física Hiperbórea, el tiempo trascendente es algo muy distinto de una su­cesión lineal de instantes.
La extensión de la representación I' sólo puede aportar al sujeto consciente un dato indi­recto sobre la duración original del ente representado: al confundir este dato indirecto con una "conciencia del tiempo" se comete un grave error gnoseológico. Pero el error es mayor aún cuando a tal "conciencia (falsa) del tiempo" se le atribuye una vinculación directa con la pre­sencia de la representación: entonces se cree percibir, en la extensión, la duración DEL PRE­SENTE. Mas este "presente" subjetivo es una ilusión y el tiempo del que parece surgir, y al que remite, un tiempo falsificado, inventado por el S.P.E.
Observemos la figura 25. El símbolo I' emerge frente al S.P.E. y ésta lo percibe en ex­tensión. Toma así "conciencia" de la duración y cree percibir el presente. Pero el presente real es un espacio dialéctico, según vimos producido sobre el tiempo inmanente. El presente subje­tivo derivado de la extensión no es dialéctico sino emergente: comienza y termina junto con la representación puesto que depende de su extensión; por eso el presente subjetivo tiene una duración real variable: es tan corto o tal largo como la impresión que afecta la conciencia. La ilusión del S.P.E. consiste en creer que el presente es una claridad, una "conciencia", experi­mentada sobre la implacable y oscura sucesión del tiempo: "antes" de la duración (extensión) de la representación esta la oscuridad; "después" de la duración también. El antes y el después de la emergencia de I' son "momentos" irreales, creados por el S.P.E. para otorgar continuidad al tiempo falsificado. La representación queda, así, ligada subjetivamente en ambos extremos de su extensión con dos momentos irreales: una especie de "pasado" antes de la emergencia; y una especie de "futuro" después de la misma. Por supuesto, que la intuición de este tiempo falso es sumamente oscura y que lo único claro en cualquier punto de la serie de instantes solo es el presente subjetivo de la representación emergente.
Evidentemente, el tiempo extensivo es la reconstrucción que el S.P.E. efectúa del tiem­po trascendente, figurándose como seria su transcurrir en caso de que la anisotropía no le im­pidiese trascender la esfera de conciencia. Sin embargo el único dato indirecto, que refleja de algún modo el tiempo trascendente lo constituye la extensión, medida de la duración originaria: todo lo demás, el antes y el después, es supuesto, agregado por el S.P.E. El "tiempo", en el que se cree transcurre I', y sobre el que se advierte con claridad el presente de su presencia extensa, es en verdad un tiempo inexistente, falsificado: no es posible a la conciencia, cuya esencia es el tiempo inmanente transversal, conocer directamente el tiempo trascendente. Si ello fuese, por otra parte, posible, si el tiempo trascendente fuese capaz de suceder isotrópicamente y abarcar completamente la integridad del microcosmos, entonces no podría existir la conciencia del pasú ni ninguna otra conciencia fuera de la del Demiurgo.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario